Cambio Climático
Quién pone obstáculos en la lucha por el clima
En paralelo a la creciente importancia de la agenda climática, ha surgido una tendencia reaccionaria que busca frenar su integración en políticas y agendas de todo el mundo. Europa ha experimentado un incremento en la obstrucción climática, pero ¿quiénes están detrás de estos movimientos y cómo operan?
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Gobiernos ultraconservadores y partidos de extrema derecha en toda Europa están cuestionando el consenso político y científico sobre la realidad del cambio climático y su naturaleza sistémica. En este contexto, los escépticos del cambio climático están atravesando uno de sus momentos más destacados en los últimos años. Climate Obstruction Across Europe es el nuevo libro publicado por Oxford University Press, coordinado por la Climate Social Science Network (CSSN) de la Universidad de Brown (Estados Unidos). Este libro evalúa cómo diferentes gobiernos, organizaciones y empresas han propiciado el cambio climático y obstaculizado sus soluciones en distintos países europeos. Los casos de estudio seleccionados incluyen Reino Unido, Escocia, Irlanda, Suecia, Alemania, Países Bajos, Polonia, Rusia, República Checa, Italia y España, con un capítulo especial dedicado a la Unión Europea. Sus páginas desvelan quiénes y a través de qué tácticas están obstaculizando el avance en la acción climática hoy.
La obstrucción climática se define como las acciones y estrategias implementadas por determinados grupos sociales con el fin de ralentizar la implementación de medidas climáticas o impedir la adopción de políticas que se ajustan a las recomendaciones del consenso científico sobre el cambio climático y la prevención de interferencias antropogénicas perjudiciales. No obstante, las tácticas empleadas por este movimiento varían según el país. En algunos lugares, como Italia o Alemania, se utiliza la obstrucción mediante la difusión de desinformación y la invalidación de las tesis científicas sobre el clima, a menudo promovidas por redes de extrema derecha. En otros países, como el Reino Unido o España, se prefiere desviar la responsabilidad y la culpabilidad sobre ciertos desastres climáticos, dificultando su resolución y rendición de cuentas.
Otra estrategia popular en lugares como Escocia, Irlanda o el Reino Unido es minimizar el impacto de sectores como la agricultura en el cambio climático y utilizar la promesa de nuevos empleos para obtener apoyo para el desarrollo de nuevos combustibles fósiles. Peter Newell, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Sussex y coautor del capítulo sobre el Reino Unido en el libro, explica que «en su momento, el Reino Unido fue considerado un líder en temas climáticos, pero ahora una combinación tóxica de organizaciones escépticas del clima, medios de comunicación de derecha y grupos empresariales bien conectados han colocado el cambio climático en el centro de las guerras culturales, fragmentando el apoyo político transversal a la acción climática que existía».
«Las resistencias sociales, culturales, económicas y políticas obstaculizan la concienciación sobre el impacto medioambiental de la industria alimentaria»
En el capítulo sobre el caso español, han participado los investigadores José Antonio Moreno y Nuria Almirón de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ellos han analizado el rol de los think tanks que se oponen a la mitigación del cambio climático, en su mayoría conectados en red con otras organizaciones internacionales, así como los esfuerzos de los grupos de presión de la industria ganadera. En palabras de José Antonio Moreno, «España, con una de las tasas de consumo de carne más elevadas de la UE, se encuentra en un momento crucial de su trayectoria climática. Sin embargo, las resistencias sociales, culturales, económicas y políticas obstaculizan la concienciación sobre el impacto medioambiental de la industria alimentaria. […] Al sacar a la luz las tácticas de los obstruccionistas climáticos de estos sectores, podemos empoderar a las comunidades para que exijan transparencia, responsabilidad y una acción audaz por parte de los responsables políticos para hacer frente a estos retos y frenar los poderes antidemocráticos de estos obstruccionistas».
El capítulo especial dedicado a los países de la Unión Europea ofrece información valiosa para la acción colectiva. Destaca no solo las alianzas formadas en el Parlamento Europeo por partidos negacionistas o escépticos del clima, sino también el papel de los grupos de presión y lobbies en la ralentización o bloqueo de directrices políticas comunitarias favorables a la acción contra el cambio climático. Uno de los casos destacados es el de la compañía de combustibles fósiles Shell, que ha presentado el gas como una «tecnología de transición crucial para la transición energética», practicando greenwashing en sus campañas públicas y retrasando la transición genuina hacia fuentes de energía renovables.
Así, la obstrucción climática no solo actúa como un freno a la acción contra el cambio climático, sino que también ofrece una contranarrativa que, además de ser perjudicial para la respuesta a la emergencia climática, distorsiona el discurso público y socava el derecho de los ciudadanos a recibir información precisa, clara y veraz. En este contexto, el libro se convierte en una herramienta fundamental para comprender cómo operan los principales actores de la obstrucción, cuáles son sus estrategias y cómo se puede contrarrestar su narrativa, constituyendo el primer mapa exhaustivo sobre esta problemática en el continente europeo.
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