Pensamiento

Tierra y mar, la geopolítica vista por Carl Schmitt

Con su obra ‘Tierra y mar’, publicada en 1942, el filósofo alemán Carl Schmitt, que formó parte del régimen nazi, reveló la importancia de la geopolítica en el desarrollo de las naciones.

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26
agosto
2024

Carl Schmitt sigue siendo, a día de hoy, uno de los más importantes y polémicos teóricos políticos del siglo pasado. La polémica que le rodea señala más la época y el espacio que vivió que la profundidad y relevancia de su corpus filosófico.

Nacido en Plettenberg (Alemania) en 1888, desarrolló estudios jurídicos en Berlín, Múnich y Estrasburgo. Durante la Primera Guerra Mundial comienza su carrera docente en la Universidad de Estrasburgo. Posteriormente, ejerce como catedrático de Derecho Público en la Universidad de Greifswald entre 1921 y 1922. De ahí marcha a Berlín, en cuya universidad desarrolla su gran despegue académico y filosófico con la publicación de una serie de libros en los que reflexiona sobre el papel de la soberanía, la apropiación política de términos teológicos, la política como acto de distinción entre amigos y enemigos o sobre cómo los pueblos configuran su modo de existencia mediante el refrendo político.

Durante los años previos a la toma de poder de Hitler, Schmitt criticó su figura y su ideología. Pero en 1933, cuando aquel es nombrado canciller, Schmitt entra a formar parte, de manera voluntaria, del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. En poco tiempo, se convierte en un intelectual comprometido con el nazismo. No obstante, en 1937, las críticas de los juristas del régimen logran que sea apartado de todos sus cargos excepto, debido a su íntima a mistad con Göring, el de catedrático universitario y el de Consejero de Estado de Prusia.

Encarcelado al final de la guerra, y a pesar de no explicarse, desdecirse ni mostrar público arrepentimiento por su participación en el nazismo, queda absuelto de cargos en los juicios de Nuremberg y, apartado de la vida académica, regresa a su Plettenberg natal. Allí continúa escribiendo y superando con sus textos la temática del derecho de estado para entrar en la del derecho internacional.

La verdadera revolución espacial se produce, según Schmitt, cuando el hombre toma conciencia de que el espacio está sujeto a cambios políticos

Esta inquietud por la política global arrancó cuando, en 1942, alejado de los centros de poder y tomando distancia de su defensa del nazismo, publica Tierra y mar, un ensayo en forma de relato que cuenta a su hija Ánima para explicarle la historia universal desde la perspectiva de la polaridad que provocan los dos espacios vitales que, hasta aquel momento, habían condicionado al ser humano.

Con Tierra y mar, Schmitt introduce de manera definitiva el concepto, tan desarrollado y determinante en la actualidad, de geopolítica. Sirviéndose de un lenguaje de enorme calidad literaria, e incluso poética, el libro se apoya en numerosos mitos para explicar la evolución política de las naciones. Con indudable impronta hegeliana, expone cómo el espacio condiciona a quienes lo ocupan, dejando claro que no ve el mundo de igual manera un ciudadano que un campesino. La verdadera revolución espacial se produce, según el autor, cuando el hombre toma conciencia de que dicho espacio está sujeto a cambios políticos. Como afirma al final de la obra: «El mundo no está en el espacio, es el espacio el que está en el mundo».

Para Schmitt, la historia política universal no es más que la de la lucha entre los estados de tierra y los marítimos. Un enfrentamiento que ejemplifica con los mitos hebreos del Behemot y el Leviatán. El autor considera a la Rusia de la época como esa bestia terráquea de poderío inmenso que es el Behemot bíblico, y a Gran Bretaña como su antagonista, Leviatán, la bestia marina. Pero antes, conduce al lector por los inicios de la historia alrededor de los ríos (Babilonia), su continuidad con la apertura al mar cerrado y mensurable (el Mediterráneo y las antigüedades griega y romana) y su culminación oceánica con la conquista de los mares abiertos (la conquista de América por las potencias europeas). Así, ejemplifica cómo los estados han ido forjando el espacio a lo largo de los siglos.

Schmitt asegura que Herman Mellville contribuyó, con su ‘Moby Dick’, a la conquista del océano tanto como Homero a la del Mediterráneo con su ‘Odisea’

Mención especial que certifica lo literario del volumen merece el capítulo que dedica a hacer un «Elogio de la ballena y el ballenero». Con una lírica aplastante, Schmitt asegura que Herman Melville logró con su Moby Dick lo que Homero con su Odisea, que el autor norteamericano es al océano lo que el poeta griego al Mediterráneo occidental. La ballena, según el pensamiento schmittiano, empujó al hombre a expandir sus fronteras más allá de los océanos, durante esa loca carrera por darle caza que emprendieron las embarcaciones balleneras. La misma relevancia otorga, también, a piratas y corsarios.

En el tiempo en que escribe Tierra y mar, considera que la historia como conquista política de ambos elementos ha tocado a su fin. Sin embargo, deja abierta la puerta a un nuevo estadio con la conquista del espacio planetario, ya que no solo las aeronaves cruzan el espacio exterior, sino que también lo hacen las ondas radiofónicas. El elemento aire, por tanto, ya predijo Schmitt que se convertiría en el nuevo espacio esencial de la existencia humana.

A pesar de su polémica defensa del nazismo y su concepción de la política como identificación de amigos y enemigos, Schmitt no fue un filósofo de la guerra sino del orden, cuya configuración a lo largo de la historia supo expresar geopolíticamente en esta obra. A día de hoy, sigue siendo objeto de profundos estudios que nos ayudan a comprender la evolución de las naciones y de las personas que las sustentan.

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