«La sociedad civil organizada es quien más ha hecho por cumplir la Agenda 2030»
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«La utopía –profetizaba Galeano en una de sus más célebres reflexiones– sirve para caminar». Bajo esa presunta intención se firmaron en 2015 los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el pacto global más ambicioso de nuestro tiempo para erradicar la pobreza extrema, reducir las desigualdades y revertir la emergencia climática. Por aquel entonces, lejos de la sede neoyorkina de Naciones Unidas, Ione Belarra (Pamplona, 1987) daba sus primeros pasos en política. Hoy, esta psicóloga de formación y política de ejercicio es la secretaria de Estado para la Agenda 2030. Hablamos con ella a propósito del quinto aniversario del acuerdo.
Con el 2020 se inauguraba una década prometedora en términos de desarrollo sostenible, pero apenas arrancaba la llamada Década de Acción para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, irrumpió la covid-19. ¿Cómo impacta esta crisis sanitaria, económica y social en la implementación de la agenda global?
La Agenda 2030 tiene que ser la hoja de ruta para afrontar esta crisis. No puede quedar aparcada en una esquina del tablero. Como una especie de espejo de aumento, la pandemia ha puesto frente al espejo cuáles eran los elementos que ya estaban en crisis en nuestras sociedades. Estoy pensando, por ejemplo, en los cuidados, que estaban relegados al ámbito doméstico y seguían cayendo solo sobre los hombros de las mujeres. O en la emergencia climática: los expertos ya advertían de que la pérdida de biodiversidad podía tener aparejadas enfermedades. Lo que ha hecho esta crisis es amplificar una serie de problemas que ya estaban encima de la mesa, a los que ya daba respuesta la Agenda 2030. Precisamente ahora necesitamos más Agenda 2030 que nunca. Solo vamos a ser capaces de salir de esta crisis si cumplimos con la Agenda 2030. Honestamente, creo que España puede considerarse un referente en cómo se ha afrontado la crisis, que es de una manera diametralmente opuesta a cómo se enfrentó la de 2008, y que básicamente ha intentado desde el principio proteger a la gente, sobre todo a la más vulnerable. Para eso construimos el escudo social, que ha servido para parar ese primer golpe. Ahora necesitamos ponernos a la tarea para que esta crisis sea una oportunidad de construir el país que ya estábamos imaginando con la Agenda 2030: más verde, más feminista, más justo. Nos tiene que servir para reflexionar y para trabajar más rápido en la consecución de esos objetivos, sobre todo porque, a propósito de los fondos europeos, creo que no vamos a volver a tener una oportunidad tan buena en términos de financiación en mucho tiempo para poder afrontar las grandes reformas que necesita nuestro país. Es el momento de acelerar el cumplimiento de la Agenda.
Se cumplen cinco años de la firma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Qué balance podemos hacer en lo que respecta a los compromisos adquiridos por parte de los países en general y de España en particular? ¿Hemos perdido el tiempo?
A nivel global, cada vez más países son conscientes, y en ese sentido creo que la Agenda es un éxito sin paliativos, porque por primera vez pone de acuerdo a toda la comunidad internacional sobre cuáles son los retos de nuestro tiempo. Respecto al grado de cumplimiento, estoy moderadamente satisfecha con la incorporación que están haciendo bastantes países en términos de gobernanza de la Agenda, porque creo que esas estructuras estables son necesarias; es el andamio que permite después hacer la obra. Nosotros hemos sido muy ambiciosos en materia de gobernanza en estos primeros meses de Gobierno. En la secretaría de Estado tenemos funciones ejecutivas y creo que somos el único país del mundo en el que la Agenda 2030 tiene rango de vicepresidencia. Respecto a los retos, evidentemente queda muchísimo por hacer, pero tanto el anterior Gobierno del partido socialista en solitario como este Gobierno de coalición se han puesto a la tarea. Es verdad que se podría haber hecho más en los últimos cinco años, si bien se ha hecho más por la Agenda 2030 en estos pocos meses que en los cinco años anteriores. Hay que pasar de las palabras a los hechos de una vez por todas. Es lo que queremos y lo que estamos demostrando. Lo primero que hicimos al llegar al Gobierno fue subir el salario mínimo interprofesional, declarar la emergencia climática, derogar los despidos por motivos de baja médica… Revela que hay una voluntad real de hacer políticas que cumplan con la Agenda. Una vez que tienes esa voluntad, que suele ser lo que más falta en muchos países, estás en el camino de hacerlo.
