Medio Ambiente

Amazonía: radiografía del pulmón del mundo

La región amazónica enfrenta desafíos críticos que amenazan su estado de salud. La deforestación, la pérdida de biodiversidad y la falta de acuerdos internacionales se entrelazan en un complejo panorama que requiere atención y soluciones urgentes.

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13
febrero
2024

Hablamos del bosque tropical más extenso del planeta: cubre el 40% del continente sudamericano, con un total de 7 millones de kilómetros cuadrados, repartidos entre nueve países: Brasil y Perú (los que más extensión poseen), Bolivia, Colombia, Guayana Francesa, Venezuela, Ecuador y Surinam.

Su magnitud convierte a la Amazonía en una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del planeta, además de jugar un papel determinante como regulador del ciclo de carbono y del cambio climático. Al resto del mundo le afecta lo que allí ocurra, pero este «pulmón del mundo» está quedándose sin aire.

Desde mediados de 2023, la cuenca del río Amazonas se encuentra en un estado de sequía excepcional, que ha afectado a cientos de miles de personas, especialmente de poblaciones ribereñas, que dependen de sus ríos para la supervivencia diaria.

Según un estudio de World Weather Attribution (WWA), el cambio climático ocasionado por el hombre fue el principal impulsor de la fuerte sequía que sufrió la cuenca del río el año pasado. El estudio señala que esta se vio agravada por prácticas como la deforestación, la destrucción de la vegetación, los incendios, la quema de biomasa, la agricultura empresarial, la ganadería y otros problemas socioclimáticos que han disminuido la capacidad de retención de agua y humedad de la tierra.

La cuenca del río Amazonas se encuentra en un estado de sequía excepcional

Y es que en los últimos años la deforestación de la Amazonía ya había alcanzado niveles alarmantes. Según un estudio del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon), aunque la deforestación en las áreas protegidas de la selva amazónica disminuyó un 73% en 2023 en comparación con 2022, a pesar del descenso generalizado, desde Imazon señalan que algunas áreas protegidas han experimentado un aumento de la destrucción, por lo que deberían ser objeto de acciones urgentes en 2024.

Fuente de vida

La Amazonía alberga una biodiversidad única. Se calcula que sus selvas albergan el 10 % de la fauna conocida –también un gran número de la desconocida, oculta entre su exuberante vegetación– y el 20 % de la flora –más de 10.000 de sus plantas contienen ingredientes para uso médico o cosmético–. La destrucción de su hábitat las sitúa al borde de la extinción, impulsando la pérdida de biodiversidad.

Esta devastación no solo afecta a la flora y fauna únicas de la región, sino que también tiene consecuencias directas en la salud humana. La liberación masiva de carbono y la pérdida de servicios ecosistémicos esenciales afectan la calidad del aire y el equilibrio climático global.

El informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) destaca la necesidad de un enfoque integral para abordar los desafíos de la Amazonía. Esto incluye la implementación de prácticas agrícolas sostenibles, el fortalecimiento de la gobernanza ambiental y la promoción de la reforestación. La comunidad internacional debe aumentar la presión para garantizar que los acuerdos mundiales se cumplan y desarrollar estrategias que integren los derechos de las comunidades locales con la conservación ambiental.

No obstante, a pesar de la creciente conciencia global sobre la importancia de proteger la Amazonía, los acuerdos internacionales no se ponen en práctica. El Acuerdo de París, diseñado para abordar el cambio climático, incluye compromisos para reducir la deforestación, pero la falta de cumplimiento efectivo pone en duda la eficacia de estos esfuerzos. La última Cumbre Climática de la ONU, la COP 28, ha sido también una oportunidad perdida. Para la Coordinadora de la Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, «a pesar de las altas expectativas, el acuerdo presentado deja mucho que desear en términos de cómo abordar de manera efectiva el desafío urgente de dejar atrás el uso de los combustibles fósiles a nivel mundial».

La Amazonía alberga el 10% de la fauna conocida y 20% de la flora mundial

El pasado mes de agosto se celebró en la ciudad brasileña de Belém Do Pará (que será sede en 2025 de la COP 30) la Cumbre Amazónica, en la que se reunieron los líderes de los países panamazónicos, representantes de los pueblos indígenas y comunidades locales y miles de personas de la sociedad civil, el sector privado, el sector financiero y diversos científicos, para encarar los desafíos a los que se enfrenta este ecosistema.

Como resultado de la Cumbre se publicó la Declaración de Belém, que marca un hito importante de acercamiento entre los países de la región con una visión común de mantener la conectividad entre los bosques e impulsar, con urgencia, soluciones que busquen el equilibrio entre la naturaleza y cada una de las agendas nacionales de desarrollo.

Sin embargo, esto no es suficiente, ya que la Declaración se queda corta frente a demandas como la conservación y protección del 80% de la Amazonía para el año 2025, una de las principales solicitudes de los pueblos indígenas y otras organizaciones de la sociedad civil.

Ahora o nunca

La Amazonía está en un momento decisivo donde cada acción cuenta y el momento de actuar es ahora: vamos a contrarreloj. El informe La Amazonía a contrarreloj hace un diagnóstico regional sobre cuáles son los daños y propone soluciones. Gran parte de la selva ha desaparecido con la tala desmedida y los incendios forestales. A pesar de ello, existe la esperanza para el año 2025 de al menos salvar el 80% de la región. De acuerdo con las cifras del informe, el 74% del área del Amazonas sigue intacta o con un daño poco significativo y, de ese 74%, 6% puede ser recuperado.

Para ello, entre otras medidas, es imprescindible fortalecer la participación de las comunidades indígenas en la toma de decisiones sobre el medio ambiente. Son sus habitantes quienes están protegiendo este valioso territorio y quienes están haciendo frente al cambio climático, pero no podemos dejarles solos en la lucha.

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