Internacional

Mito y realidad de los piratas marítimos

Aunque parezca un fenómeno del pasado, envuelto en romanticismo y leyendas, la piratería sigue presente en algunos lugares estratégicos del mundo como el golfo de Guinea, el cuerno de África, el estrecho de Bab-el-Mandeb o el de Malaca. ¿Qué tienen en común los bucaneros, filibusteros o corsarios de hace varios siglos con los actuales piratas? Si nos atenemos a la historia real, bastante más de lo que parece.

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21
mayo
2024

El último informe anual de la Oficina Marítima Internacional (IMB, por sus siglas en inglés) registra un repunte de los incidentes de piratería marítima. En 2023 hubo 120 acciones en todo el mundo. Pueden parecer pocas, pero el organismo llama la atención sobre el hecho de que han sido más violentas, ya que el número de rehenes aumentó de 41 a 73, respecto al año anterior.

¿Qué tienen en común los actuales piratas somalíes, nigerianos o indonesios con aquellos que ondeaban la Jolly Roger (la bandera de la calavera y las dos tibias) en los siglos XVII y XVIII? La decisión de hacerse a la mar para saquear barcos no se toma a la ligera. El pirata, antes como ahora, es alguien dispuesto a morir o a matar antes que malvivir bajo el yugo de la esclavitud o de la pobreza extrema.

En 2023 se registraron 120 acciones de piratería marítima en el mundo, con 73 rehenes

La piratería es tan antigua como la historia de la navegación, aunque es a partir de 1715 cuando vive su verdadera edad de oro. Es la época de los legendarios Barbanegra, Mary Read, Ann Bonny, Charles Vane, Sam Bellamy o Bartholomew Roberts. Los piratas de entonces solían proceder de la marina mercante, un oficio que distaba poco de la esclavitud: ganaban muy poco dinero, pasaban largas temporadas en alta mar y eran sometidos a un trato inhumano debido a la inmunidad de la que gozaban los capitanes y patrones en alta mar.

La perspectiva de ganar más dinero en un solo abordaje que en varios años de explotación era muy tentadora. «La de un pirata es la vida mejor», ese estribillo que cantaba el Capitán Garfio en el Peter Pan de Disney tenía cierto fundamento histórico, pues efectivamente, aunque la amenaza de la horca estaba siempre al acecho, los piratas preferían una vida corta y buena que una existencia larga y miserable.

La corona inglesa pronto se dio cuenta de que podía aprovechar en su beneficio esos miles de barcos piratas que surcaban los mares para hacer frente a enemigos con flotas más poderosas, como España y Portugal. Así comenzó a extender unos documentos llamados «patentes de corso», que habilitaban a cualquier patrón de navío para atacar barcos de potencias extranjeras. De ahí viene la palabra «corsario». Los corsarios y filibusteros eran piratas que gozaban del apoyo de un gobierno, el británico en la inmensa mayoría de los casos.

La piratería marítima hoy

La pobreza extrema y la ausencia de expectativas son también la principal razón de que exista piratería en nuestros tiempos. Los lugares donde hoy se producen ataques a barcos para robarlos, saquearlos o secuestrar a sus tripulantes tienen dos características comunes: son enclaves estratégicos por los que pasa gran parte del comercio marítimo mundial y, a la vez, son zonas desangradas por largos conflictos internos y devoradas por la pobreza.

La pobreza extrema y la ausencia de expectativas son también la principal razón de que exista piratería en nuestros tiempos

Somalia, sumida en el caos y el hambre desde los años 90, es una de las principales factorías de piratas. Los piratas somalíes tienen a su alcance los grandes pesqueros de compañías multinacionales, así como los petroleros y barcos de mercancías que transitan por el mar Rojo, el golfo de Adén y el mar Arábigo. Nigeria, un país donde existen graves desigualdades sociales, es otro gran foco de piratería que actúa a lo largo del golfo de Guinea, una vasta región con miles de kilómetros de costa que se extiende desde Liberia hasta Gabón y que ahora mismo es el enclave más peligroso para los barcos de todo el mundo. En el caso de Somalia y Nigeria, a la desesperación se une también el fuerte sentimiento de agravio hacia las multinacionales europeas, que durante años han aprovechado la inestabilidad de sus gobiernos para esquilmar sus reservas de pesca y verter residuos altamente peligrosos en sus aguas de forma sistemática.

Otro enclave azotado por los piratas es el estrecho de Malaca, el corredor que conecta el océano Índico con el mar de la China meridional. 50.000 barcos cruzan anualmente este paso de apenas 400 kilómetros de anchura. Es el canal con más tráfico marítimo del mundo. En 2023 más de 100 buques fueron abordados y cuatro más secuestrados en este estrecho crucial para el comercio de China con Europa.

Tanto en tiempos de Barbanegra como hoy, la respuesta de las grandes potencias para combatir a los piratas ha oscilado entre la represión directa y las medidas de gracia para ofrecer a estos delincuentes una vida mejor. Pero la verdadera solución para erradicar la piratería no admite atajos y pasa por una auténtica política de promoción de paz y desarrollo en los países ribereños más pobres.

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