ENTREVISTAS

«Estados Unidos no es el único país que tiene problemas raciales»

Fotografía

Armando Gallo / ZUMA Studio
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16
junio
2020

Fotografía

Armando Gallo / ZUMA Studio

Durante muchos años fue el enfant terrible del cine independiente de Estados Unidos, el agitador perpetuo y un total incomprendido para la gran mayoría de la audiencia, a pesar de éxitos como ‘Haz lo que debas’ y ‘Malcolm X’. Hoy, a los 63 años y con un vasto palmarés que incluye el Oscar, el Emmy, el Bafta y diversos premios en Cannes, Venecia y Berlín, Spike Lee (Atlanta, 1957) se ha convertido en uno de los directores más respetados de la industria. Eso ha llevado a Netflix a financiar su última apuesta, ‘Da 5 Bloods’, una historia de aventuras que revisa el lugar que ocuparon los soldados negros en la Guerra de Vietnam y en la que no falta su peculiar toque militante por los derechos del pueblo afroamericano, reivindicación presente a lo largo de toda su carrera. Atrincherado en las oficinas que tiene en Nueva York –aunque él prefiere decir que está en «la república popular de Brooklyn»–, charlamos con el cineasta mientras multitudinarias manifestaciones antirracistas sacudían Estados Unidos como protesta por el asesinato de George Floyd


¿Cómo se siente frente a todo lo que está pasando en Estados Unidos y en el mundo en este momento? 

Siempre he sido muy optimista y no he perdido esa mirada. Haz lo que debas era una película muy optimista, y la hice 31 años atrás. Si analizas el asesinato de Eric Garner y te preguntas cuánto han cambiado los conflictos raciales en Estados Unidos, no ha habido un gran avance. Yo me tomo cada día como si fuera el único, y así he vivido la pandemia. Mi mirada no ha cambiado.

¿Cree que la historia volverá a repetirse o tiene esperanzas de que algo cambie?

La historia siempre vuelve a repetirse, pero soy optimista al ver a las generaciones de jóvenes blancos que se nos han sumado en las calles. Eso me ha levantado mucho el ánimo. Ya no somos solo los negros y los marrones los que protestamos, ahora están nuestras hermanas y hermanos blancos, que también participaron del movimiento por los derechos civiles. Eso ya lo viví mientras crecía y lo estoy viendo ahora otra vez.

¿De qué manera los que viven fuera de Estados Unidos pueden ayudar a que las cosas cambien allí en el plano racial?

Yo creo que es importante que la gente se fije en lo que está pasando en Estados Unidos, pero que también lo haga con respecto a lo que está ocurriendo en su propio país. Estados Unidos no es el único país que tiene problemas raciales. El presidente de Brasil es muy afortunado porque, al estar tan atentos a lo que pasa en el resto del mundo, la gente no le está prestando atención a lo que él hace allí, pero ese tío es tan malo como el Agente Naranja [Trump].

«La fundación de Estados Unidos es inmoral porque está basada en el genocidio y en el robo de tierras», le dijo a la BBC. Lleva hablando de estas cosas los últimos 40 años. ¿No siente que ha cambiado algo en la mirada que la sociedad estadounidense tiene sobre ello?

Claro que ha habido cambios, pero no han sido profundos porque la gente negra sigue siendo asesinada por doquier en Estados Unidos. Muchas veces por la policía y, además, para echarle sal a las heridas, los asesinos suelen quedar libres.

«Muchas veces le preguntan a los negros cómo acabar con el racismo, y la respuesta la tienen que encontrar precisamente quienes lo preguntan»

Algunos dirigentes han dicho que la única manera de golpear a la clase adinerada es destruyendo sus posesiones. ¿Qué opina de los saqueos que tuvieron lugar durante las  protestas antirracistas?