«Una mayor justicia fiscal en España es fundamental para cumplir con la Agenda 2030»
La OMS alerta de que solo unos «pocos países» cumplirán con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Será España uno de ellos?
Es nuestro objetivo, poner a España en la cabeza del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Según un estudio elaborado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés) y la Fundación Bertelsmann, España no aprueba en ninguno de los 17 objetivos, y obtiene una puntuación especialmente baja en varios de ellos: acción climática, lucha contra el hambre y la desnutrición, trabajo decente, reducción de las desigualdades o conservación de la biodiversidad, entre otros. ¿Qué esfuerzos propone el Gobierno para fortalecer estos puntos débiles?
El Informe de Progreso pone encima de la mesa, por un lado, lo que sí hemos hecho para poder empezar a cumplir con la Agenda en estos primeros meses de Gobierno, sobre todo en cómo hemos afrontado la crisis de la covid-19, pero también señala cuáles son los grandes retos de nuestro tiempo. No se nos escapa que España necesita un refuerzo claro de los servicios públicos, como ha quedado claro en esta crisis, y afrontar de una vez por todas la transición ecológica con firmeza. Eso es innegable. En cuanto a los resultados en datos, evidentemente vamos a necesitar algo de tiempo para que eso se vea reflejado en los indicadores. Yo me centraría en los pasos que estamos dando ya. De las políticas palanca que se definieron en el plan de acción de 2018, prácticamente todas están ya o ejecutadas o en vías muy avanzadas de ejecución. Por ejemplo, la ley de cambio climático, que ya fue aprobada en el Consejo de Ministros y que está ahora en tramitación parlamentaria. Es una ley que evidentemente puede ser mejorada, pero que tiene objetivos bastante ambiciosos: ser climáticamente neutros en 2050, reducir la energía primaria cerca de un 40% para 2030, tener una producción de renovables del 75% para la energía eléctrica en 2030… Son objetivos que van a lo concreto, que nos fijan un horizonte de cumplimiento: está escrito negro sobre blanco en un texto legislativo y revela que no son solo palabras, sino compromisos firmes. Con la Estrategia para el Desarrollo Sostenible, esa hoja de ruta va a ser enormemente clara. Una vez la tengamos, contaremos ya con indicadores y plazos para cumplir con la Agenda.
¿En qué estado se encuentra esa Estrategia para el Desarrollo Sostenible y cuáles serán las primeras medidas a implementar? Como señalabas, urge pasar de la retórica a los hechos. No basta con llevar un pin en la solapa…
Nuestro objetivo es presentarla en junio de 2021. Creo que es un plazo razonable teniendo en cuenta que tenemos que alinear no solo al Gobierno de coalición, sino también al conjunto de las administraciones públicas, a las comunidades autónomas, a los entes municipales, al sector privado, a la sociedad civil y a la academia. Se requerirá un gran debate de país, una reflexión conjunta, porque realmente ahí es donde vamos a concretar las políticas que vamos a poner en marcha. La protección de los servicios públicos; un sistema estatal de cuidados que cumpla con los derechos de todas las personas, sobre todo de las personas mayores; una apuesta real por la transición ecológica, la digitalización y la movilidad sostenible. Todo eso va a estar reflejado en la Estrategia. Es lo que se reclama de nosotros, una política pública que planifica y que plantea cómo se va a hacer tanto el seguimiento como la evaluación de esas políticas. Hasta esa fecha, claro, vamos a seguir haciendo cosas para cumplir con la Agenda, no nos vamos a dormir en los laureles.
¿Qué funciones concretas desempeñará el Consejo de Desarrollo Sostenible, que recientemente ha pasado de tener 45 vocales a 60?
Para nosotras, el Consejo de Desarrollo Sostenible es un actor clave, protagónico, que tiene que jugar un papel fundamental, primero, en diseño de la estrategia y, después, en su seguimiento y evaluación, porque pensamos que la sociedad civil organizada, en realidad, ha sido quien más ha hecho por el cumplimiento de la Agenda 2030 en estos últimos cinco años y en la última década en España, incluso cuando había organizaciones y movimientos sociales que no lo anunciaban así, que no decían que estaban cumpliendo con la Agenda 2030. Por ejemplo, quienes más han impulsado el objetivo de lograr comunidades y ciudades sostenibles en lo relativo al derecho a la vivienda han sido los movimientos sociales por la defensa de la vivienda digna. O quienes más han hecho por una sanidad pública de calidad son las mareas ciudadanas. Por no hablar de las grandes organizaciones ecologistas que muchas veces han gritado en el desierto más absoluto, reclamando medidas concretas para afrontar el cambio climático. Precisamente la función del Consejo es asesorar y acompañar tanto al Gobierno como al conjunto de las administraciones públicas para que esa Estrategia sea lo más ambiciosa posible y fije objetivos concretos que impidan el día de mañana decir que nos hemos escaqueado.
