Sociedad
Yo compro, yo decido
«Cada vez que hacemos una compra estamos emitiendo un voto a favor del modelo de negocio que hay detrás de un producto».
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Estamos entrando, otra vez, en la época más consumista del año: la Navidad. El comienzo de esta época está marcado, además, por el Black Friday. Seguramente se trate de uno de los días más representativo de este hábito, donde la gente compra incluso aunque no necesite lo que adquiere.
Las grandes empresas han creado esta inercia por comprar, donde parece que si no lo haces te estás perdiendo algo. Pero ¿cuál es el mensaje que nos lanzan con campañas como el Black Friday basadas en descuentos tan agresivos? Nos dicen que los productos no tienen valor, que si los podemos comprar con un 40% o un 50% más baratos es que realmente valen poco. Ese es el mensaje que nos hacen interiorizar los precios baratos.
«Nos han educado para pensar que podemos comprar todo lo que queramos sin ninguna consecuencia»
Nos han educado para pensar que podemos comprar todo lo que queramos sin ningún tipo de consecuencia, pero no es así. Los productos baratos realmente cuestan mucho. Gastan muchos recursos como el agua -porque detrás de cualquier producto siempre hay agua-; implican materias no renovables, como en el caso de los plásticos; necesitan energía y suponen una gran generación de residuos. Se estima que después de haber usado un producto, en el caso de las prendas de ropa, unas seis veces, se tira.
Según el informe A new textile Economy de la Fundación Ellen MacArthur anualmente se producen cien mil millones de prendas. Por poner un ejemplo, para producir los 250 gramos de una camiseta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua, lo que una persona puede beber en tres años. ¿Es, entonces, representativo su precio comparado con el valor que realmente tiene?
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 12 habla del consumo y producción responsables; dice que si en el 2050 llegamos a ser los 9.600 millones de habitantes que se espera que seamos, necesitaríamos tres planetas para seguir produciendo y consumiendo de la manera que lo estamos haciendo actualmente. El Black Friday es un día, pero no olvidemos que el resto del año el consumo sigue muy presente
«Para producir los 250 gramos de una camiseta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua»
En un mundo como en el que vivimos, definido por lo que se vende y se compra, el poder de decidir el mundo en el que queremos vivir lo tenemos en nuestro monedero. Cada vez que hacemos una compra estamos emitiendo un voto a favor del modelo de negocio que hay detrás de un producto. Cuando compramos a grandes compañías estamos apoyando que unos pocos se hagan ricos mientras explotan los recursos de nuestros hijos y nietos y, al mismo tiempo, explotan a personas trabajadoras que no reciben salarios justos y trabajan de 10 a 16 horas al día seis o siete días a la semana en lo que se denomina «esclavitud moderna». Sin mencionar que muchas veces empiezan a trabajar a edades en las que lo que tendrían que estar haciendo es aprenden en el colegio.
Por eso, os animo a hacer compras responsables, a consumir solo lo que necesitéis y que cuando tengáis que adquirir algo, apoyéis a empresas pequeñas y locales que son las que dinamizan los barrios de las ciudades y su economía. Cómo nos dice Vivienne Westwood: «Compra menos, elige bien y hazlo durar, y recuerda que en tu monedero está el poder de cambiar las cosas».
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