Sociedad

«La democracia no se hereda, se crea»

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10
mayo
2024

A María Caso Escudero (Madrid, 1998) es difícil encontrarla de brazos cruzados: socia fundadora de Demos Lab, directora de El Futuro Es Ahora, fundadora y presidenta de la ONG Inakuwa, miembro del Consejo Asesor del Alto Comisionado para España Nación Emprendedora en el Gobierno de España. Entre sus cargos anteriores destaca el de vicepresidenta de Talento para el Futuro, directora de Jump Startup Community y embajadora de la Comunidad de Madrid para el Diálogo con la Juventud. Desde noviembre de 2023, es también concejala del Ayuntamiento de Madrid.


¿Recuerdas cuándo fue la primera vez que decidiste alzar la voz, tomar la iniciativa y pasar a la acción?

Sí, yo creo que desde que era muy pequeña he tenido esa capacidad de hacer que algunas de las ideas que tenemos se traduzcan en hechos. En clase era muy rebelde, siempre me he rebelado contra todo. En mi familia no aceptaba un sí porque sí. La primera vez que di un golpe en la mesa fue a los 17 años. Dije «necesito salir de aquí y conocer mundo» y me saqué un billete de ida, sin billete de vuelta, a Ghana. Ahí, siendo menor, era complicado que una ONG me acogiera, pero conseguí trabajar durante un mes. Realmente, conocer la realidad allí. Y eso fue lo que despertó toda mi parte social –que ya la tenía un poco por mi hermana, que siempre ha sido mi referente– e hizo que al volver quisiera estudiar Medicina. Bueno, y el resto de mi carrera profesional, pero diría que es la primera vez que dije «voy a ir a por ello».

«Si consideras la democracia algo estático, nos quedamos en el siglo XX»

Aumenta la desafección juvenil con la clase política, la democracia y las instituciones. ¿Dónde radican las causas?

Durante mucho tiempo se vio la política como una profesión y no como un servicio público que debería apelar a la vida de todos, es decir, que todos, de alguna manera, deberíamos formar parte de la vida pública. Esta concepción de la política quizás es más reciente, a partir del 15M, que hay una movilización social y se ve que las cosas se pueden cambiar y que la gente puede participar de la política. La desafección tiene que ver con que sus problemas no se ven reflejados en la toma de decisiones del día a día, con que no hay canales de participación y con la corrupción y el espectáculo de crispación que muchas veces vemos en la política. La sociedad reclama un tono muchísimo más tranquilo, de mayor consenso. También es verdad que las redes sociales, y sobre todo aquellas que tienden a viralizar determinados mensajes, tampoco ayudan. Muchas veces ves algunas intervenciones que no están ni siquiera respondiendo al adversario, están buscando el vídeo que luego van a subir en redes.

Tras la transición, ¿crees que la sociedad española ya «da por ganada» la batalla de la democracia?

Yo esto lo tengo clarísimo y lo veo en peligro diario, casi. En aquel momento estaba muy claro que había que construir un país porque veníamos de un sistema dictatorial, había que construir una serie de derechos y un sistema de bienestar social. En todas las fuerzas había un consenso –a pesar de que hubiera debates– en que había que construir ese país y esas reglas generales. 47 años después podría parecer que eso ya está ganado, que el sistema lo tenemos garantizado y no hay un proyecto de país común que tengamos que trabajar diariamente. Ese es el riesgo que corre la democracia. Se debe considerar el propio sistema democrático un valor que debemos pelear y construirlo como si fuera un proyecto de país. La política no puede ser un partido de fútbol en el que ganas por uno y aplastas al otro, no. La política es la gestión de lo público y de lo común, y eso es la democracia. Por encima de cualquier idea política, de cualquier debate ideológico, debería estar la idea de mantener el sistema democrático. Y eso peligra, por un lado, porque no somos capaces de llegar a acuerdos. Por otro lado, porque no somos capaces de frenar discursos antidemocráticos que han entrado en las instituciones. Igual que hay que ser contundente a la hora de apelar a los consensos, hay que serlo a la hora de no aceptar determinados discursos. Y eso también es democrático. Hemos sobrepasado determinados límites que han puesto en peligro esa convivencia democrática. Yo digo mucho que la democracia no se hereda –sobre todo en las nuevas generaciones–, sino que se crea. Si consideras la democracia algo estático, nos quedamos en el siglo XX.

Con cada generación cambian los ideales y las causas que defender (crisis climática, feminismo, derechos LGBTIQ+…) ¿Existe una brecha intergeneracional también en política?

Sí. La juventud está siendo vanguardia. Los grandes debates que tiene que afrontar el siglo XXI los ha puesto sobre la mesa la juventud. No solamente hay una brecha a la hora de abordar los debates, sino en lo que afecta a nuestras vidas, y es una brecha que tiene cuatro caras. La material: es innegable que los precios del alquiler están más caros ahora y el porcentaje que tiene que destinar un joven a pagar su vivienda es más del 100% [de sus ingresos]. La ecosocial, que tiene que ver con un planeta en el que ya no están garantizadas las condiciones de vida dignas y que además ya nos afecta. Es una brecha digital, y esto afecta directamente a nuestra capacidad de relacionarnos, de abordar determinados debates, y esto las generaciones más mayores tienen que entenderlo. Y luego hay una brecha cognitiva o de mentalidad, y tiene que ver con todos los problemas de salud mental. Todo esto hace que seamos generaciones que tenemos una realidad diferente y hace que pongamos sobre la mesa determinados debates que no se estaban abordando hasta ahora. Por ejemplo, entre un 10 y un 20% de la gente joven se autolesiona. El suicidio es la primera causa de muerte. No entendemos que este no sea un tema de debate de discusión diaria y de consenso.

