TENDENCIAS
Advertisement
Sociedad

La ansiedad (y la felicidad) anticipatoria

En una mezcla de imaginación y memoria prospectiva, la psique humana pone en juego el poder de la anticipación para predecir los acontecimientos futuros. ¿Cómo funciona la previsión afectiva y qué efectos tiene?

Artículo

Ilustración

Eugenia Loli
¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
30
junio
2025

Artículo

Ilustración

Eugenia Loli

Adivinar el futuro es cosa de médiums y videntes. Pero no por eso la mente humana deja de intentarlo… día tras día. Desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir, la psique se envuelve en un proceso llamado «previsión afectiva». También conocido como «predicción hedónica», se trata de la capacidad que tiene la mente humana para predecir cómo se va a sentir en el futuro ante eventuales acontecimientos. Estas previsiones pueden ser positivas, llevando a la felicidad anticipatoria, o negativas, produciendo ansiedad y estrés.

Según los psicólogos Timothy D. Wilson y Daniel T. Gilbert, autores del artículo «Affective Forecasting», publicado en la revista Advances in Experimental Social Psychology, la predicción afectiva se desglosa en cuatro componentes. Primero, las predicciones sobre la «valencia» de las emociones futuras, es decir, si serán positivas o negativas. Segundo, en las emociones específicas que se podrían experimentar. Tercero, en la intensidad de dichas emociones. Y, finalmente, en su duración. Cada persona puede ser más precisa o imprecisa en cuanto a estos aspectos. Pero lo cierto es que todos jugamos constantemente a ser videntes sobre nuestra posible experiencia emocional.

Solemos predecir que seremos felices en ese viaje que tenemos programado a la montaña o a una ciudad costera. Que la pasaremos bien en la reunión con amigos que se programó para este sábado. Que nos divertiremos en el cine o en el teatro cuando compramos los boletos días antes. Que nos relajaremos en vacaciones. Aunque estemos sentados en el escritorio o haciendo fila en Correos, nos imaginamos esos acontecimientos futuros y nos sentimos felices y tranquilos. Lo que genera los sentimientos positivos no es que estemos viviendo en ese instante una experiencia disfrutable. Lo que desata el baño de emociones alegres es la predicción emocional. Por eso, los investigadores han llamado a este fenómeno «placer anticipatorio» o «alegría anticipatoria».

La predicción afectiva influye en la memoria y en los niveles de motivación

La cosa es que también funciona a la inversa. Imaginar que la reunión con los jefes o los compañeros de trabajo llevará a una eventual discusión genera estrés. Lo mismo que pensar que el tráfico estará complicado al salir por la mañana. O que los arrendadores no querrán hacerse cargo de los arreglos. O cualquier otra predicción de que un acontecimiento futuro saldrá mal. La mente se prepara para desarrollos negativos, por lo cual se genera una cascada de emociones negativas en el momento presente. Aunque en ese instante no esté pasando nada malo, el agobio arremete contra la psique. A este proceso cognitivo se le conoce como «ansiedad anticipatoria».

Se ha demostrado que la predicción afectiva influye en la memoria, en los niveles de motivación y en el desencadenamiento de la ansiedad social, además de impactar sobre el funcionamiento neuronal. Pero no se queda allí. De acuerdo con el modelo AER (anticipation-event-recall) planteado por los doctores Silvia Bellezza y Manel Baucells, la felicidad y el estrés se experimentan en tres fases: primero, la anticipación; luego, el evento; y finalmente, el recuerdo. La suma de estas tres conforma la «utilidad total» de una experiencia. Así, no solo nos sentimos felices (o estresados) en el momento en el que suceden los acontecimientos, sino también cuando los predecimos y cuando los evocamos una vez han quedado en el pasado.

Es por ello que, como explica la psicóloga Katherine Morgan Schafler, la anticipación es un elemento crucial que hay que tener en cuenta para el bienestar psíquico pues «pasamos mucho más tiempo anticipando los acontecimientos de nuestra vida que involucradas en ellos».

Así que, cuando la rumiación arrecie y la ansiedad anticipatoria opaque el panorama con el velo oscuro de sus predicciones, servirá recordar aquel diálogo de Emily Brontë en Cumbres borrascosas en el que se pregunta: «¿No le parece una tontería andar llorando una desgracia con veinte años de anticipación?».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Esto pudo ser de otra manera

Mariana Toro Nader

El pensamiento contrafactual es un reflejo cognitivo: todos imaginamos escenarios alternativos a lo que realmente pasó.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME