ENTREVISTAS
«El silencio es lo más transformador que conozco»
Pablo d’Ors ha irrumpido con fuerza en el mercado literario con Biografía del Silencio (Siruela), un ensayo sobre la aventura interior de la meditación.
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COLABORA2015
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Pablo d’Ors ha irrumpido con fuerza en el mercado literario con Biografía del Silencio (Siruela), un ensayo sobre la aventura interior de la meditación. En un mundo frenético y ultramaterialista, contaminado por el ruido y que se mueve al ritmo absurdo de 140 caracteres, la obra de este escritor y sacerdote –nieto del filósofo Eugenio d’Ors– nos abre un nuevo espacio hacia el cambio y la transformación.
¿La digitalización, el torrente de las nuevas tecnologías, ese fenómeno de lo líquido que nos comoditiza, nos hace menos profundos y más uniformes?
Hay una tendencia mayoritaria hacia la uniformización. Pero junto a esto hay una minoría muy significativa que está caminando en este sentido espiritual. Por supuesto que será un camino minoritario, pero el poder del símbolo no hay que minusvalorarlo. Una flor en medio de un estercolero es brutal, demuestra las posibilidades. Este es el fundamento de nuestra esperanza.
¿Meditamos cada vez más porque hay un anhelo de plenitud no satisfecho?
Podríamos asociar la espiritualidad con la sabiduría. A mí me gusta decir que la religión es la copa y la espiritualidad el vino, y lo que nos interesa es el vino. Pero la cuestión es en qué copa vamos a beber, de dónde podemos beber. El prestigio de la espiritualidad se ha construido sobre el desprestigio de la religión. Pero en lo que a mí me llega no solamente hay un hambre de espiritualidad sino también un deseo profundo de reconciliarse con la propia tradición espiritual, en este caso el cristianismo. En España hay un deseo de acercamiento al cristianismo. Hay un hambre de espiritualidad y también hay un hambre de rito. La religión es mito y rito.
¿Animarías a nuestros líderes políticos a meditar?
El cultivo del silencio es esencial, y es lo más transformador que conozco. Creo que si nuestros parlamentos, congresos, universidades, hospitales y sindicatos precedieran sus actividades de espacios de silencio lo que emanaría de ellos sería mucho más auténtico y genuino. No se trata de mitificar el silencio, sino de experimentarlo y comprobar que tiene un poder enorme. El mantra es más poderoso que la bomba atómica, decía Ghandi.
¿Cómo calificarías la responsabilidad de nuestros dirigentes políticos?
El problema de nuestros políticos es que ponen como primordial lo que es secundario, lo práctico. Si no hay visión, lo práctico no tiene fundamento. Lo que hace falta es menos pragmatismo y más pensamiento. Yo entiendo que se quieran dar soluciones a los problemas, pero esa inmediatez o urgencia nos hace perder el norte, los verdaderos nudos que hay que desatar.
El Papa Francisco está desmantelando el aparato burocrático de la Iglesia. ¿Crees que habrá realmente un antes y un después? ¿Cuáles están siendo los principales signos del cambio?
Mi impresión es que el Santo Padre sabe llevar a la Iglesia con un timón firme pero flexible. Combina la exigencia con la indulgencia y el rigor con la ternura de una manera muy ejemplar. El éxito del Papa es que ejerce de padre en un mundo sin padres. Se está demandando paternidad espiritual de una manera increíble y el Santo Padre tiene esa autoridad. Como signos de cambio, asistí a la última asamblea del Consejo Pontificio de Cultura y me di cuenta de que ahora mismo existen una pluralidad y una libertad enormes dentro de la Iglesia.
El Papa Francisco te designó nuevo consejero del Pontificio Consejo de Cultura para que ahondaras sobre problemas que tienen que ver con la relación Iglesia-mundo. ¿Cómo los resumirías?
He enviado un par de informes. Uno sobre el fenómeno cultural, es decir, cómo debe entender la Iglesia su presencia en la cultura. Este viaje de ida y vuelta de la Iglesia a la cultura y de la cultura a la Iglesia. La Iglesia no solo debe aportar a la sociedad civil sino también recibir. Y otro sobre el papel de la mujer en la Iglesia, que me pidió el Cardenal Ravasi, para el que hice un sondeo a una muestra de mujeres, creyentes y no creyentes, para ver qué opinaban ellas sobre la presencia de la mujer en la Iglesia Católica.
¿Y eres optimista en la solución de los problemas que afectan a la Iglesia? Concretamente, el tema de la mujer, la pederastia, el celibato, etc.
No es que sea optimista, soy esperanzado. Estamos en un momento de giro muy significativo. Pero la visión de la mujer en la Iglesia que tenemos en Occidente no es compartida por el resto del mundo. Así como aquí pensamos que todavía hay mucho que hacer en este campo, en el resto del planeta, en Asia, África y Latinoamérica, la Iglesia es más bien la pionera en los derechos de la mujer, más que criticar se la aplaude. Así que dependiendo de con qué prisma se vean las cosas se ven de una u otra manera.
¿No crees que estamos en momento de cambiar determinadas cosas, como el celibato?
No lo sé. Tampoco creo que sea un problema tan acuciante dentro de todos los inmensos problemas que hay en la humanidad y en la Iglesia. Mi opinión personal es que el celibato debería ser opcional. Es lo que yo pienso, pero no sé si con este Papa se dará este paso o no.
Popularmente se te conoce por haber revolucionado a la Iglesia en España con la introducción de la meditación Zen.
Tiene gracia que me pongan como pionero de la meditación cuando ha habido muchos otros precursores mucho más insignes que yo. Esto tiene una larga historia. Nosotros ofrecemos en Amigos del Desierto una escuela de meditación para todo el que quiera hacer la aventura interior. Sea creyente o no lo sea, pertenezca a la confesión católica o no. Es para todos. Al igual que cuando yo fui a una Shanga Zen había un budista presidiendo nuestras meditaciones, y eso no significaba que no pudiéramos estar allí personas no budistas.
Hay en tu liderazgo una cierta heterodoxia con respecto a las prácticas generalizadas dentro de la Iglesia.
Yo no me considero heterodoxo, no me desvío en absoluto de la doctrina. Creo que es más bien una cuestión de estilo que de fondo. Mi presencia física y verbal es muy secular… Si te haces demasiado extraño dejas de ser significativo para el otro. Es preciso mantener esta tensión de identidad y relevancia. Tienes que salvaguardar tu identidad y a la vez ser relevante. Muchos salvaguardan su identidad pero no se exponen a la vida pública, no hay una relevancia social.
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