Lugares que no existirán en el próximo siglo
Desde Venecia hasta los glaciares de la Patagonia, estos sitios del mundo podrían desaparecer o volverse inhabitables en las próximas décadas debido al cambio climático y la presión humana, con impactos ambientales, sociales y territoriales crecientes.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2025
Artículo
Ciudades, mares y paisajes que todavía existen, aunque se encuentren en la cuenta atrás de la historia. La eventual desaparición de estos sitios es geográfica, pero también simbólica: lo que se desvanece no es solo el territorio, sino la historia de quienes vieron, visitaron y vivieron estos lugares.
A continuación, algunas partes del mundo que, debido al cambio climático, es posible que no existan dentro de un siglo.
Venecia se hunde
La ciudad que flota lleva siglo y medio hundiéndose, pero nunca tan deprisa como ahora. Caminar por ella en temporada baja es sentir que se pisa un teatro barroco donde el decorado ha empezado a agrietarse por dentro. La bruma sobre el Adriático ya no es romántica, sino un presagio; las góndolas se mecen bajo un cielo que se ve cansado, como la ciudad. Venecia se ahoga por partida doble: por el ascenso del nivel del mar y por su propio peso. En su momento álgido, la Serenísima venció a ejércitos y tormentas; ahora sucumbe ante el turismo de masas y la erosión salina. Los sistemas de diques del proyecto MOSE intentan retrasar la sentencia, pero los científicos ya apuntan que, a finales de siglo, muchas zonas quedarán inhabitables.
Hielo que se deshace
En la Patagonia, el hielo no se derrite, se retira. Quien ha contemplado el Perito Moreno al amanecer conoce la sensación de estar frente a un coloso eterno. Pero ya no lo es. Los glaciares se retraen año tras año, devorados por un clima que avanza más rápido que nuestra capacidad de protegerlo. El deshielo no solo cambia un paisaje, reescribe el equilibrio del ecosistema, altera corrientes, modifica la fauna y amenaza el abastecimiento de agua en vastas regiones. Basta recorrer el Parque Nacional Torres del Paine para entender que el viajero ya no contempla un decorado sino un testamento de hielo azul que se deshace a cámara lenta.
Mar Muerto
En el mar más quieto del planeta, la superficie se reduce cada década y sus orillas retroceden cientos de metros. Bañarse en el Mar Muerto es flotar sobre un tiempo detenido y sobre un aviso. La desviación del río Jordán para uso agrícola, unido a la sobreexplotación minera, ha convertido al lago en un gigante que se evapora. Surgieron grietas en la tierra, sumideros que devoran carreteras y balnearios. Los mapas se han vuelto obsoletos porque cada vez hay menos mar y más desierto.
Islas que vuelven al mar
Basta con que el agua suba unos pocos centímetros. Las Maldivas son un archipiélago delicado en el Índico: la mayor parte de su territorio apenas supera el metro sobre el nivel del mar. Sus playas perfectas, sus aguas turquesas… todo ello vive un tiempo cada vez más corto. El país entero ha sido obligado a planificar con urgencia su propia migración futura: habrá maldivos sin Maldivas. Los arrecifes se están blanqueando, la sal penetra los acuíferos y la línea costera retrocede. Visitar las islas hoy es contemplar una belleza que no durará.
Los Everglades se empequeñecen
Los Everglades, uno de los humedales más singulares del mundo, se disuelven entre drenajes urbanos, incendios y especies invasoras. Son «un río de hierba», según la célebre definición de Marjory Stoneman Douglas, un río que ya no fluye con la libertad que lo modeló. En la península de la Florida, el cambio climático empuja el agua salada hacia el interior, envenenando la vegetación. El desarrollo inmobiliario muerde sus bordes. Lo que hoy parece naturaleza sin dueño podría ser pronto un vestigio.
COMENTARIOS