Pensamiento

Filosofía de los bienes humanos

En la ‘República’, Platón desglosó la importancia de los tres principales bienes que puede poseer el ser humano: el dinero, el honor y la sabiduría.

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17
octubre
2024

Desde la Antigüedad, se ha discutido acerca de aquello que hace bien y produce placer al ser humano, y que puede además ser alcanzable mediante el esfuerzo y la constancia. Si bien existen múltiples perspectivas, la filosofía griega antigua se encargó de revisar el tema con detalle. Su relevancia actual reside en la importancia del pensamiento crítico ante el impacto de la globalización y el neoliberalismo presentes en nuestra vida cotidiana, que han implantado la creencia de que la riqueza es lo más importante. En consecuencia, y recordando que uno de los propósitos de la filosofía es la búsqueda de la verdad objetiva, independientemente de la época que sea y de los fenómenos sociales que suceden en la realidad, surge una oportunidad de revisar este tema.

En los diálogos platónicos, particularmente en el libro IX de la República, se hace una reflexión acerca de los bienes que el ser humano puede alcanzar. Esto se produce en el marco de discusión con los sofistas, quienes consideraban que el máximo bien que una persona podía alcanzar era la ganancia económica. Sin embargo, el diálogo protagonizado por Sócrates toma un giro diferente en cuanto a conclusiones, pues se cuestionan para saber si en efecto, el dinero podría ser un bien u otra cosa o si acaso era el único o el más importante. Esto depende de los diferentes tipos de personas, a saber: el amante del lucro, el ambicioso de honor o el filósofo que buscará la sabiduría. Cada uno de ellos muestra placeres propios de su categoría.

Para tal fin, Sócrates se dispone a analizar dialécticamente la cuestión. Al reflexionar sobre el dinero, se establece que es un bien necesario, debido a que todos lo necesitamos para nuestra supervivencia, por lo cual es correcto considerarlo como un bien y una fuente de deseo, pues la riqueza es placentera. No obstante, el tema se complica debido a que se analizan dos tipos de bienes más: los honores y la sabiduría.

Los honores son disputados por los hombres como si fuesen trofeos. De no ser así, los guerreros valientes que podrían morir en batalla no se arriesgarían, y las personas que se enteran de dicha valía no tendrían la más mínima estima de sus hazañas. Del mismo modo, los que aspiran a los honores gubernamentales o de cualquier otra índole lo hacen con el afán de destacarse entre los que no los ostentan. Ciertamente, por honor se arriesga el dinero, la estabilidad y hasta la propia vida. Es por eso que un espíritu valiente preferirá ir en búsqueda de honores antes que de dinero. Además, es probable que quien busca honor ya tenga dinero en poca o mucha cantidad, pero que le sea suficiente para sustentarse en sus costes de vida. Por tanto, Sócrates establece que los honores son un bien real y deseable por conciencias superiores a las que añoran el dinero, por lo que lo coloca, en la escala de valor, por encima del bien del dinero.

Por honor se arriesga el dinero, la estabilidad y hasta la propia vida

Por otra parte, el filósofo reflexiona en lo referente al conocimiento de la sabiduría. Sócrates se dispone a analizar si acaso existen personas que prefieran algo sobre el dinero y los honores. Señala a los que se esfuerzan por conocer la verdad: solo ellos pueden ser llamados sabios, y son estas personas las más estimables por naturaleza y al mismo tiempo las más escasas en número, comparadas con las que activamente se mueven por el deseo de la obtención de riqueza material o de honores. En este sentido, el conocimiento de la sabiduría es el bien más escaso y también el de máximo valor.

En conclusión, aquel que se esmera en conocer la verdad y permanece en ese camino de cierta manera ya ha experimentado la obtención de dinero y la ostentación de honores. Y si bien el sabio puede no ser la persona más rica ni la que más honores haya conseguido, su sabiduría le basta para, en algún punto, haberlos conocido y ya no depender enteramente de ellos. En cambio, quien solo ha experimentado el bien del dinero hará lo que sea por él. Del mismo modo actuará aquel que solo conoce los honores. En cambio, el que experimenta la sabiduría ya ha reconocido anticipadamente el dinero y los honores, y le da a cada uno importancia en su justa medida.

El que experimenta la sabiduría ya ha reconocido anticipadamente el dinero y los honores, y le da a cada uno importancia en su justa medida

En conclusión, y según Platón, tres son los bienes que puede conseguir el ser humano. En tercer lugar está el dinero, que es útil a todas las personas y trae valor para la conservación material del individuo. En segundo lugar están los honores, que son más escasos que el dinero y que se necesitan de un talento especial en cierta disciplina para su obtención, además de valentía. Y en primer lugar está el conocimiento de la sabiduría, pues es el bien al que menor número de personas pueden acceder. Además, aquel que lo posee ya ha conocido a los otros dos anteriores y puede prescindir hasta cierto punto de ellos.

¿Cuál es entonces el bien supremo? Por supuesto, dependerá de a quién se le pregunte. Si se le consulta al hombre de negocios, dirá que el dinero; si se le pregunta al ambicioso, dirá que los honores; y, si se le pregunta al filósofo, dirá que el conocimiento.

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