Cien años de Carmen Martín Gaite
Este año se cumple el centenario de la escritora salmantina, así como el 25 aniversario de su muerte. Una oportunidad para recordar por qué ha sido una de las figuras literarias más importantes del siglo XX en España.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2025

Artículo
Las grandes cifras son una oportunidad para recuperar la memoria y la obra de las grandes figuras de las letras, incluso cuando —como es el caso de Carmen Martín Gaite— han seguido estando muy presentes para el público lector. Este año se celebra el centenario del nacimiento de la escritora originaria de Salamanca y el 25 aniversario de su muerte. Estas fechas permiten recordar por qué ha sido una de las figuras clave de la literatura española del siglo XX.
«No pedía permiso para vivir ni para escribir», le dice a Babelia la escritora Belén Gopegui. «Al abrirse camino, nos lo abría. Porque la suya fue siempre una libertad generosa, que hacía sitio a muchísimas personas, algunas escribían, cantaban, pintaban, otras no; nunca buscó el nombre ni el valor de cambio de las compañías, sino la amistad franca», añade.
Carmen Martín Gaite nació en Salamanca en 1925, en el seno de una familia progresista, como recuerda el documental La reina de las nieves. Por ello, tanto ella como su hermana Ana María fueron educadas en casa por una serie de tutores y por su propio padre (su madre no tenía una educación formal pero les transmitió el amor por la lectura). La familia no las envío a un colegio de monjas, como se estilaba, porque no querían que recibiesen una educación deficiente. La mayor de las hijas, Ana María, empezó a estudiar el bachillerato en Madrid, en la Institución Libre de Enseñanza, pero para Carmen la guerra truncó esos planes.
Hizo el bachillerato en Salamanca y fue en su universidad donde estudió Filosofía y Letras, con un período en la Universidad de Coimbra y una ampliación de estudios en Cannes. De estos viajes volvió convencida de que quería seguir estudiando y se fue a Madrid para hacer el doctorado. Como explica el documental, en la ciudad se encontró con viejos amigos de la licenciatura y, sobre todo, con el entorno de la bohemia cultural. «No teníamos dinero y sin embargo lo pasábamos muy bien», aseguraba años después la propia escritora. Había empezado a escribir en su infancia, pero es en estos años cuando arranca su carrera como escritora. En los años 50 se casa, tiene dos hijos (el primero de ellos, Miguel, muere a los 7 meses, un duro golpe) y, sobre todo, escribe y empieza a ganar premios.
Durante su larga carrera escribió novelas, cuentos, ensayo, poesía y también artículos de prensa y guiones
Su carrera como escritora de ficción sufre un parón en los años 60. Los cambios en las tendencias literarias posiblemente la perjudicaron (como teorizan en La reina de las nieves, el boom de la novela latinoamericana posiblemente hizo que las obras de la Generación de los 50 pasaran de moda) y ella misma deja de sentir placer en la escritura de ficción. Así que retoma su carrera como investigadora académica y empieza a publicar ensayo. Se adentró en el poco tratado entonces siglo XVIII: de sus investigaciones saldrán obras clave como Usos amorosos del dieciocho en España.
En su vida privada, entre los años 70 y 80 se separó de su marido (el también escritor Rafael Sánchez Ferlosio), pasó temporadas en Estados Unidos (donde impartió cursos) y tuvo que afrontar la muerte de su hija, Marta (una de las grandes tragedias de su biografía, con un importante impacto en su obra). En esos años, volvió a la ficción y empezó a ser reconocida con premios como el Nacional de Narrativa, el de Ensayo o el Príncipe de Asturias. Caperucita en Manhattan, publicada en 1990, se convirtió en un bestseller en varios idiomas. En los años 90, Martín Gaite era una de esas escritoras que logran ser tanto bendecidas por la crítica como por el público.
Durante su larga carrera escribió novelas, cuentos, ensayos, poesía, pero también artículos en prensa, traducciones o guiones (fue ella quien adaptó a la televisión Celia, de Elena Fortún). Tras su muerte en 2000, su legado pasó a manos de la Universidad de Salamanca (donde se conservan 96 libros, casi 1.400 manuscritos y 4.700 fotografías, entre otros documentos) y a la Fundación Martín Gaite, creada por su hermana Ana María y en la que se conserva su biblioteca.
Este año, su localidad natal, Salamanca, tiene previstas múltiples actividades culturales como celebración de su centenario. Las editoriales están ultimando sus propuestas, desde ediciones de sus obras (Siruela reeditará Visión de Nueva York, con sus collages de Nueva York, y lanzará la antología Páginas escogidas) hasta textos biográficos (como Carmiña de Julián Oslé, que publica Tres Hermanas, o la biografía de José Teruel que ha ganado el premio Comillas y sacará Tusquets en marzo). La agenda incluye también obras de teatro, con las adaptaciones de Caperucita en Manhattan y El cuarto de atrás, exposiciones que recuperarán su biografía o su trabajo con collages y diversos congresos.
COMENTARIOS