Cultura

La libertad de expresión o el Carnaval de Cádiz

Cada año en febrero, el Carnaval de Cádiz celebra en una gran fiesta la enorme pluralidad de voces y puntos de vista que alberga.

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Salomé Herce
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09
febrero
2024
Comparsa ‘Las Musas’ de Marta Ortiz Deusto durante el Carnaval de Cádiz de 2023.

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Salomé Herce

Hablar del Carnaval de Cádiz es hablar de la lucha por la supervivencia de la libertad de expresión. De la libertad bien entendida como el bien supremo que se canta, se come y se celebra. Piensen en una ciudad que atesora un hábito tan saludable como es el de revisarse, procesar la vida y la sociedad y crear, cada año por febrero, arte contado y cantado a partir de la experiencia de lo cotidiano. Y es que, en cada edición anual, el Carnaval de Cádiz revisa y expone los puntos de vista del pueblo, celebrando en una gran fiesta la enorme pluralidad de voces y puntos de vista que alberga.

Solamente en su versión «oficial», que es en la que participan los coros, las chirigotas, las comparsas y los cuartetos que cantan sus repertorios en el Gran Teatro Falla, en este año 2024 se han presentado 145 agrupaciones, 109 de ellas en la categoría de adultos y el resto en las categorías juveniles e infantiles.

Revisarse, procesar la vida y la sociedad y crear, cada año por febrero, arte contado y cantado a partir de la experiencia de lo cotidiano

Porque «la cantera», que es el nombre que utilizamos para referirnos a las nuevas generaciones de pequeños carnavaleros, es fundamental para que el Carnaval no se desvanezca en las tinieblas de la aculturación. Para que los niños y jóvenes gaditanos sigan entendiendo que cantar en Cádiz por Carnaval es un regalo. Y, desgraciadamente, una rareza del margen cultural, idiosincrásica de la capital de provincia más al Sur de la Península Ibérica. Del Sur del Sur de la vieja Europa.

Pero retomemos la idea anterior y el léxico propio del Carnaval de Cádiz. Las agrupaciones «oficiales» son las que cantan en el teatro. Sus piezas cantadas tienen la difusión que otorgan el propio teatro con su público, la televisión y las redes sociales. Piensen que, durante el concurso en el Falla, hashtags como #COAC2025 están en las tendencias de la red social X en España a diario. Por un momento, el margen cultural se acerca al centro. Existe, además, otro carnaval «ilegal», no sujeto a la presión mediática, los formatos audiovisuales y la autocensura que imponen los medios y que se canta directamente en la calle. Si el carnaval «oficial» es libre, el «ilegal» imagínense.

Hablar de Carnaval de Cádiz es hablar también de ciudadanía. La ciudadanía que, desde el propósito de la cohesión y la participación colectiva en la elaboración de obras comunes, alza su voz y emite su valoración de las cuestiones que le atañen e inquietan. En clave global, este año se está hablando de manera recurrente de la turistificación y de la inseparable pérdida de identidad que supone para ciudades pequeñas como Cádiz, del cambio climático y de su ineludible avance para una ciudad que se imagina bajo las aguas del Atlántico y, cómo no, de una profunda desafección hacia la clase política. Sea del color que sea. Los políticos nos mienten y manipulan. Los políticos no se interesan por nosotros. Pervierten el sistema para obtener un beneficio personal mientras nosotros, los ciudadanos, estamos desprotegidos.

Y es que el Carnaval no puede dejar de reflejar el desconcierto ideológico y la sensación apocalíptica que nos acecha. Pero, y de ahí radica la belleza estertora que lo acompaña últimamente: o mata muriendo o se disuelve en el totalitarismo acechante cantando, implorando y festejando la rebeldía única de la libertad de expresión. De la palabra con alas.

Cádiz, la de ‘La Pepa’ en 1812, sigue albergando en sus entrañas ese espíritu que empodera al individuo que se sabe parte de algo más grande

Porque la gaditana es una sociedad diferente y compleja, un bastión liberal y libertario, una aldea fenicia, extraña en los tiempos de autocensura que nos están debilitando. Cádiz, la de la Pepa en 1812, sigue albergando en sus entrañas ese espíritu que empodera al individuo que se sabe parte de algo más grande. De una pequeña isla. De nuestro universo particular.

Si vas a venir a Cádiz en Carnaval, acércate con delicadeza. Abre tu mente, escucharás opiniones diferentes a la tuya. Ensaya tu tolerancia, y sé abierto: déjate sorprender. Aprenderás y disfrutarás. Practica el silencio: sí, como lo oyes. El silencio en una fiesta. Porque vienes a escuchar a las agrupaciones. Si prefieres estar hablando o haciendo ruido: ¡tienes derecho!, pero encuentra una posición respetuosa. Disfruta de no ser el protagonista, recibe, sé matriz, público, tierra para que se siembren las ideas. Y, por encima de todo: no te olvides de ponerte calzado cómodo y píntate dos coloretes. ¡Salú y Carnaval!


Elena Merino Rivera es PhD Cum Laude por la Universidad Complutense de Madrid (tesis: La poética del Carnaval de Cádiz: la comparsa de Antonio Martínez Ares), vicepresidenta del Aula de Cultura del Carnaval de Cádiz, profesora y directora de la Escuela de Idiomas de la UNIR.

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