Salud

Mar para la mente

Ya sea por el sonido de las olas, la brisa, el baño de sol, el aire salado o sencillamente por poder disfrutar de su magnitud, diversos estudios demuestran que vivir cerca del mar puede contribuir a una mejor salud física y mental.

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05
abril
2024
Joaquín Sorolla, ‘Corriendo por la playa, Valencia’ (1908)

«No se puede ser infeliz cuando se tiene esto: el olor del mar, la arena bajo los dedos, el aire, el viento». Esta frase de la escritora Irène Némirovsky parece englobar justamente lo que en los últimos años ha ido descubriendo la ciencia: estar cerca del mar puede ser beneficioso tanto para la salud física como para la salud mental.

Durante años, los destinos de «sol y playa» han sido los favoritos de turistas y viajeros. Ya sea por el sonido de las olas, el baño solar, la sensación que produce respirar la brisa marina o el sabor del aire salado, múltiples destinos –y a veces enormes resorts– alrededor del mundo han explotado la capacidad de los mares para escapar de la rutina, reducir la angustia y relajar la mente.

Recientemente, diversas investigaciones han demostrado que esa pulsión por desconectar con vista al mar podría responder a efectos fisiológicos y psicológicos tangibles. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Estatal de Michigan publicado en la revista Health & Place encontró que las personas que residen cerca del mar experimentan una salud mental significativamente mejor que aquellas que viven lejos de la costa.

La pulsión por desconectar con vista al mar podría responder a efectos fisiológicos y psicológicos tangibles

Los datos, extraídos de la Encuesta de Salud de Nueva Zelanda, demostraron que la proximidad al océano está directamente relacionada con la reducción del estrés y trae beneficios significativos para el bienestar general. Tener la posibilidad de ver «espacios azules» (como el mar) en el día a día se asocia a una menor angustia psicológica, llevando a unos niveles de calma que no fueron hallados entre los encuestados que solo tenían acceso a «espacios verdes» (como los parques).

No obstante, múltiples investigaciones han demostrado el impacto positivo de los bosques y las montañas en la salud de la mente. Incluso, una revisión científica realizada este año encontró que el 77% de los estudios han asociado el «espacio verde de calidad» con la salud mental.

Porque, bien sea el mar o la montaña, la exposición a la naturaleza repercute beneficiosamente sobre el bienestar de la mente. Y esto no solo sucede en el campo o en ciudades alejadas de las grandes urbes donde predomina el ajetreo ligado a la ansiedad y al burnout, sino que también puede verse reflejado en quienes viven en las capitales. Precisamente, el estudio neozelandés fue realizado entre residentes de la capital, Wellington. Asimismo, una investigación inglesa sostiene que vivir a menos de un kilómetro de la costa se asocia con una mejor salud mental «entre los adultos urbanos».

‘Soundtrack’ marino

Residir cerca del agua no solo contrarresta los efectos del estrés sobre la salud mental. Los expertos han recalcado que, además, puede ser un incentivo para la actividad física, pues vivir cerca de los litorales aumenta la posibilidad de hacer largas caminatas por la orilla, correr en la playa o nadar; actividades que reducen la ansiedad y la presión arterial, además de que mejoran el estado de ánimo.

Los hallazgos apuntan a que habitar en lugares cercanos al mar también fortalece el sistema inmunológico. Por un lado, la exposición al sol es fundamental para aumentar la producción de vitamina D, que ayuda a robustecer las defensas, al tiempo que mejora los niveles de endorfinas y la salud de los huesos. Y el aire salado contribuye a limpiar el sistema respiratorio.

El sonido del mar activa la corteza prefrontal, una zona del cerebro relacionada con la reflexión y la gestión emocional

Asimismo, un estudio de la Universidad de Exeter resaltó el poder restaurativo del mar debido a su capacidad de crear una sensación de calma. Los científicos del programa BlueHealth destacaron que el sonido del mar activa la corteza prefrontal, una zona del cerebro relacionada con la reflexión y la gestión emocional, lo cual, a su vez, se asocia a una mayor sensación de equilibrio y de bienestar personal.

En algunos lugares el poder terapéutico del mar ha recibido el nombre de «talasoterapia», una técnica antigua que consiste en aprovechar los minerales y oligoelementos presentes en el agua marina por sus propiedades medicinales. Pero no se queda allí. Las costas también permiten terapias alternativas que han recibido nombres específicos como la «arenoterapia» o la «helioterapia», también llamada terapia de sol. Sin dejar de lado que los espacios naturales abiertos pueden fomentar la interacción espontánea e incrementar la sensación de conexión con la comunidad.

Y es que ya decía Julio Verne que «el mar es todo, cubre siete décimas del globo terrestre; su aliento es puro y saludable. Es un inmenso desierto donde el hombre nunca está solo, porque siente vida por todos lados».

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