Salud

El poder curativo del arte

Las obras de arte estimulan nuestro cerebro, fomentan el pensamiento crítico y reducen el estrés. Escuchar música, ver una película o asistir al teatro incrementa nuestra sensación de bienestar y mejora nuestra salud física y mental.

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14
diciembre
2022

Los visitantes entran al Recinto Modernista de Sant Pau, en Barcelona, y se quedan estáticos unos segundos. En la audioguía cuentan que el arquitecto Lluís Domènech i Montaner decidió construir un hospital lleno de mosaicos y vitrales, jardines, techos pintados y columnas de flores. Honra el lema modernista de unir «lo bello y lo útil», pero en realidad va más allá: representa la total convicción en el poder curativo del arte y la belleza (algo ya sugerido por Dostoyevski en El idiota, donde insinuaba que «la belleza salvará el mundo»).

Hace unos años, el psicólogo Dacher Keltner afirmó que la Capilla Sixtina tenía poderes terapéuticos. Keltner descubrió que las grandes obras de arte no solo activan circuitos cerebrales de recompensa que neutralizan el estrés, sino que además estimulan los niveles saludables de citoquinas –proteínas cruciales para el sistema inmunitario– en el cuerpo.

De este modo, la pintura, la danza o la música, más allá de ser un lujo o un simple entretenimiento lúdico, se vuelve una actividad beneficiosa para la salud a nivel holístico (es decir, tanto a nivel corporal como mental). Según demostró la encuesta realizada por la Norwegian University of Science and Technology, pintar, bailar e interpretar un instrumento musical –o simplemente disfrutar del teatro o de un concierto– hace que las personas se sientan más saludables y menos deprimidas que aquellas que no participan en actividades culturales. 

Según la OMS, la enfermedad mental será el principal problema de salud en el mundo en el año 2030

No es la única institución con esta perspectiva. En la última década, varios estudios clínicos han probado que el arte mejora el estado de ánimo, reduce la presión arterial y tiene el potencial de aliviar la carga de la enfermedad crónica. Los investigadores Heather Stuckey y Jeremy Nobel, por ejemplo, demostraron que los pacientes que son expuestos al arte durante su estancia en el hospital se curan más rápido que aquellos que no. Algo similar demostraron desde Arts and Minds, en Inglaterra, donde encontraron una caída de más del 70% en los sentimientos de ansiedad y depresión entre los participantes de sus talleres artísticos en Cambridgeshire. Para lograr estos beneficios, además, ni siquiera parece necesario salir de casa: en medio del confinamiento por covid-19, la Aurora University, en Estados Unidos, afirmó que el simple hecho de ver una colección de arte por internet puede ayudar a calmar la mente. 

Los beneficios son aptos para todas las edades. En los niños, el arte alienta el pensamiento crítico y la imaginación, contribuyendo además a la resolución de problemas, ya que al crear una pieza artística no hay nada correcto o incorrecto, sino que cada cual puede inventar sus propias soluciones de la forma más cercana a su personalidad. Esta flexibilidad logra estimular el cerebro, preparándolo para realizar funciones complicadas en el futuro. Además, esta clase de creaciones mejoran la autoestima y proveen un sentimiento de logro: al culminar un proyecto creativo, un shot de dopamina recorre el cerebro y crea nuevas vías neuronales relacionadas con el bienestar.

Para los adultos más mayores, las actividades creativas ayudan a mantener la mente activa y contrarrestan el deterioro cognitivo. No solo eso: expresar la creatividad fomenta el crecimiento de nuevas células cerebrales y está relacionado con una mejor memoria, un mejor razonamiento y una mayor resiliencia en las personas mayores.

Pare de sufrir, póngase a crear

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay evidencia suficiente del valor potencial de las artes para prevenir la aparición de enfermedades mentales y el deterioro físico relacionado con la edad. Se trata de algo esencial, si se atiende a las previsiones de la OMS, las cuales alertan de que la enfermedad mental será el principal problema de salud en el mundo en el año 2030. Es por ello por lo que la organización promueve el desarrollo de políticas y estrategias de sinergia entre los sectores de la salud y de las artes. No se trata solo de una cuestión meramente humanitaria: invertir en arte y cultura puede ayudar a reducir la presión y el coste sobre el sistema de salud.

No hace falta ser un gran experto para beneficiarse de la producción artística. En realidad, basta con el entusiasmo del diletante. Así lo decía el escritor Kurt Vonnegut: «Practicar cualquier arte, sin importar cuán bien o mal, es una forma de hacer que el alma crezca». 

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