Sociedad
El síndrome de Otelo (y los celos extremos)
La obra de Shakespeare se ha convertido en una metáfora poderosa para comprender los celos infundados. En su manifestación más intensa, estos pueden transformarse en un trastorno patológico.
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La tragedia de Otelo es una de las obras más emblemáticas de William Shakespeare, escrita a comienzos del 1600. La historia gira en torno a Otelo, un general moro al servicio de Venecia, quien está casado con Desdémona, una joven noble. La vida de Otelo da un giro dramático cuando su subordinado, Yago, lo engaña haciéndole creer que su esposa le es infiel con Casio, otro general de su ejército. A través de una serie de engaños, mentiras y manipulaciones, Yago siembra en la mente de Otelo la semilla de los celos, lo que le lleva a creer firmemente que su esposa está traicionando. Esta falsa convicción lo arrastra a una espiral de desesperación y locura, culminando en un desenlace trágico donde, consumido por los celos, Otelo asesina a Desdémona y luego se suicida, atormentado por el remordimiento.
El impacto de la tragedia de Otelo ha trascendido el ámbito teatral, encontrando relevancia en diversas disciplinas, incluida la psicología. En este campo, la obra de Shakespeare se ha convertido en una metáfora poderosa para comprender los celos extremos y los trastornos relacionados. El «síndrome de Otelo», como se le denomina en la psicología moderna, hace referencia a un patrón de celos patológicos donde la persona afectada, sin evidencia concreta, sospecha que su pareja le es infiel. Esta condición puede llevar a comportamientos obsesivos y, en algunos casos, incluso violentos.
El concepto del «síndrome de Otelo» ha evolucionado a lo largo del tiempo. Esta teoría se ha construido a partir de la observación clínica de numerosos casos en los que se presentan celos patológicos con características similares. A medida que se acumulaban observaciones, la teoría del síndrome de Otelo se consolidó como una herramienta esencial para explicar y tratar trastornos delirantes relacionados con los celos. El término fue popularizado por el psiquiatra británico John Todd en 1955, quien, junto con el científico Kay Dewhurst, publicó un artículo en el Journal of Nervous and Mental Disorder titulado «El síndrome de Otelo: un estudio sobre la psicopatología de los celos sexuales».
Los celos irracionales pueden desencadenar comportamientos peligrosos y destructivos
El síndrome de Otelo se caracteriza por una sospecha irracional y desproporcionada. Esto puede tener varias causas, incluyendo también diversos factores neurológicos o el consumo de drogas. Uno de los aspectos más intrigantes de este síndrome es que, aunque comúnmente asociamos los celos con factores sociales y relacionales, también se han identificado condiciones biológicas que pueden agravar su manifestación. Investigaciones han mostrado que ciertos desequilibrios neurológicos y alteraciones en la química cerebral pueden intensificar los sentimientos de celos. Además, este fenómeno no solo se observa en humanos, sino también en animales, lo que sugiere una base biológica común.
La relevancia del síndrome de Otelo en la psicología moderna reside en su capacidad para ofrecer una explicación coherente de cómo los celos irracionales pueden desencadenar comportamientos peligrosos y destructivos, tanto para la persona afectada como para quienes la rodean. No obstante, uno de los riesgos asociados al análisis de estas conductas es que puede proporcionar una justificación para comportamientos peligrosos o dañinos, que podrían contribuir a problemas sociales más amplios, como la violencia de género.
Por esta razón, aunque una explicación adecuada puede ayudar a comprender mejor el comportamiento, no debe usarse como excusa para conductas que pongan en peligro a otros. A pesar de la complejidad del síndrome de Otelo, existen tratamientos efectivos, como la medicación y la psicoterapia, que pueden asistir a los pacientes en el control de sus impulsos, el desarrollo de técnicas de autorregulación y la mejora de su bienestar emocional. Sin embargo, la falta de conciencia sobre esta condición sigue siendo uno de sus desafíos. Aumentar la conciencia sobre estos síndromes es un paso crucial para encontrar soluciones efectivas y promover una comprensión más profunda que facilite el tratamiento y la prevención de comportamientos destructivos.
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