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«La inteligencia artificial va a ser tan importante como el fuego»

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15
enero
2024

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Aunque no se trata de algo nuevo, la IA ha venido dando que hablar y desarrollándose en las últimas décadas, hoy se siente como algo más cercano, que ya está transformando dinámicas personales, educativas y laborales. Incluso, para transcribir esta misma entrevista se empleó una herramienta que utiliza inteligencia artificial para convertir en texto un archivo de audio. Precisamente, esa fuerza de la tecnología para «moldear el poder y la experiencia de las personas» es lo que acercó a Nina Schick a estas temáticas. Esta experta en geopolítica se comenzó a involucrar con estos asuntos cuando en 2017 asesoraba a partidos políticos y líderes como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre interferencia electoral y desinformación. Un momento en el que se comenzaba a vislumbrar el poder las ‘deep fakes’ emergentes.


¿Qué está pasando con la IA?

Creo que en lo que respecta a la inteligencia artificial, se va a convertir en una tecnología general. Si nos fijamos en la historia de la humanidad, ha habido varias oleadas de tecnología general, desde el fuego hasta la revolución agrícola, pasando por la revolución industrial y, en última instancia, hasta el nacimiento de la informática moderna, que han cambiado el mundo como lo conocemos. No solo han sido herramientas, sino que también nos han cambiado a nivel anatómico y biológico. Nos convertimos en productos de estas tecnologías. Un buen ejemplo es el fuego. Con su invención nuestras vías digestivas cambiaron, nuestra forma de organizarnos, nuestra sociedad cambió, todo cambió. Lo mismo ocurre con otras tecnologías en general. Creo que la IA va a ser tan importante como el fuego, la informática, internet o la revolución agrícola. En última instancia, para mí, esto no es una historia sobre la tecnología. Es una historia sobre la humanidad. Sobre cómo nos va a afectar a todos.

¿Puede significar incluso cambios más importantes que los que usted menciona han ocurrido en el pasado?

Sí, creo que el segundo aspecto interesante es que la inteligencia artificial es, en mi opinión, más importante que las tecnologías del pasado porque, si lo pensamos bien, ¿qué hace realmente? El objetivo es hacer que las máquinas sean tan inteligentes como los humanos. Desde el nacimiento de la IA en la década de 1950, con el nacimiento de la informática moderna, hasta ahora, una prueba que fue ideada por Alan Turing en un artículo muy famoso planteaba: «¿Podemos hacer que una máquina haga algo que convenza a los humanos de que está hecho por humanos, el juego de la imitación?». Es como una medida de la inteligencia de la máquina. Pero ya hemos llegado al punto en que eso es posible. Por primera vez tenemos estos sistemas de IA que son tan creativos como las personas, tan inteligentes en un sentido estricto, pero aún es solo el principio. Esto plantea la cuestión filosófica de qué significa ser humano en una época en la que las máquinas van a ser tan inteligentes como nosotros, tan creativas y quizá, incluso, más. Creo que esa es la cuestión filosófica central. Más allá de eso, creo que cuando se piensa en las oportunidades y en los riesgos, es enorme.

«Por primera vez tenemos estos sistemas de IA que son tan creativos como las personas, tan inteligentes en un sentido estricto, pero aún es solo el principio»

¿Cuáles pueden ser esos riesgos y oportunidades?

Cuando pensamos en los riesgos tenemos que ser capaces de separar los que son a corto plazo de los posibles riesgos existenciales en el futuro. Gran parte del debate ha girado en torno a la inteligencia artificial general (AGI) existencial, los robots que toman el control y nosotros lo perdemos, lo cual es importante, pero muy hipotético. Pero también hay riesgos reales a corto plazo. En cuanto a las oportunidades, no es solo que estén surgiendo, sino que ya están ocurriendo. Los sistemas de inteligencia artificial se están integrando en nuestra forma de trabajar, en los procesos creativos. El cambio se está produciendo ahora, y no ha hecho más que empezar. Para mí, la IA es una metatecnología, como internet. No es un producto o una herramienta, sino que permite el uso de muchos otros productos y herramientas. Lo que está permitiendo es, de nuevo, el avance de la inteligencia humana. Creo que esa es la distinción filosófica clave.

¿Cuál es el peor escenario que usted se imagina que puede ocurrir si no hacemos nada por controlar el desarrollo de la IA?

El peor de los casos, ese del que a todo el mundo le encanta hablar, es el riesgo existencial. Que perdemos el control de los sistemas y luego hay algún evento de extinción catastrófica, como un Armagedón nuclear. Ese es el peor escenario posible. Pero creo que es muy importante que distingamos entre los riesgos a corto plazo y los catastróficos. Se ha prestado demasiada atención a ese escenario porque hay muchas otras formas en las que, antes de que perdamos el control de la IA y esta nos mate a todos, la gente la utilizará para crear información errónea y desinformar o para utilizar deepfakes para hacer ingeniería social o para utilizar un gran modelo de lenguaje para generar código con el que intentar crear un arma biológica. Esos riesgos a corto plazo, que tienen que ver mucho más con la forma como los seres humanos van a utilizar estas capacidades, es algo en lo que deberíamos centrar nuestras mentes, en lugar de limitarnos a pensar en este evento de extinción en el que perdemos el control de los sistemas. Pero sí, el espectro de lo que puede suceder va desde que alguien te va a estafar haciéndose pasar por tu madre por teléfono hasta que, bueno, vamos a morir. Pero es hipotético y eso es lo que tenemos que recordar.

