Medio Ambiente

«El ecomito más grave es que nosotros, con nuestro estilo de vida, somos culpables de la crisis ambiental»

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15
julio
2024

Víctor Resco de Dios, coordinador de investigación en el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Catalunya y profesor en la Universitat de Lleida, invita desde su libro ‘Ecomitos‘ a cuestionar la efectividad de las acciones ecológicas, desmontando las ideas erróneas que, sin embargo, han estado profundamente arraigadas. Así, el investigador subraya la necesidad de huir de los bulos y basar las políticas ambientales en evidencias científicas y sociales sólidas.


Los mitos son explicaciones no científicas de fenómenos, elementos y seres de la realidad. ¿Qué papel tienen a la hora de construir la idea sobre la crisis ambiental?

Los mitos, la falta de conocimiento, nos convierten en ciudadanos marioneta que son manejados al antojo de quien gobierna. La democracia representativa solo es funcional cuando la población votante adquiere un nivel suficiente de conocimientos y puede desarrollar una opinión con criterio. Cuando estos conocimientos están basados en falsos mitos, nos convertimos en ciudadanos veleta, cuya interpretación de la realidad va a depender de los líderes de opinión. Esto es, de los líderes políticos, y sus voceros, que amplifican su mensaje por los medios de comunicación y las redes sociales, que manejan la información a su antojo y, con ello, nuestra visión sobre distintos temas. Debemos revertir este modelo, de manera que desterremos los falsos mitos que propagan y que, en su lugar, creemos una corriente de opinión basada en el conocimiento sólido. Tal vez entonces podamos generar una demanda social de acciones que realmente funcionen, de manera que obliguemos a los políticos a escucharnos y que tomen las decisiones adecuadas.

¿Qué son los ecomitos?

Por ecomitos me refiero a las falsas ideas que están instaladas en el imaginario social, y que creemos que son muy verdes, pero que en realidad están agravando aún más el problema ambiental. Un ejemplo es el reciclaje de plásticos. A nivel global, los datos nos indican que apenas se ha reciclado una vez el 9% de todo el plástico producido. Pero si nos fijamos en cuánto plástico se ha reciclado más de una vez, se trata de solo el 1% de todo el plástico producido. El reciclaje de plástico, por tanto, no es una solución a la crisis ambiental, sino un ecomito. Es necesario, sin duda, pero no una solución.

«El catastrofismo vende, pero también hay estudios que nos indican que estos mensajes promueven la inacción»

Si tuvieras que escoger el mito más poderoso que ha provocado nuestra desconexión con la naturaleza, ¿cuál sería?

Hoy, incluso en pueblos de los Pirineos, encontramos a personas desconectadas con la naturaleza. Pero el problema no está tanto en la desconexión como en el desconocimiento. Y es que el principal ecomito, el más grave de todos, es el de la responsabilidad individual, que nosotros, con nuestro estilo de vida, somos culpables de la crisis ambiental. Se trata sencillamente de una estrategia lanzada desde las grandes empresas con el apoyo del ecologismo, para exculpar a los poderosos. El 50% de las emisiones proceden del 10% más pudiente, lo que indica que la crisis ambiental resulta de las actividades de una élite minoritaria. A través de las acciones individuales podemos lograr bien poco. Incluso si hiciéramos grandes sacrificios individuales, viviendo en la indigencia, no lograríamos ser «habitantes sostenibles» porque nuestro contexto socioeconómico no nos lo permite.

¿Cómo desmontar los ecomitos?

Con evidencias y basándose en el conocimiento, pero sin cientificismo. Huyendo del reduccionismo, del dogmatismo y de los grandes titulares, pero también de los sermones. Nos encontramos con demasiada frecuencia con pseudoecologistas parareligiosos que sermonean y buscan aleccionar, pero eso repele a cualquier ciudadano inteligente. Yo busco explicar de forma sencilla –que no simplista– los problemas complejos para que cada cual saque sus conclusiones. La ciencia es una fuente de conocimiento vital, y también la ingeniería y la técnica, junto con las humanidades y los aspectos sociales. Pero una cosa es desmontar los ecomitos y otra lograr que el mensaje que nos llega de las ciencias, ingenierías y humanidades cale en la población.

«La Tierra no es como un paquete de salchichas que se pone malo al rebasar la fecha de caducidad»

En la creación de historias no solo es importante el contenido, sino también la forma de contarlas. ¿Qué narrativas crees que son las más adecuadas para comunicar temas relacionados con el medio ambiente?

Tanto los periodistas como los científicos hemos sucumbido, en demasiadas ocasiones, a la tentación de lanzar mensajes catastrofistas. El catastrofismo vende, pero también hay estudios que nos indican que estos mensajes promueven la inacción. Personalmente, intento seguir el modelo de comunicación que nos propone la medicina. Cuando vamos al médico, el facultativo sabe que nuestros síntomas son compatibles con enfermedades muy graves, pero también con dolencias banales. Y buscará tratar la enfermedad paso a paso, según un esquema racional. Ningún médico nos dirá que vamos a morir de infarto porque tengamos el colesterol alto. Yo busco comunicar de una forma similar: sin generar falsas expectativas, pero sin exagerar la realidad, que ya es suficientemente grave, y poniendo el énfasis en el tratamiento, es decir, en cómo abordar el problema.

En el libro dices que la emergencia climática no es un umbral catastrófico, sino un objetivo a alcanzar. ¿Podrías profundizar en esta idea?

En el libro explico cómo los valores a los que se aspira a limitar el calentamiento son objetivos, pero no umbrales. Un ejemplo: se oye que tenemos que reducir las emisiones un 50% antes de 2030 si queremos tener un planeta habitable. Esta reducción debe entenderse como un objetivo, una aspiración. Los modelos climáticos predicen que el aumento en las concentraciones de CO2 desembocan en un aumento lineal en las temperaturas, pero no que cruzaremos unos valores críticos que transformarán nuestro planeta en un horno. Este tipo de respuestas catastróficas no son las nos que dictan los modelos climáticos actuales. Ello no quiere decir que no puedan ocurrir, solo que la ciencia actual no los reconoce como los escenarios más probables. Debemos tomar acciones efectivas cuanto antes, porque cuanto más retrasemos la acción climática, mayor será el calentamiento y el coste de mitigación. Pero la Tierra no es como un paquete de salchichas, que se pone malo al rebasar la fecha de caducidad. El hostigamiento mediático continuo acerca de un inminente final climático puede conllevar el hastío de la población.

«Debemos huir de las posturas dogmáticas, basadas en la implantación a gran escala de alguna solución mágica cacareada en grandes titulares»

Uno de los objetivos de tu trabajo es hacer accesible el conocimiento para protegernos de los intereses gubernamentales y de los grupos de presión. ¿Cómo han influido los ecomitos en la formulación de políticas ambientales?

Prácticamente todas las políticas ambientales actuales se basan en ecomitos, no en la lógica y en la evidencia, sino en la ideología y los grandes titulares y, en ocasiones, en la polarización. Se busca epatar y buscar adeptos, pero no solucionar problemas, y no se repara en los daños que estamos causando. En Europa, por ejemplo, mueren más personas por los incendios forestales que por el terrorismo. Y sabemos que el principal factor detrás de los incendios está en el abandono del monte, con el lógico agravante del cambio climático. En contra de la opinión popular, ahora mismo hay en España más bosque que en cualquier momento de los últimos 100.000 años. Y sin embargo, se priorizan las políticas que pretenden plantar todavía más árboles, en lugar de gestionar los bosques actuales. Ecológicamente, sin embargo, resulta mucho más útil reducir la espesura de los bosques, porque así dispondremos de más agua por árbol, favoreceremos el desarrollo de bosques más resistentes al cambio climático y, si hay un incendio, será más difícil que se propague. Pero esto no se explica y seguimos viviendo en los mundos de Bambi.

¿Cómo fortalecer la alfabetización científica y cultural de los ciudadanos para combatir eficazmente las falacias ecológicas?

Es difícil, porque los grandes contaminantes no actúan en solitario, sino en connivencia con las grandes entidades ecologistas. En el libro explico como esta «Gran Coalición» entre grandes contaminantes y ecologistas ha tejido una telaraña que resulta muy difícil de desenmarañar. Además, la mayoría de personas desconoce la realidad de las grandes entidades ecologistas, que acaban en muchas ocasiones blanqueando el mensaje de los grandes contaminantes y siendo su brazo ejecutor de las campañas de desinformación y de difusión de ecomitos.

«El humo que emana de los ecomitos confunde la realidad con el relato»

El libro aborda el tema de las falsas soluciones al cambio climático. ¿Cómo detectarlas?

La clave está en entender cómo funciona el planeta, y fijarnos en la letra pequeña. Las emisiones de CO2, por ejemplo, no se compensan plantando árboles, ni de ninguna forma. Sencillamente necesitamos dejar de emitir. El segundo aspecto está en desarrollar una conciencia global. Es decir, entender que los recursos que consumimos proceden de algún lado. Cuando sean de cercanía, probablemente se habrán producido con regulaciones estrictas, pero ese tal vez no sea el caso para los bienes que procedan del Sur Global. Resulta paradójico que en el cartón de leche encontremos certificados que acrediten el bienestar animal, pero que carezcamos de certificados que aseguren que los minerales de la transición energética han sido extraídos sin trabajo infantil. Por último, debemos entender que cualquier acción sobre el medio tendrá un impacto, y que existen muchas realidades distintas según el lugar. Las medidas no se deben dictar desde el despacho en alguna capital importante, sino sobre el terreno. Las soluciones a aplicar en cada territorio son diferentes y las recetas no son universales. Por eso debemos huir de las posturas dogmáticas, basadas en la implantación a gran escala de alguna solución mágica cacareada en grandes titulares.

Se necesitan nuevas soluciones, ya que las antiguas no parecen funcionar. ¿Crees que estamos en el buen camino para construir esa nueva realidad?

Cada vez hay más personas que tienen una preocupación honesta, y profunda, por la crisis ambiental, pero el humo que emana de los ecomitos confunde la realidad con el relato. Soy optimista porque creo en los ciudadanos, y que a través de la demanda social podemos lograr torcer el brazo de aquellos que tienen competencias para arreglar el problema, los gestores políticos. Ahora mismo estamos como en un viaje transoceánico. Todos navegamos en el mismo barco y nos está empapando la misma tormenta, pero cada uno rema en dirección opuesta y no nos estamos moviendo. Estamos cayendo en la trampa verde que ha tejido la «Gran Coalición», y estoy convencido de que podemos salir del atolladero si logramos aunar el humanismo con la ciencia y la ingeniería.

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