Los saqueos representan un porcentaje mínimo de las manifestaciones de la gente –negra, blanca, marrón y roja– que salieron de sus casas para pedir un cambio en Estados Unidos. Obviamente, los medios se centraron en los saqueos, porque basta una sola persona que arroje un cubo de basura a través de un escaparate para que la percepción de la audiencia se transforme. La mayor parte de la gente que está apoyando las protestas en este país son ciudadanos que respetan la ley y que están ejerciendo sus derechos, por lo que no hay que dejar que los saqueos nos hagan perder la perspectiva. No debería de haber ocurrido, pero lo hizo. Siempre va a aparecer alguien que va a tratar de sacar ventaja en situaciones como estas.

¿Por qué quiso incluir a un personaje negro que vota por Trump en su nueva película?

Yo prefiero no llamarle por su nombre. Para mí es el Agente Naranja, algo que funciona muy bien para una película sobre la Guerra de Vietnam. Mi difunta madre me dijo, cuando era muy pequeño, que no todos los negros pensamos y lucimos igual. Es así: hay un grupo muy reducido de gente negra que sigue al Agente Naranja. Mi coguionista, Kevin Willmott, pensó que era una buena idea incluir a uno de ellos entre estos cuatro veteranos, porque cada uno tiene un punto de vista diferente. Eso, además, le serviría a la audiencia para entender los traumas que este hombre experimentó desde que regresó de Vietnam. En cierta forma, es como un personaje trágico de Shakespeare. Además, mi adorado Delroy Lindo supo muy bien cómo darle vida a este individuo.

Me imagino que nunca pensó que su película tendría un estreno mundial en Netflix sin pasar por los cines…

Por supuesto. Los planes de todos los habitantes del planeta se vieron afectados por la epidemia, pero también creo que Dios trabaja de maneras misteriosas. Obviamente, este nunca fue el plan. Yo iba a ser el presidente del jurado en la edición de este año del Festival de Cannes y allí iba a tener lugar la première mundial, fuera de competición. Después, se iba a estrenar en los cines, como lo hizo Scorsese con The Irishman, pero la COVID-19 nos cambió los planes.

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Imagen del rodaje de ‘Da 5 bloods’. De izquierda a derecha, Spike Lee, Isiah Whithlock Jr., Delroy Lindo, Jonathan Majors, Clarke Peters y Norm Lewis. || © Foto: David Lee / Netflix.

¿Cómo se le ocurrió contar esta historia?

Para empezar, tengo que aclarar que yo no predije lo del coronavirus. Lo que está en la película ya estaba allí cuando los guionistas originales, Danny Bilson y Paul De Meo, me trajeron el guion. Ellos lo escribieron como un proyecto personal, que originalmente se llamaba El último tour y trataba sobre cuatro veteranos blancos que vuelven a Vietnam para buscar un tesoro oculto. Lloyd Levin, mi coproductor, se lo compró y se lo llevó a Oliver Stone que, después de dos años, finalmente sintió que no lo podía hacer. Entonces Lloyd leyó un artículo en el que mencionaba mi pasión por El tesoro de la Sierra Madre y pensó que yo podía hacer la película. Así fue como, junto a mi coguionista Kevin Willmott, lo cambiamos y convertimos a los cuatro veteranos en negros .

¿Cómo siente que trata la comunidad negra de Estados Unidos a sus propios veteranos de Vietnam?

No les trata bien. No te vas a dar cuenta que alguien es un veterano de Vietnam a menos que lleve algo en la ropa que les identifique. Son simplemente hombres negros de cierta edad. A los veteranos negros les escupieron y les denigraron, igual que les pasó a los blancos, porque fue una guerra inmoral en la que algunas de las atrocidades que cometieron los soldados estadounidenses fueron televisadas.

¿Cuál es su conexión con las películas sobre la Guerra de Vietnam?

Enorme. La razón por la que le di uno de los papeles protagonistas a Laurence Fishburne en Aulas turbulentas fue porque le vi en Apocalypse Now. Lo mismo pasó con Albert Hall en Malcolm X. Tengo un enorme respeto por Oliver Stone y las películas que hizo sobre Vietnam, porque además estuvo allí, no es que se imagine cómo fue esa guerra. Lo mismo vale para mi hermano Francis Ford Coppola. En Da 5 Bloods no es difícil descubrir dónde he introducido un par de homenajes a Apocalypse Now.

