Sociedad
Jeanne Baret, la mujer que se embarcó para dar la vuelta al mundo
La botánica y exploradora francesa Jeanne Baret fue la primera mujer en realizar una circunnavegación, y catalogó más de 6.000 especies vegetales.
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En las últimas décadas, hemos asistido a un auténtico revival de mujeres importantes de la Historia, cuyas vidas habían quedado olvidadas hasta que alguien decidió rescatarlas y otorgarles el lugar que merecen en los anales del mundo. Es el caso de Jeanne Baret (1740-1807), botánica y exploradora francesa que vivió durante el período de la Ilustración y que, disfrazada de hombre, se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo.
Aunque ya sabíamos de la existencia de Baret gracias a la documentación de la época y a algunos artículos científicos, el gran público la ha descubierto (o, mejor dicho, redescubierto) recientemente gracias a diversos libros y publicaciones de carácter divulgativo. Hoy en día, gracias a fuentes como pódcast o incluso novelas podemos acercarnos a la apasionante vida de esta científica.
Relegada durante décadas a ser «la amante de» por su relación con el botánico Philibert Commerson, lo cierto es que hoy sabemos que Jeanne Baret fue una botánica fundamental que ayudó a catalogar por primera vez más de 6.000 especies vegetales de territorios como Tahití, Madagascar, Brasil, el estrecho de Magallanes o la isla Mauricio. Entre otros descubrimientos, destaca el primer registro de la planta enredadera popularmente conocida como buganvilla.
El gobierno francés reconoció su contribución a la botánica y el valor de su hazaña
Baret nació en 1740 en Francia en el seno de una familia humilde, en la que no recibió educación formal pero sí conocimiento práctico de la naturaleza y la botánica. A los 20 años comenzó a trabajar como criada para Philibert Commerson, un naturalista y botánico ya reconocido entonces. La esposa de Commerson murió en el parto en 1762, y a partir de ahí las fuentes nos hacen suponer que Baret y Commerson mantuvieron algún tipo de relación personal o sentimental. Hay registros de un embarazo de Baret en 1764, dos años antes de la expedición que los llevaría a dar la vuelta al mundo. El niño, de padre no registrado pero probablemente hijo de Commerson, fue entregado a una madre adoptiva casi inmediatamente después de nacer.
En 1765, a Commerson le ofrecieron participar como botánico en la expedición marítima de Louis Antoine de Bougainville a bordo del Étoile, en la que se pretendía hacer un catálogo de las especies del planeta y realizar la circunnavegación, esto es, la vuelta al mundo. El estado de salud de Commerson era frágil y necesitaba que Baret fuera con él en calidad de cuidadora y ayudante. Esto, unido a la curiosidad científica de ella, hizo que tomaran la determinación de que le acompañaría en la expedición.
Pero había un problema, y no menor: en aquel momento era ilegal que una mujer participara en un viaje de esas características. Por ello, para poder subirse al barco, Baret tuvo que recurrir al travestismo: ataviada con pantalones, un gorro para cubrir el cabello y una cinta muy ajustada para disimular el pecho, se presentó en el barco Étoile como Jean Baré, un joven anónimo que deseaba unirse a la expedición y Commerson lo contrató como ayudante para sus labores como botánico. Fue este puesto como asistente lo que hizo posible que su estancia en el barco pasara desapercibida durante mucho tiempo, pues vivía separada de los demás en las dependencias de Commerson.
La expedición debió de ser muy dura, recorriendo regiones inhóspitas y salvajes. El viaje los llevó por puertos tan exóticos para los europeos como Madagascar o Tahití, donde finalmente el engaño fue descubierto. Aunque ya había sospechas entre los tripulantes del Étoile a propósito del sexo del ayudante de Commerson, la verdad salió a la luz cuando, al llegar a la costa de Tahití en abril de 1768, los lugareños rodearon a Baret y empezaron a gritar que se trataba de una mujer.
Descubierta la triquiñuela, tanto Baret como Commerson fueron obligados a desembarcar en la isla Mauricio. Allí vivieron y trabajaron juntos hasta que Commerson falleció en 1773. Baret permaneció algo más de tiempo, trabajando como tabernera, y en 1775 regresó a Francia. Completaba así su vuelta al mundo, de la que regresaba cargando miles de ejemplos de plantas desconocidas en Europa. Allí vivió acomodadamente hasta su muerte gracias a la herencia que Commerson le había legado y al reconocimiento que, aunque tardío, llegó.
Y es que, a pesar de que su participación en la expedición había sido polémica por su sexo, su contribución a la botánica y el valor de su hazaña fueron tan impresionantes que el gobierno de Francia reconoció su mérito, otorgándole una renta vitalicia como agradecimiento por sus servicios.
Commerson y Baret, científicos extraordinarios, engrosan la lista de parejas que trabajaron en conjunto pero en las que el mayor reconocimiento había sido siempre para él. Gracias a la investigación y al interés por rescatar los perfiles de las mujeres en la Historia, hoy sabemos que el trabajo de Jeanne Baret fue igual de fundamental que el de su amante, y podemos celebrarla a ella y a sus descubrimientos.
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