«La movilidad sostenible va a ser el gran desafío de la próxima década»
¿Cómo orientar o alinear los Presupuestos Generales del Estado con las exigencias de la Agenda 2030? ¿En qué políticas se traducirían?
Los Presupuestos Generales del Estado van a ser la gran política de la legislatura. Van a ser los primeros que estén alineados con la Agenda 2030. Eso es un éxito que nos vuelve a colocar a la vanguardia internacional. Y tengo que felicitar el trabajo realmente excepcional que ha hecho el Ministerio de Hacienda. No es nada fácil incorporar la Agenda 2030 en el núcleo duro de la elaboración presupuestaria. Para mí, la clave tiene que ver con lo que llamamos la coherencia de políticas: no se trata solo de que todas las políticas que hagamos contribuyan al cumplimiento de la Agenda 2030, sino también de que ninguna de las políticas le reste. Estoy pensando en políticas migratorias, de defensa… y todas ellas han de estar reflejadas en los Presupuestos Generales del Estado.
Los recursos destinados al cumplimiento de los ODS en España no cuentan con un sistema de seguimiento que permita medirlos correctamente. La ciudadanía tiene derecho a saber cuánto dinero público se destina a los ODS, a qué ODS se destina más y a cuál se destina menos o los avances en cada territorio. ¿Qué metodología propone desarrollar el Gobierno para la rendición de cuentas sobre el cumplimiento de esta Agenda?
El reto es sobre todo comunicativo, porque muchos de los indicadores que se necesitan ya existen, tanto de ámbito nacional como autonómicos como a nivel europeo. Debemos ser capaces de hacerle entender a la gente que la Agenda 2030 es algo en lo que tiene que estar involucrado todo el mundo. Y que cumplir con ella significa que sus vidas van a mejorar muchísimo. Me atrevo a decir que cumplir con la Agenda 2030 sería construir el país que la mayoría de nosotros y nosotras le queremos legar a nuestras hijas e hijos. La cuestión es que esa información sea comprensible y accesible para el conjunto de la ciudadanía. Hay que sintetizarla, simplificarla y hacerla comunicable. La transparencia es fundamental. Si esa información existe, pero son tablas de datos absolutamente ilegibles para cualquiera que no sea un experto en metodología, no estamos consiguiendo el objetivo. Para ello estamos trabajando en diseño web, con el Instituto Nacional de Estadística de manera muy estrecha. Pero sobre todo es un reto de acción, de hacer políticas que nos ayuden a mejorar los resultados en esos indicadores.
«Solo vamos a ser capaces de salir de esta crisis si cumplimos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible»
Hablemos de una gran olvidada (o despreciada): la cooperación internacional. ¿Es posible centrar esfuerzos en este ámbito en mitad de una crisis como la que vivimos?
Es el momento de la solidaridad internacional. Esta crisis pandémica ha evidenciado que ningún país puede afrontar sus problemas en solitario. Los problemas que tenemos son comunes y tenemos que darles soluciones comunes. La política de cooperación tiene que ser central, una política de Estado que tiene que recuperar el papel que jugaba antes e incluso mejorarlo, teniendo en cuenta que ha sufrido los recortes más brutales en la última década. La última década ha sido una década perdida para los servicios públicos en general, pero especialmente para la política de cooperación. Debemos ser capaces de que la cooperación española tenga marcas de la casa: el trabajo en favor de la igualdad entre hombres y mujeres, la lucha contra la emergencia climática, la justicia fiscal… Perseguir un mundo más justo, en definitiva. Creo que ese tiene que ser el grueso de la cooperación española.
Desde sus inicios hasta su entrada en el Gobierno, Podemos ha abrazado posturas anticapitalistas y en defensa del decrecimiento de las que se ha ido alejando progresivamente. ¿Cómo debe ser la transformación del modelo productivo, teniendo en cuenta que la Agenda 2030 aboga por un crecimiento –sostenido y sostenible– de la economía? En ese sentido, podríamos decir que es una agenda socialdemócrata.
