Siglo XXI

La regla de los 5 segundos contra la procrastinación

Esta regla radica en la idea de que tenemos aproximadamente cinco segundos para tomar una decisión y actuar antes de que la mente nos detenga con dudas, miedos o excusas. Pero, ¿realmente es así?

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27
mayo
2024

La regla de los 5 segundos fue creada por la podcaster y conferenciante motivacional Mel Robbins, abogada penalista de formación que cambió de carrera, tras ser animada por una coach. El núcleo de la técnica radica en que se tienen aproximadamente cinco segundos para tomar una decisión y actuar antes de que la mente nos detenga con dudas, miedos o excusas.

Es decir, que debemos contar desde 5 hasta 1 y en el 0 actuar. Con esa regresión mental interrumpiríamos los patrones negativos de pensamiento, lo cual nos impulsaría a la acción, por ejemplo, cuando algo nos da pereza (por ejemplo, lavar los platos, ir al gimnasio…). Se trata de una técnica para no procrastinar, para hacer de nosotros personas proactivas, que disfrutan a la hora de resolver problemas.

Sin embargo, esta regla parte de la idea de que las decisiones las tomamos conscientemente, algo que es rebatido por diversas escuelas psicológicas. Además, Robbins cree en algunos de los principios básicos de la autoayuda, como «programar la mente para lograr el éxito en la vida». Este tipo de enfoques hunden sus raíces en la Antigüedad griega, cuando surgieron los estoicos y los sofistas. Los estoicos entendían que la libertad del ser humano no era material, sino mental, que, a pesar de vivir una situación trágica o deplorable, lo relevante es la forma con que miramos o interpretamos esa realidad y que, aunque nos veamos materialmente encadenados, lo decisivo es no estarlo mentalmente. Esta filosofía, encarnada por figuras como el esclavo Epícteto, ha servido como base de la psicología cognitiva y mucha de la literatura de autoayuda. A su vez, los sofistas eran filósofos itinerantes que cobraban grandes emolumentos por formar a jóvenes para que estos tuviesen éxito en la vida, con la idea de que accediesen a los más altos puestos políticos y sociales. El actual coach, sin duda, es un sucesor de tal modelo antiguo.

Esta regla, creada por la coach Mel Robbins, es una de las múltiples técnicas contra la procrastinación que han surgido en los últimos tiempos

Dicha técnica contra la procrastinación puede ser de ayuda, pero solo cuando la persona está previamente decidida a aplicarla. Incluso no haría falta contar, siempre y cuando la persona esté verdaderamente determinada a no procrastinar. Podría uno decidirse a actuar de modo inmediato: «¿Lo hago o no lo hago?». Dicha técnica podría denominarse la regla de los 0 segundos, bastante más eficiente que la de Robbins, puesto que nos ahorraríamos algo de tiempo. La regla de los 0 segundos podría consistir en lo que sigue: «Cada vez que me plantee un dilema entre hacer algo y no hacerlo, me decidiré por la acción».

Pero, al igual que ocurre con la regla de los 5 segundos, lo relevante no ocurre dentro de ese lapso, sino antes siquiera de surgir el dilema. Lo fundamental consiste en estar decidido a actuar cuando sea necesario. Quizá sería más importante conversar cada mañana con uno mismo durante un minuto y decidirse a actuar siempre que sea necesario, a no procrastinar en ningún caso. Pero para ello, es necesario contar ya con la voluntad necesaria.

La idea de programar la mente para que esta determine nuestras acciones es antigua, aunque a menudo falsa. Las acciones no suelen seguir a las ideas, sino que son las ideas y emociones las que surgen a partir de una realidad material dada. En el mejor de los casos, ideas y hechos se retroalimentarían, fusionándose ideas con acciones. La regla de los 5 segundos es algo así como decir: «Voy a ser feliz al decidirlo, puesto que son las ideas las que gobiernan las acciones y los estados de ánimo». Siempre es bueno contar con técnicas que puedan ayudarnos, pero debemos ser conscientes de que no se trata de panaceas, ni nada por el estilo. Lo esencial consistiría en adoptar una actitud decidida, algo que, en muchos casos, no podemos elegir.

La palabra «actitud» proviene del vocablo «aptitud», y no todo el mundo es apto para adoptar ciertas actitudes. Hay, por ejemplo, gentes particularmente tímidas que no pueden ejercer como donjuanes, o personas físicamente incapaces de ser deportista. Ser proactivo es objetivamente bueno, como ya ha demostrado la psicología en décadas previas, pero también es sano saber cuáles son nuestras limitaciones, para, así, no forzar la máquina en exceso y sin resultados, y que, de este modo, no nos dominen los estados de frustración, desconsuelo y culpa, que, finalmente, solo habrían de añadir más infelicidad a nuestras vidas. Aunque también podríamos repudiar la fijación constante con la felicidad, que, como cabría esperar y como afirman muchos psicólogos, no hace sino incrementar la infelicidad.

 

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