Siglo XXI

Reconquistar el tiempo

En su nuevo libro, ¡Reconquista tu tiempo! (Ariel, 2024), la artista y profesora de la Universidad de Stanford Jenny Odell (San Francisco, 1986) cuestiona la ética protestante del trabajo y reivindica más espacio para el ocio.

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08
agosto
2024

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Imagina que estás en una librería. Hay una sección que tiene libros sobre gestión del tiempo repletos de consejos para adaptarse mejor —bien sea por medio de estrategias para cuantificar y medir tus trocitos de tiempo de forma más eficaz o bien comprando tiempo de otras personas— a la sensación general de que el tiempo escasea y de que el mundo no hace más que acelerarse. También hay otra sección en la que puedes encontrar libros de historia cultural que hablan de cómo hemos llegado a entender el tiempo del modo en que lo hacemos hoy y que guardan disquisiciones filosóficas sobre qué es el tiempo. Si te pasaras la vida perpetuamente intentando rascar tiempo de donde fuera y con la sensación exhausta del burnout, del síndrome del «trabajador quemado», ¿cuál de esas dos secciones consultarías? Quizá te parezca que lo que tiene más sentido sería indagar en la primera, que está directamente vinculada con la vida cotidiana y que se hace cargo de una realidad práctica. Es irónico que parece que nunca dispongamos del tiempo suficiente para dedicarnos a algo tan inactivo como reflexionar sobre la propia naturaleza del tiempo. Lo que me gustaría plantear aquí es que algunas de las respuestas que quizás hubiéramos ido a buscar a la primera sección están, en realidad, en la segunda. Y el motivo es que, si no indagamos en las raíces sociales y materiales que sustentan la idea de que el tiempo es dinero, corremos el peligro de estar consolidando un lenguaje para hablar del tiempo que es, en sí mismo, parte del problema.

Pensemos en la diferencia que existe entre el concepto de conciliación entre vida laboral y personal y la noción de ocio que, en 1948, describió el filósofo Josef Pieper en su libro El ocio y la vida intelectual. En el trabajo, escribe Pieper, el tiempo transcurre en horizontal: es un patrón de tiempo que se extiende hacia adelante y se ve únicamente interrumpido por unas pequeñas pausas para el descanso que no tienen otra función que la de permitirnos reponer fuerzas para seguir trabajando. Para Pieper, esas pequeñas pausas no son ocio. El verdadero ocio existe, por el contrario, en un eje temporal «perpendicular» que atraviesa la dimensión del tiempo de trabajo diario, interrumpiéndola o negándola por completo: «El ocio corta perpendicularmente el término de la jornada de trabajo».

Parece que nunca disponemos del tiempo suficiente para reflexionar sobre la naturaleza del tiempo

El hecho de que esos momentos de ocio también nos reconstituyan para el trabajo es meramente secundario. «La razón de la existencia del ocio no es el trabajo mismo —escribe Pieper—, por mucha fuerza que el activo trabajador saque de él; el sentido del ocio no es facilitar en forma de descanso corporal o de recreo espiritual nuevas fuerzas para trabajar de nuevo, aunque esto sea uno de sus efectos». La diferenciación que hace Pieper me toca la fibra intuitiva, como probablemente les ocurrirá también a todas las personas que tengan la idea de que la productividad no es la medida absoluta ni del sentido del tiempo ni de su valor. Imaginar otro «sentido» distinto significa también imaginar una vida, una identidad y una fuente de sentido que se sitúe más allá del mundo del trabajo y del beneficio económico.

Creo que la razón por la que la mayoría de la gente piensa en el tiempo en términos de dinero no es porque deseen hacerlo así, sino porque no les queda más remedio. Esta concepción moderna del tiempo no puede desvincularse de la relación salarial —de la necesidad de vender nuestro tiempo—, que por común e incuestionable que pueda parecernos hoy es, en realidad, tan específica en términos históricos como cualquier otro sistema de valoración del trabajo y de la existencia. A su vez, la relación salarial refleja los mismos patrones de empoderamiento y desempoderamiento que afectan a todo el resto de nuestra vida. ¿Quién tiene capacidad de comprar el tiempo de quién? ¿Cuánto vale el tiempo de qué personas? ¿Quién se ve en la obligación de ajustar sus horarios a los de quién? ¿El tiempo de quién se considera algo disponible? Estas no son cuestiones individuales sino culturales e históricas, y sin tenerlas en consideración pocas formas habrá de liberar tu tiempo, ni el de nadie.


Este texto es un fragmento del libro ‘¡Reconquista tu tiempo!’ (Ariel, 2024), de Jenny Odell. 

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