Efectivamente, la Agenda 2030 se ha definido así en algunas ocasiones, pero, si somos realistas, para reformar el modelo productivo tenemos que poner en el centro del debate una cuestión importante: la de la justicia fiscal. Eso es algo que hemos defendido desde nuestros inicios. Es la piedra de toque, porque ahora mismo España está muy lejos de la media de la Unión Europea: siete puntos por debajo en presión fiscal. Trabajar en una mayor justicia y armonización fiscal va a ser fundamental para poder cumplir con la Agenda 2030. Y en lo que tiene que ver con la transformación industrial de nuestro país, la transición ecológica es clave. Tenemos que conseguir una reindustrialización verde. No puede ser que hayamos tenido muchas dificultades para producir por nosotras mismas materiales que se han demostrado esenciales durante la pandemia –pienso en mascarillas o respiradores–. También tenemos que avanzar hacia un consumo más responsable y más sostenible. Y avanzar hacia una movilidad sostenible, mejorando la interoperabilidad y la intermovilidad de los servicios públicos, apoyándonos en las nuevas tecnologías y en la digitalización. Creo que la movilidad va a ser el gran desafío de la próxima década. Esto va a conllevar una reducción real de las emisiones de CO2 y nos va a permitir acercarnos a los objetivos de la ley de cambio climático. También es fundamental la vivienda. Muchas personas en España no tienen acceso a una vivienda de calidad o tienen que dedicarle un porcentaje demasiado alto de sus ingresos. Necesitamos urgentemente avanzar en el parque público de vivienda y, por otro lado, en la sostenibilidad y eficiencia energética, un motor económico que puede generar entre 250.000 y 300.000 empleos estables. Aparte de la inversión en vivienda, necesitamos una regulación del mercado del alquiler, pinchar de una vez por todas la burbuja. Eso también ayudaría en gran medida a transformar el modelo económico y productivo. Y necesitamos un sistema estatal de cuidados que contribuya a la igualdad entre hombres y mujeres y nos permita generar empleos de calidad en España que no son deslocalizables a otros países.
La Agenda 2030 es una Agenda de y para todos. ¿Cómo conseguir que ese mensaje cale en un escenario tan polarizado y fragmentado? ¿Hay suficiente consenso en España para alcanzar los ODS?
El consenso político en España en torno a la Agenda 2030 es enorme. Solo hay un grupo parlamentario que se ha desmarcado abiertamente, la ultra-ultra derecha. Para mí, el reto está en acercar la Agenda a la ciudadanía, que la gente entienda que todos y todas tenemos que poner nuestro granito de arena para que se cumpla. Todos tenemos que trabajar para cuidar lo público, que esta crisis ha demostrado que es lo único que responde cuando las cosas se ponen difíciles.
«España necesita afrontar de una vez por todas la transición ecológica con firmeza»
Y las empresas y los actores financieros, ¿qué rol juegan?
El sector privado en general está bastante comprometido con la Agenda 2030, pero queremos hacer una distinción muy clara entre aquellas empresas que están asumiendo compromisos e implicando una transformación real de sus modelos de negocio y aquellas otras que están haciendo greenwashing. Tenemos la obligación de reforzar y de poner en valor a esas empresas verdaderamente comprometidas con los ODS, que son muchas. Y especialmente a las pymes. Estamos trabajando ya en un sello que nos permita certificar con claridad cuáles son aquellas empresas que cumplen con la Agenda 2030. Es importante que el sector público tenga un papel de liderazgo. Sobre todo, porque eso redunda en el beneficio de las empresas que se lo toman en serio y que están haciendo mucho.
¿Puedes avanzarme alguno de los requisitos que se exigirá a la hora de otorgar este sello?
De momento es preliminar, estamos diseñándolo, pero es uno de los proyectos más interesantes que tenemos entre manos y uno de los que confío en que pueda obtener financiación presupuestaria a nivel europeo.
En tus propias palabras, la Agenda 2030 puede o no ser transformadora en función de cómo se aplique. ¿Qué mensaje te gustaría dar en un no tan lejano año 2030?
Buena pregunta… «Cumplimos con nuestra palabra. Dijimos que lo íbamos a hacer y lo hicimos».
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