El capital natural como garante de la sostenibilidad

No basta con que las empresas no tengan un impacto negativo en el entorno: hay que trabajar para que las acciones estén encaminadas a impactar de manera positiva en él. Esta es una de las principales conclusiones del estudio Compensación del impacto sobre el capital natural de Redeia, presentado en la segunda fecha de sus Jornadas de Sostenibilidad. «Nuestro criterio es la no pérdida neta de biodiversidad», aseguró la responsable funcional de Cambio Climático de la entidad, Mercedes Vázquez, quien incidió en la necesidad de cuantificar el impacto en el medio ambiente para mejorar el capital natural de las zonas que acogen nuevas instalaciones. «Redeia mide su impacto en tres ámbitos: la atmósfera, el hábitat y las especies», remarcó.

«Lo deseable sería que no hubiera impacto alguno; si lo hay, hay que poner todos los medios a nuestro alcance para mitigarlo y restaurarlo y, por último, compensar», aseguró Rodrigo San Millán, Gestor de Medio Ambiente de Redeia. «Lo primero que hacemos es estudiar cuáles son las áreas forestales más favorables para la construcción de nuevas instalaciones y analizar si la vegetación de la zona es compatible o no con nuestro proyecto. Esto evita o, al menos, mitiga el impacto. Hay muchas acciones que pueden contribuir con ello, por ejemplo, la colocación de balizas salvapájaros evita el cincuenta por ciento de las colisiones de las aves o restaurar la capa vegetal alterada por las nuevas instalaciones», continuó San Millán, al tiempo que animó a las empresas a establecer alianzas con las entidades «custodios del territorio» porque «son las que mejor conocen la realidad del capital natural». 

Uno de los criterios empresariales ha de ser la «no pérdida de biodiversidad» allí donde se instalen.

Ecosistemas: la mitad del PBI mundial

La biodiversidad del planeta está en un punto crítico: más de 45.000 especies están amenazadas por la extinción, las condiciones de más del 80% de los hábitats son desfavorables y se constata un acusado declive de la biodiversidad acuática. 

El biólogo y presidente de Iniciativa Natura, Antonio Troya, resaltó el papel que realiza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), creada en 1948, para preservar el patrimonio natural. «Ya entonces comenzó la preocupación seria en este ámbito; esta articulación institucional para proteger nuestro patrimonio medioambiental no es, ni mucho menos, algo moderno, y es un organismo muy eficaz, porque pertenecen a él 93 países, 784 organizaciones no gubernamentales, y cuenta con el trabajo voluntario de más de 17.000 científicos de todo el mundo». Hoy en día, gracias, entre otras cosas, a la labor de instituciones como esta, estamos concienciados con esta materia, aunque no lo suficiente en lo relativo a la necesidad de proteger a las especies. Según este experto, «las especies transmiten los genes. Son importantísimas para el ser humano y para el planeta. De los ecosistemas, especies incluidas, depende la mitad del PIB del mundo. El 75% de los cultivos alimentarios del mundo y un 35% de las tierras agrícolas del planeta, de polinizadores como las abejas». 

A juicio de Troya, el tejido empresarial ha de implicarse en el uso sostenible del capital natural. Para ello, considera un aliado la normativa. «La Unión Europea tiene un acervo jurídico en materia de protección único en el mundo, el más importante del planeta, que dota de potentes instrumentos para gestionar nuestro patrimonio universal», indicó. «El reglamento sobre inversiones verdes, por ejemplo, es un instrumento muy útil para fomentar la inversión», concluyó, no sin insistir en que es preciso seguir innovando en esta senda.

Troya: «De los ecosistemas depende la mitad del PIB del mundo»

Por su parte, Mercedes Gómez, consejera de Desarrollo Sostenible de la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha, una comunidad que cuenta con 114 espacios naturales protegidos, una superficie de 589.350 hectáreas y una tercera parte de la superficie Red Natura 2000, liderando así la producción de energía renovable, aseguró que «la conservación del capital natural es clave. Todo lo hagamos en este sentido es bienvenido. Nosotros trabajamos ahora para conseguir ser autónomos en el consumo energético».

«Las empresas han de entender que el territorio ha de ser usado de la manera más sostenible posible, con infraestructuras respetuosas y, si no pueden serlo por completo, habrán de compensar, tal vez no en el mismo lugar en el que se instalan, sino en las zonas que más lo necesiten», apuntó.

Por último, Gómez animó a que se intensifique la colaboración público–privada, y destacó tres casos de éxito realizados en Castilla–La Mancha: la gestión de las zonas de especial protección para las aves esteparias, aplicado con la colaboración del sector primario; la repoblación del lince ibérico («partíamos de cero en la región, y ahora contamos con 715 ejemplares, compatibles con el desarrollo económico»), y la repoblación del águila imperial, especie de la que había 45 parejas que se han convertido en más de 400. «La sinergia hace la fuerza», finalizó.

Todos los expertos asistentes a las Jornadas estuvieron de acuerdo en que es posible el equilibrio entre la protección del medio ambiente y del capital natural con la implantación de nuevos proyectos empresariales, capaces también de crear riqueza en los territorios en los que se desarrollan.