¿Y con la guerra en sí?

Yo tenía 10 años en 1967, edad suficiente para saber lo que estaba pasando pero no para que me llamaran para hacer el servicio militar. Volver a hablar de esa guerra me permitió darme cuenta que fue la primera vez que un conflicto bélico se metió en los hogares de la gente a través de la televisión. En Nueva York a las seis de la tarde veíamos las noticias locales y a las siete las nacionales, por eso, cada vez que en la película mostramos escenas de la guerra, las filmamos en Super 16, el formato que usaban los telediarios en aquel entonces. También me acuerdo de los disturbios cuando el doctor [Martin Luther] King fue asesinado en 1968. Yo tenía once años y recuerdo las protestas contra la guerra y la dimisión de Nixon. Aunque hice una película sobre la Segunda Guerra Mundial –Milagro en Santa Ana–, yo no había nacido aún cuando sucedió, pero sí tengo una conexión muy personal con la Guerra de Vietnam.

A su juicio, ¿qué es lo que hace falta para que el ‘Agente Naranja’ no sea reelegido como presidente?

Tenemos que ir todos a votar. Este hombre se tiene que ir. Estoy convencido que, si vuelve a ganar, el mundo entero va a estar en peligro, no solo Estados Unidos.

«La de Vietnam fue una guerra inmoral en la que algunas de las atrocidades que cometieron los soldados norteamericanos fueron televisadas»

¿Puede el arte cambiar el mundo?

Absolutamente. Me iré a la tumba creyendo que el arte puede cambiar al mundo, pero es discutible en qué medida o en qué cantidad puede hacerlo. Muchas veces le preguntan a los negros cómo se puede terminar con el racismo, y la respuesta la tienen que encontrar precisamente quienes lo preguntan. Cuando hablábamos de lo optimista que soy, te respondí que lo era porque son los hermanos blancos y jóvenes los que han salido a las calles, como ya lo hicieron cuando yo era un niño. Desde aquel entonces no había visto a tanta gente blanca saliendo a protestar a las calles. Creo que deberíamos llamarlo levantamientos, no disturbios, porque la palabra disturbio tiene una connotación negativa. Cuando leo la lista de las ciudades estadounidenses en las que ha habido levantamientos y veo que figura Salt Lake City, no puedo dejar de asombrarme. ¿Cuántos negros viven allí? ¿Cuántos viven en Des Moines, en Iowa? Creo que estamos viendo a un número inusual de gente blanca que está haciendo lo correcto, que está denunciando que la situación de injusticia tiene que terminar y que las vidas negras son importantes.

Sus películas hoy son reconocidas y aplaudidas en todo el mundo, pero no siempre fue así…

Es cierto. He hecho unas cuantas películas que fueron ignoradas por la audiencia. La gente no le prestó atención a La última noche, y lo mismo pasó con Bamboozled. Hoy Haz lo que debas se considera un clásico, pero cuando se estrenó me acusaban de estar promoviendo disturbios con esa película. Hubo mucha gente que decía que yo iba a tener sangre en las manos por lo que se decía en ella.

¿Qué cosas le quedan aún por explorar?

Hace muchos años leí la última entrevista que concedió Akira Kurosawa, en la que le preguntaban si todavía tenía algo que aprender sobre cine. Cuando había terminado la que sería su última película, Kurosawa, que es mi héroe, respondió: «todavía me queda un universo para aprender sobre el cine». Él ya decía eso cuando yo todavía estaba en la escuela de cine, y es algo que llevo siempre en mi corazón. Uno nunca deja de aprender. A medida que han pasado los años, he adquirido un mejor manejo del lenguaje cinematográfico, me he atrevido a experimentar más y a combinar un poco de todo. Si te fijas en esta película, verás que hay que prestar atención a la narración, al material de archivo, a las fotografías… He puesto muchas cosas diferented en una misma olla y lo he puesto todo a cocinar. También he aprendido que, una vez que apagas el fuego, tienes que dejar que el guiso se asiente para que todo se mezcle bien. En ese sentido, hoy me atrevo a hacer cosas que no habría intentado antes.

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