Medio Ambiente

Piromanía, sexo extravagante y otras curiosidades del mundo animal

Sabemos del camuflaje del camaleón y de la rapidez de los guepardos, pero lo cierto es que el mundo animal está repleto de peculiaridades. Aquí algunas de ellas.

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06
mayo
2024

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Son conocidas las dotes de camuflaje que gasta el camaleón, sabido es que el murciélago es el único mamífero que vuela, que el escarabajo Hércules puede levantar 850 veces su peso, que los perros intuyen el ánimo de sus dueños o que las cigarras son más juerguistas que las hormigas. Pero el mundo animal está repleto de curiosidades. Por ejemplo, que el primer animal que pobló la Tierra fue… una esponja. Organismos sin cerebro, nervios, ojos, oídos ni boca, pero invertebrados, al fin y al cabo. Hay fósiles de más de seiscientos años de antigüedad.

Las gallinas manejan al menos veinticuatro tipos de graznidos distintos para comunicarse entre ellas, además del lenguaje corporal, y son capaces de reconocer a sus cuidadores.

Los hay que practican la medicina preventiva, como los monos capuchinos, que instintivamente saben que las picaduras de mosquitos y garrapatas les transmiten enfermedades y, para ahuyentarlas, aplastan cítricos para untarse el zumo y la pulpa, al igual que hacemos los humanos. Los chimpancés también recurren a los remedios naturales. Pese a su intenso sabor amargo, comen hojas de Vernonia Amygdalina para combatir las lombrices intestinales.

El milano negro, el de cola cuneiforme y el halcón pardo son aves pirómanas. Cuando se produce un incendio cogen ramas ardiendo y las arrojan en otras zonas, esperando a que las llamas ahuyenten a sus futuras presas.

Así de astutos, pero menos delincuentes, son los mapaches. Las autoridades de Toronto han experimentado multitud de cerraduras para los contenedores y cubos de basura, porque estos mamíferos carnívoros los abren cada vez más rápido, sin impedírselo el nivel de sofisticación empleado para mantenerlos cerrados.

El diablo negro o rape abisal es un pez que no sabe nadar

Entre los puercoespines, por lo general seres solitarios que únicamente se socializan cuando sienten la necesidad de procrear, como la hembra solo es fértil doce horas al año, para avisar de su ciclo segrega almizcle, y los machos que perciben el olor la cortejan peleándose entre ellos. El puercoespín vencedor la orina y, en función del olor, ella decide si lo acepta o no. Por cierto, cuando se aparean, el macho ha de tener sumo cuidado para no lastimarse con alguna de las treinta mil púas que tiene el cuerpo de su amada (las crías nacen con las suyas muy blandas para no dañar a la madre).

Y puestos a lo escatológico, conviene saber que las langostas evacúan por la cabeza, a través de unos orificios que ocultan entre su segundo par de antenas.

De sexo extravagante algo saben las arañas, que carecen de pene. Para reproducirse, los machos tejen una telaraña especial sobre la que depositan su esperma, lo absorben y lo almacenan en unos depósitos ad hoc y, cuando encuentran una compañera dispuesta, se lo introducen por sus orificios genitales. Y como la mantis religiosa, hay cierto tipo de arañas que mata al macho una vez que obtiene el esperma y, además, lo engulle. También hay arañas inmensas, de hasta treinta centímetros, como la tarántula Goliat.

Más lúdica es la manera de galantear de la foca capuchina, cuyos machos lucen un globo rojo cuando se aproximan a su posible amante. Apariencia de globo, porque es un saco de piel que les cuelga de la fosa nasal izquierda y que la hinchan en época de celo.

De agua las nutrias, que para que no se las lleve la corriente cuando duermen, se atan a algas arraigadas en el fondo.

También los hay que juegan al despiste, como los conejillos de Indias, que no son conejos, sino cobayas, ni proceden de la India, sino de Sudamérica; bocazas, como los cocodrilos, que desgastan ocho mil dientes a lo largo de su vida; diminutos, como el canguro cuando nace, que tienen el tamaño de un garbanzo, o el colibrí zunzuncito, el ave más pequeña del mundo, que mide menos que un meñique; rápidos, como el avestruz, que alcanza los 70 kilómetros por hora o el coyote, con 60, el doble de veloz que el correcaminos; glotones, como las vacas, con cuatro estómagos, o románticos, como las lombrices, que atesoran diez corazones; previsores, como los camellos, que pueden beber hasta 100 litros de agua en diez minutos; lenguaraces, como el oso hormiguero, cuya lengua puede medir hasta 70 centímetros, o limpios, como las hormigas legionarias: la etnia mofu, asentada en Camerún, las atrae para que limpien periódicamente su pueblo de ratas, ratones, orugas, termitas u otras insectos.

Una sola ostra filtra alrededor de 190 litros de agua al día, y un banco de ostras, hasta noventa millones, el equivalente a 36 piscinas olímpicas; y el ajolote, una especie de salamandra que solo vive en los lagos de Xochimilco, con tres protuberancias en la cabeza, algo similar a una sonrisa y diminutos pelos que le confieren aspecto de gorguera, es capaz de regenerar no solo su cola, sino también su espina dorsal, las mandíbulas y hasta el cerebro.

El menos popular de todos, la cucaracha, puede incluso alimentarse de madera y vivir una semana decapitada, ya que las funciones vitales más importantes las regulan con el tórax y respiran por microscópicos orificios de su cuerpo. Y, entre los más desconocidos, el diablo negro o rape abisal, un pez que no sabe nadar y que agita torpemente su cola para desplazarse.

Pese a lo que pudiera parecer atendiendo a tamaño o ferocidad, el animal más peligroso del mundo es el mosquito, que cada año causa la muerte a miles de personas transmitiéndoles malaria, dengue, fiebre amarilla u otras enfermedades peligrosas y mortales. La serpiente es responsable de unos 100.000 fallecimientos anuales por su mordedura. Y los perros matan entre treinta y cincuenta mil humanos contagiándolos la rabia. Cría fama…

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