Leer el pasado, escribir el futuro

«La alfabetización es un derecho humano fundamental y constituye la base del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Es un instrumento que confiere autonomía con miras a mejorar la salud, el ingreso y la relación con el mundo». A pesar de esta definición otorgada por la Unesco, aún existen 758 millones de adultos mayores de 15 años que no saben leer ni escribir una simple frase, lo que les acerca a la exclusión y a la pobreza por carecer de los conocimientos básicos para comprender la situación del mundo que los rodea e incluso para poder reclamar sus derechos o afianzar sus libertades. Las dos terceras partes de estas personas, 505 millones, son mujeres.

Según datos de la misma organización, las personas de entre 25 y 64 años, que generalmente componen la fuerza laboral de un país, son también las que presentan las cifras más altas de analfabetismo: 509 millones. La carencia de conocimientos esenciales va unida a la vulnerabilidad en todos los campos: enfermedad, explotación laboral y violación de los derechos humanos. Además, disminuye la probabilidad de encontrar trabajo y de obtener salarios justos. El analfabetismo es, en definitiva, sinónimo de pobreza y rechazo.

Para recordar la lucha contra esta situación, este año se celebra el 50º aniversario de la instauración del Día Internacional de la Alfabetización, bajo el lema «Leer el pasado, escribir el futuro». Desde entonces, se han realizado grandes progresos: hace 50 años, casi la cuarta parte de las personas entre 15 y 24 años de edad no sabía leer o escribir, en comparación con el 10% en la actualidad. Sin embargo, la tarea no ha acabado.

El hecho de que, a día de hoy, 58 millones de niños y 63 millones de adolescentes no acudan a la escuela revela que no debemos bajar la guardia. En este sentido, la alfabetización es uno de los conceptos en los que inciden los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El ODS 4, concretamente, tiene como objetivo «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, para todos». La meta es lograr que de aquí a 2030 todos los jóvenes y al menos una proporción sustancial de los adultos, tanto hombres como mujeres, tengan competencias de lectura, escritura y aritmética para que, independientemente de sus ingresos, edad y género, tengan derecho a construir su presente, y su futuro.