ENTREVISTAS

«Estamos ante una transformación social absoluta»

Andreu Buenafuente, una de las grandes figuras del humor en España, responde en este encuentro organizado por Ethic a las preguntas del presidente de Médicos Sin Fronteras, José Antonio Bastos.

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01
mayo
2013

Andreu Buenafuente, una de las grandes figuras del humor en España, responde en este encuentro organizado por Ethic a las preguntas del presidente de Médicos Sin Fronteras, José Antonio Bastos. Un diálogo en forma de entrevista en el que los dos personajes públicos sobrevuelan las sombras de estos tiempos convulsos que vivimos para trazar, a pesar de todo, una estela de esperanza y optimismo.

La desconfianza ante el poder y los políticos se ha escenificado en manifestaciones como el 15-M y el 25-S. ¿Crees que esto anticipa algún cambio sustancial en la forma de relacionarse entre los ciudadanos y el poder político y financiero?

Desde mi modestia, que quiero dejar de entrada muy clara, porque no soy ni un gran pensador ni un gran sociólogo, sencillamente soy una persona de la calle, quizá entrenada en escuchar y contar lo que pasa, pero a menudo pienso que sin los conocimientos suficientes para leer la intensidad y la profundidad de este cambio. Esto lo quiero dejar claro porque quizá se puede pensar que peco de arrogancia en el análisis de algo tan grande como lo que estamos viviendo. Creo que estamos ante una transformación social absoluta. Es un momento apasionantemente terrible, bipolar. Ves lo terrible de la degradación del Estado del Bienestar, pero tiene una parte apasionante, que es que ves que el mundo al fin se está moviendo. Es jodido pensar que esto pasa por fuerza porque cuando estábamos más acomodados, aunque intuíamos la injusticia no nos movíamos. Pero también tenemos que reconciliarnos. El ser humano es así: funcionamos a base de ostias y el conflicto nos hace empujar. Está en entredicho ya no solo nuestra relación con los políticos, sino algo más profundo. La gente ve que este sistema hay que cambiarlo: no funciona, nos ha arruinado y no nos augura un buen futuro. Yo soy muy optimista en este sentido. Por eso me molesta mucho cuando los políticos banalizan y no le dan importancia a la manifestaciones de la gente en la calle.

¿Qué piensas sobre la crisis que atraviesa Europa? Uno ve las imágenes sobre lo que hacemos con los inmigrantes que llegan desvalidos y se cuestiona la idea que tenemos de una Europa social…

Lo que está pasando nos ha permitido viajar al corazón europeo y no nos gusta nada lo que vemos. Ya no nos gustaba nada esa unión monetaria, que en definitiva veías que era como una partida de Monopoly. Pensabas, más allá de que tengamos una moneda, el euro, para plantar cara al dólar, ¿qué valores tenemos?, ¿estamos realmente unidos en un pensamiento de justicia social? Todo eso lo pasamos por alto y es ahora cuándo lo vemos. Es alucinante que la UE lleve dos o tres años intentado ponerse de acuerdo. Quizá cuando intentas ponerte de acuerdo durante tres años y no lo consigues es que no la vas a conseguir nunca. Es muy difícil y muy defectuosa está UE y cae en injusticias. Yo la veo muy preocupada por su dinero y eso es, quizá, lo más penoso de todo. Es una época en la que parece que lo único que importa es que hay que guardar el dinero. En lugar de revisar el proyecto y ser más tolerantes aquí estamos con que Alemania dice que hay que devolver un dinero… Parece que lo que tenemos es hambre para hoy y hambre para mañana.

En MSF, cuando vamos a desarrollar un proyecto para ayudar a una población tenemos que hacer un gran esfuerzo y explicar quiénes somos y lo que queremos para que no nos acepten. Quizá por eso nos llama la atención lo que ocurre con esta crisis. Algo tan complejo y en España parece que nadie quiere dar explicaciones a los ciudadanos sobre lo que está pasando. Pero no es sólo el Gobierno, parece que todos hemos perdido la capacidad de explicarnos el uno al otro.

Totalmente de acuerdo, pero prefiero ser optimista. Hoy en día vivimos en una sociedad en libertad y eso hay que recordarlo. Hay buenos periodistas, hay buenos blogs, programas de radio… Y todo eso hay que utilizarlo. No estamos en una dictadura. Quizá nuestra responsabilidad es buscar y seleccionar la información porque está ahí. Lo digo porque a veces parece que se articula una cierta idea conspiranoide. Ya sabemos que hay unos medios que hacen periodismo espectáculo, pero la verdad va por otros caminos dónde puede encontrarse. Yo busco consigo buena información en Internet y no soy ningún genio. Hay gente que está dando buena información en este país y esto tiene que ver con esa transformación social.

Desde que se desató la crisis han subido los socios de MSF en España. La sociedad española tiene un instinto solidario muy fuerte y esto contrasta con los Gobiernos, que están dando marcha atrás en todo lo que es apoyo social.

Es otra prueba de que no puedes contar con los gobiernos para un campo tan importante como la cooperación. Por otro lado, me reconforta que me cuentes eso sobre el instinto solidario de los ciudadanos porque yo tenía una sensación de que la crisis conllevaba un crecimiento de la insolidaridad. Reconforta y me reconcilia saber que esa pulsión solidaria no se pierde. Y es dónde ves que en esa sociedad es donde está el campo de trabajo. Mientras los gobiernos disminuyen sus ayudas los ciudadanos las aumentan.