Cuando hablamos de nuestras relaciones personales, ¿cree que la IA también entrará a estos espacios?

Sí, ya está ocurriendo. La gente se pregunta: ¿puede pensar la máquina?, ¿es inteligente? Pero eso es una pista falsa porque no creo que sea realmente inteligente como un ser humano, pero eso no importa porque cuando hablas con un gran modelo de lenguaje crees que podrías estar hablando con un humano, puedes pensar que la máquina es realmente inteligente y puede sentir. Uno de los primeros lugares donde hemos visto eso es en las novias chatbot, eso ya existe. La gente ya cree que es real, que pueden pensar y que tienen una conversación con ella. Ha habido un número de compañías y aplicaciones que han desarrollado estas extrañas novias ChatGPT. Creo que eso continuará. La reflexión clave es que la IA te da apoyo emocional o algo similar, independientemente de si realmente puede pensar o no, pero ¿a la gente le importa? Vemos que dicen que para las personas mayores que se sienten solas sería genial poder acceder a un chatbot. Veremos que esto ocurre cada vez con más frecuencia.

¿Cree que es positivo que eso pase?

Supongo que ese es un punto de vista moral y filosófico. Me parece un poco extraño en el ámbito de las relaciones. Sin embargo, si ayuda a alguien, a una persona mayor que está muy sola y no tiene apoyo emocional, ¿es bueno o malo? Están hablando con un chatbot, pero les ayuda a pasar el día porque no tienen otro contacto humano. Creo que depende de cómo se despliegue y del caso de uso.

¿Por qué los deep fake son un desafío?

Creo que el principal reto es la integridad de la información. Vivimos en este ecosistema digital, que tiene unos 30 años. Es muy nuevo y todos estamos conectados. No importa si eres un individuo, una organización, un Estado o nación, tienes que existir en él. Ya sabemos que ese ecosistema está bastante corrompido por la desinformación y sabemos que eso tiene un impacto en el mundo real. Pero ahora nos enfrentamos a un nuevo reto porque cualquier contenido puede ser generado por IA. No solo videos, audios e imágenes, sino también datos e información. Entonces, si estamos en este ecosistema, que es vital para la vida, que ya ha sido bastante corrompido por la desinformación, ¿qué significa cuando en realidad estamos ante una revolución de contenidos e información generada por la IA? No todo va a ser malo, pero ¿cómo saber en qué confiar? ¿Cómo saber qué es real y qué no? Esa es la cuestión central, porque no se trata solo de que se pueda falsificar o sintetizar algo con IA, sino también de entender que cualquier cosa puede ser sintética. Eso significa que ya no se puede confiar en nada, y eso es una amenaza porque necesitamos poder confiar en el ecosistema en el que todos existimos.

«Creo que el principal reto es la integridad de la información»

¿Qué se está haciendo en este sentido?

Lo bueno es que se puede pensar tanto en soluciones técnicas como en prescripciones sociales. Desde el punto de vista de las soluciones técnicas, en los últimos cinco o seis años se ha intentado encontrar algoritmos para detectar contenidos generados por inteligencia artificial. Es bastante complicado, nunca ofrecen una precisión del 100%, pero quizá sean una herramienta en el arsenal de la creación de resiliencia para poder tener detectores de contenido. Pero otro enfoque, que creo que es más prometedor, es la idea de la procedencia de los medios o la autenticación de contenidos. Se trata de que cuando se crea cualquier información o contenido, se firma, está en el ADN del contenido o la información de dónde viene y si es generado por IA o no.

¿La humanidad debe aprender que una imagen ya no vale más que mil palabras?

Pues sí. Creo que es una nueva realidad en el sentido de que antes suponíamos que una fotografía o un vídeo eran casi una extensión de nuestra propia percepción. Ver para creer, o ver u oír para creer, pero eso ya no es necesariamente así. Incluso antes de que aparecieran las herramientas de IA, no era así. La percepción que alguien tenía de la realidad siempre podía estar distorsionada. Solo que con la IA, la percepción de la realidad puede distorsionarse de una manera mucho más eficaz y escalable. Pero creo que el punto más importante es que el contenido audiovisual generado por IA es un nuevo medio para la comunicación humana. Es solo que tienes que ser consciente de ese medio. Al igual que cuando surgió la fotografía, eso no significó que la gente dejara de pintar retratos o paisajes. Simplemente es un nuevo medio de expresión humana. Ese es el cambio de paradigma.


Esta entrevista es parte de un acuerdo de colaboración entre el diario ‘El Tiempo’ y la revista ‘Ethic’. Lea el contenido original aquí.

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