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Cultura

Por una nueva conciencia social

«Hoy, muchos, sobre todo entre los integrantes de las generaciones más jóvenes, desprecian el pasado o directamente deciden ignorarlo», señala Cándido Méndez en ‘Por una nueva conciencia social’ (Deusto, 2024), un libro que combina el testimonio de la memoria y una llamada a la acción.

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29
enero
2025

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Ni soy poeta ni lo pretendo, y tampoco soy un lector frecuente de poesía, pero hay un libro de poemas cuya dedicatoria ha dejado una impronta imborrable en mi recuerdo. Reza así: «En mi memoria / a mi padre / fuego / del que yo soy chispa». Es la dedicatoria de Y otros poemas, de Jorge Guillén, quien con 80 años quiso dedicar este libro a su progenitor, al que consideraba artífice de su ser. No osaría compararme con una de las grandes figuras de la generación del 27, pero no puedo evitar encontrar cierto paralelismo, pues, al igual que él, yo tengo una gran deuda con mi padre. Además, al escribir estas líneas sobrepaso ya los 70 años, por lo que me encuentro en el mismo umbral en el que se encontraba Jorge Guillén cuando quiso dedicarle ese libro a su padre. Me siento muy identificado con esa dedicatoria y con el libro, una suerte de ejercicio de reflexión sobre la figura de su padre en una época ya tardía.

Sin dejar de mirar hacia delante, echar la vista atrás es un buen ejercicio para entenderse a uno mismo y comprender el lugar en el que nos encontramos. Observando el pasado podemos entender las decisiones que trazaron nuestro rumbo en la vida y encontrar multitud de lecciones ocultas entre los recuerdos. Y no solo a nivel personal, pues cualquier sociedad que olvida su pasado está condenada a incurrir en errores que otros ya cometieron y a asentarse en la ignorancia del porqué de su presente. Hoy, muchos, sobre todo entre los integrantes de las generaciones más jóvenes, desprecian el pasado o directamente deciden ignorarlo, y no son conscientes de que las libertades de que ahora gozamos y la democracia en la que hoy vivimos son fruto de la dedicación, el sufrimiento y el esfuerzo de grandes hombres y mujeres que pusieron en riesgo su vida y sacrificaron su tiempo para que sus hijos y los hijos de sus hijos vivieran en un mundo mejor, uno en el que no fuese necesario reunirse en la clandestinidad, en un oscuro sótano de un local cerrado o bajo el amparo del techo de una iglesia.

Sin dejar de mirar hacia delante, echar la vista atrás es un buen ejercicio para entenderse a uno mismo y comprender el lugar en el que nos encontramos

A finales de los años sesenta y principios de los setenta, en la última etapa de un franquismo ya cerca de exhalar su último aliento, todavía se perseguía a quienes se oponían ideológicamente al régimen, pero eran muchos —‌entre los que con orgullo puedo incluirme— los que de manera activa trataban de que la situación cambiase.

Los cimientos de la libertad, los valores que tiempo más tarde conformarían el texto de nuestra Constitución, se fraguaron en reuniones secretas y encuentros clandestinos en los que compartían espacio distintas generaciones, aunque la mayoría no hicimos sino recoger el testigo de nuestros padres, cuya convicción y valentía en tiempos aún más oscuros fueron un faro en aguas tenebrosas.

Durante toda mi infancia escuché historias de lucha de héroes anónimos, mujeres y hombres que no se habían doblegado ante la tiranía y habían osado enfrentarse a la opresión y al autoritarismo. Pero, para mí, aquellos individuos bravos e indómitos no eran solo personajes, sino también seres de carne y hueso. No solo eran ideas o figuras fantasiosas, eran personas a las que uno podía incluso preguntar directamente por sus hazañas y sus tragedias. Mi padre era uno de ellos.

Parte de mi vida, de mi infancia y de mi juventud, transcurrió entre sombras y veladas subrepticias, y eso fue así a causa del fuego que ardió antes que yo, de las llamas que forjaron mi identidad y de las que yo soy chispa. De forma inevitable, mi vida se entreteje con la de mi padre.


Este texto es un fragmento de ‘Por una nueva conciencia social’ (Deusto, 2024), de Cándido Méndez. 

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