Me han comentado que haces y coleccionas fotografías de sitios feos. Los llamas costuras del mundo, rincones sin limpiar, acumuladores de porquería. En frente de un mundo donde nos preocupan cosas como tener el iPhone 5 encontramos otro mundo con millones de muertos por el hambre, la guerra y la pobreza. ¿Dónde pondrías tu foco para denunciar la fealdad en este mundo?

 

Ostras, hay tantas cosas. Es terrible, por ejemplo, lo que está ocurriendo en Siria. He estado en Madagascar con una ONG pequeña, pero muy efectiva, que se llama Yamuna, y he tenido la oportunidad de ver un país con una miseria realmente insoportable. Pero mientras que dentro del grupo que íbamos había gente que no podía soportarlo, a mí me entró una especie de energía y de fuerza. El ser humano es muy imperfecto: no nos gusta sufrir y ante el iPhone 5 y unos fotos de Ruanda, pues te quedas con el iPhone 5. Es como una cuestión de supervivencia: no hay que culpar excesivamente al hombre. Creo que el debate sería más entre lo justo y lo injusto. Ahí es dónde debe surgir la colaboración de todos.

Gila no habló con humor de las absurdo de la guerra. Berlanga sobre la miseria  moral y los abusos a los más débiles. ¿Se puede contar todo con humor?

Yo suelo decir que se debe contar todo con humor. Filtrarlo con tu capacidad sarcástica. Pero también digo que hay una última frontera que no se puede superar, que es el dolor. El dolor no aguanta bromas. En unas chabolas míseras de Madagascar, con gente sufriendo, no brota el humor. Pero el humor tiene que llegar hasta la frontera del dolor. Y tiene que meterse mucho con el poder, tiene que atacar el poder injusto. No es ninguna novedad: a través del humor puedes hacer la crítica más feroz y que penetre mucho más en la sociedad. A veces un tipo cabreado, cargado de verdad, te puede repeler. Pero un humorista tocando los mismos temas te hace sonreír y pensar. Es un arma poderosísima y que tenemos que manejar con responsabilidad los cómicos. Cuando sabes que te están escuchando un millón de personas y que tus palabras tienen fuerza, tienes que hacerlo con responsabilidad.

¿Y qué opinas sobre las consecuencias de la publicación de las caricaturas de Mahoma? No es fácil porque ha costado la vida de personas.

Ahí nos ponen en un brete, en un territorio donde empieza a haber amenazas personales y físicas. Yo estoy por la libertad total del humor. Entiendo que hay algo que quizá  nunca conseguiremos, que es un cambio de mentalidad en el mundo musulmán… Yo soy humorista, pero también soy ciudadano, y si por mi chiste hay cuatro muertos, pues yo quito mi chiste. Pero no lo quito con ganas ni mucho menos satisfecho. Por otro lado, el humor español no tiene ese perfil de humor cañero que creo que deberíamos tener. Creo que nos hemos instalado en un humor muy naif, muy costumbrista, que funcionó durante un tiempo. Es algo que me sorprende mucho del humor en España. En Italia, en Francia, hay tipos que levantan la mano y lanzan mensajes fuertes. Aquí es algo que no tenemos. Está solamente Wyoming, yo hacía lo que podía cuando estaba… pero nos falta esa tradición de un hombre, un humorista que se planta en medio de un teatro para decir: «No me gusta nada lo que pasa en este país». ¿Por qué no hay un Dario Fo en España? Esta es una reflexión que deberíamos hacer sobre el humor y nuestra capacidad crítica.

Desde MSF tenemos claro que el apoyo de gente con tu relevancia y popularidad es clave para nosotros a nivel imagen y a nivel credibilidad. Pero siempre me he preguntado Qué sacáis vosotros, la gente famosa. Hay gente que dice que es prestigio social…

Este es un país a veces poco agradecido. A pesar de ser latinos  y calientes, a veces somos muy fríos. Sospechamos, envidiamos y tenemos unos perfiles un poco inquietantes como pueblo. Yo he llegado a escuchar que haces esto como marketing social. Esto pasa pero no debe influirnos, debes hacer caso a tu instinto y a tu ética y seguir hacia delante.

Me gustaría terminar hablando sobre utopías. Para mí lo ideal es un mundo sin guerras. Pero sé que es demasiado pedir. Mi utopía factible es detener el sida. Si los gobiernos del mundo y algún otro millonario como Bill Gates se decidieran a tratar a ocho millones de personas se detendría la transmisión. Es algo increíble y espero que no desaprovechemos esta oportunidad ¿Cuál es tu utopía factible?

Yo lo que no puedo entender es como Naciones Unidas no existe como tal. En el año 2012 no hemos sido capaces de creernos el papel de Naciones Unidas. Es muy triste. Digo la ONU como símbolo de una unión para hacer una labor ejecutiva. Al final los intereses económicos y militares se superponen. Esa constatación es trágica. Mi utopía sería que hablara el presidente de la ONU y callaran todos, pero parece que no puede ser.

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