«Se debe considerar el propio sistema democrático un valor que debemos pelear y construirlo como si fuera un proyecto de país»

Se están poniendo sobre la mesa esos grandes temas que preocupan a la juventud, pero luego vemos cómo muchos políticos en el mundo repiten sus candidaturas a pesar de su avanzada edad: Joe Biden (81 años), Donald Trump (77 años), Putin (71 años). ¿Es necesario un relevo generacional en política?

Es absolutamente necesario. Siempre nos preguntan cómo podemos incluir a los jóvenes para hacer política y la única manera es teniendo a jóvenes tomando decisiones. Porque hay un representante que tiene, ya no tu edad, sino tus mismas brechas. El mundo es muy complejo. Tenemos muchísimas generaciones conviviendo en un mismo momento y contando con una serie de vivencias muy diferentes. El reto es conseguir que la política sea intergeneracional y que a un Biden le acompañe una persona joven y que en algún momento sea la persona joven la que lidere y sea Biden quien acompañe. La política todavía no ha sido capaz de asumir que las personas jóvenes tenemos que estar liderando movimientos.

En las elecciones municipales de mayo de 2023 concurriste como número 12 de la lista del PSOE a la alcaldía de Madrid, ¿por qué decidiste dar el salto desde la sociedad civil a la política?

En realidad, creo que he hecho política toda mi vida. Donde he entrado ahora es en la política institucional, pero es importante que la gente desmitifique la política institucional con respecto al activismo que realizas en la sociedad civil. He visto muchísima política desde la sociedad civil y desde la empresa, solo que la política institucional tiene una serie de códigos que la hacen propia. Siempre he tenido muy claro que la política institucional era clave para generar cambios. No hay que ser ingenuos y pensar que por estar haciendo lobby desde las asociaciones vamos a cambiar cosas que, si pudieras tomar la decisión tú, las cambiarías mucho más rápido. Yo llevo muy poco [desde noviembre de 2023], y ya he podido generar una serie de cambios que de ninguna otra forma lo podría haber hecho desde fuera. Mi entrada en la política tiene que ver con la toma de conciencia de la importancia real que tiene en la vida de la gente todas las decisiones que se toman, en este caso en un ayuntamiento tan importante como el de la capital de España, pero en cualquier otra institución. Me apasiona toda la política. Nunca hay un debate que no me gusta abordar ni tengo miedo a ningún tipo de debate. La política es la capacidad de cambiar cualquier cosa. Yo hice dos años de Medicina, luego cambié a Ciencias Políticas porque me di cuenta de que la política da esa respuesta sistémica que no hay otra herramienta que sea capaz de dar. Aunque todas las personas de este país, los 47 millones, nos dedicáramos a causas sociales desde la sociedad civil no se resolverían los problemas si no hay quien toma la decisión de resolver los problemas.

«La política no puede ser un partido de fútbol en el que ganas por uno y aplastas al otro»

Dices estar «comprometida con el pensamiento» y en la pandemia comenzaste a estudiar filosofía. ¿Cómo sueñas la democracia?

Una democracia en la que estos ejercicios que estamos haciendo de participación, que nacen de la sociedad civil, sean parte del proceso institucional. Una democracia mucho más viva en la que los ciudadanos quieran participar, en la que ya no solo en las elecciones haya poca abstención, sino en general, que sientan que hay una parte que tiene que ver con sus deberes como ciudadanos, con el compromiso cívico. Sueño con una democracia que enseñe desde lo más básico, desde la educación, a hacerla suya. Es básico que entendamos que la democracia se tiene que democratizar, es decir, que tiene que ser accesible a toda la ciudadanía. Una política que sea capaz de integrar a muchos más perfiles sin necesidad de tener un carné de un partido político.

Tu despacho en la calle Mayor es el mismo que en su día ocupó Pedro Sánchez como concejal del Ayuntamiento de Madrid. ¿Te ves «haciendo carrera» política?

Para mí es una vocación la política. Voy a estar todo el tiempo que pueda intentando cambiar la realidad. Ojalá llegue un día en el que no haya problemas sociales ni ningún tipo de injusticia y me pueda dedicar a otra cosa, pero mientras tanto, mi vocación me va a hacer estar en aquellos lugares en los que sienta que más transformación pueda hacer. La política es uno, sin duda. No hay que tener miedo a desarrollar una vida profesional en la política, porque la política necesita de los mejores y que haya gente comprometida. Yo me veo aquí el tiempo que pueda seguir siendo libre, es decir, aportando medidas de consenso, propuestas ambiciosas en materia climática, materia social… y sí, a ver dentro de unos años dónde estamos cada una y hacemos otra entrevista.

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