Urbanitas de pueblo: la tribu del siglo XXI para salvar el mundo

Las sociedades urbanas y rurales se han redescubierto a raíz de la pandemia y con el impulso definitivo del teletrabajo. Hoy viven un punto de inflexión: muchos se fueron al campo y no quieren volver. Pero la experiencia de distintas empresas B Corp demuestra que la emergencia climática se combate con soluciones comunes. Con equilibrio.

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La sección de productos frescos de cualquier supermercado es el ejemplo perfecto de una simbiosis inevitable: la que se da entre el mundo rural, con la figura de las personas detrás de cada comestible, y el urbano, ejemplificado en quien consume el producto. Un producto que después pasa por caja y llega hasta la casa de una persona urbanita. 

En la actualidad, alrededor del 56% de la población mundial (unas 4.400 millones de personas) vive en ciudades. Hasta hace solo unos años, era habitual dar por hecho que todo el planeta se abocaba hacia un futuro de metrópolis. La tendencia parecía imparable. De hecho, el Banco Mundial estima que, para 2050, siete de cada diez personas que pueblen la Tierra habitarán una urbe. Una realidad que está muy lejos del balance que ha conocido Borja Lafuente, director de Asuntos Públicos de Danone Iberia, criado gran parte de su vida en el campo. Para él, el escenario ideal estaría en «compensar el exceso de una cosa con la carencia de la otra, lo que forma un equilibrio perfecto». 

Esta compañía agroalimentaria, la más grande de España, desde su vinculación directa con el sector primario y el campo, impulsa proyectos con un marcado compromiso ESG (siglas en inglés que hacen referencia a lo medioambiental, lo social y a la buena gobernanza). Y lo hace como parte de su estrategia de sostenibilidad, que, en 2015, le llevó a convertirse en una empresa B Corp. «Cada vez es más común ver la necesidad de la sociedad de nutrirse de ambos mundos», visibiliza Lafuente, que muestra cómo Danone se plantea sus acciones desde un punto de vista «holístico y transversal» para la sociedad, sin importar dónde se ubique, «pero apostando por la cohesión y la creación de sinergias entre comunidades». 

El punto clave, la inflexión que ha dejado entreabierta una ventana a la solución, apareció durante la pandemia de covid-19: «Ambos entornos pueden estar muy separados, pero menos que hace unos años», esboza en referencia a la entonces masificación forzada del teletrabajo como opción laboral. Una masificación que, a su vez, abrió los ojos a muchos urbanitas que, ahora, son de pueblo. 

Desde Kuartango (Araba/Álava), un municipio de menos de medio millar de habitantes protegido por sierras y abrazado por dos ríos, el Bayas y el Vadillo, Iván del Caz, socio y cofundador de la cooperativa BIKO, refleja cómo la crisis sanitaria demostró «que se puede trabajar a distancia y tener la misma o más eficiencia». Solo falta estar en igualdad de condiciones, algo que va camino de lograrse con iniciativas como el Programa de Universalización de Infraestructuras Digitales para la Cohesión – Demanda Rural (UNICO–Demanda Rural) del Gobierno, presentado en junio de 2023. Esto permitirá que, para 2024, hasta el 90% del territorio cuente con una buena conectividad, acelerando así «una nueva relación entre lo urbano y lo rural». 

«El reto es ser suficientemente conscientes de lo que ambas partes debemos de aportar para poder generar un sistema social, ambiental y económico fuerte y con oportunidades para dar respuestas a los retos de forma innovadora y tangible», analiza Conce Macías Sánchez, cofundadora y directora de Proyectos en AlmaNatura, la primera empresa española en convertirse en B Corp en 2013. Lo cierto es que formar parte de esta comunidad de organizaciones comprometidas con un futuro sostenible ha permitido hacer realidad iniciativas como «Relevo generacional», impulsada junto a Danone. 

Para desmontar mitos, la idea de AlmaNatura y Danone comenzó entre julio de 2020 y marzo de 2021 en la comarca de Tierras de Talavera (Toledo). Su éxito dependía de que pasar el testigo entre padres e hijos de cuatro granjas familiares se realizase con garantías, por lo que se desarrollaron sesiones de coaching o acompañamiento especializado para la buena gestión de los activos y también se ofrecieron herramientas para compaginar el negocio con la vida familiar. 

Se trata, mantiene Lafuente, de asegurar «la sostenibilidad del campo», algo solo posible si sigue habiendo gente en estos entornos «que haga esta transición social y medioambiental». Su compañía apoya desde hace más de diez años a los productores en la transformación del modelo agroganadero actual y así «asegurar un futuro sostenible».

Equilibrio territorial por el bien de la sociedad y el planeta

Hay empresas que sirven como bisagra entre ciudad y campo para contribuir a un cambio en el modelo productivo y de consumo que redunde en beneficio de todas las personas y de los recursos finitos del planeta. Otra B Corp como ¡La Colmena que dice Sí!, por ejemplo, lleva casi diez años estableciendo sus colmenas entre Madrid, Barcelona, Valencia y Valladolid. Es así como los 40.000 consumidores registrados en su web y los más de 400 productores locales se conectan mediante comunidades de consumo ubicadas en distintos barrios.

Anna Garcia: «El consumo de proximidad lleva implícito favorecer el medio ambiente»

Entre el lugar donde se recoge un alimento y se expone para su venta hay, de media, unos 43 kilómetros. «El consumo de proximidad lleva implícito favorecer el medio ambiente y las comunidades locales», recuerda su responsable de Comunicación y Marketing, Anna Garcia. A la vez que se crea un circuito «corto» de interrelación entre consumidor y productor local; hace las dinámicas más «humanas»; se elimina el uso de sustancias químicas para el cultivo de hortalizas, verduras o frutas; se reducen los envases y los residuos asociados y, además, se combate el despilfarro alimentario.

Mientras hay una desigual carrera global por ajustarse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, el Movimiento B Corp mueve ficha. «Estamos decididos a jugar un papel clave en la lucha contra el cambio climático y las desigualdades sociales», zanja Lafuente. Desde 2017, la multinacional de alimentación ha reducido sus emisiones de CO2 en España en un 21%. Ahora, añade, el objetivo es hacer frente al principal gas de efecto invernadero (GEI), el metano, hasta disminuir un 30% para 2030 la cantidad anual que se emite por la fabricación de sus productos lácteos. 

El sistema productivo, que se destina en su mayoría a las ciudades, se enfrenta por tanto a uno de sus mayores dilemas, advierte Del Caz desde la cooperativa BIKO: «Si tenemos ciudades de cinco, ocho o diez millones de habitantes, el planeta no lo va a soportar. Tenemos que entender el concepto de equilibrio territorial entre ciudades equilibradas y de tamaño medio, y zonas rurales con población suficiente para mantener esos entornos rurales con calidad de vida». 

Por este motivo, la innovación surgida en los pueblos, que impulsa como director del proyecto Rural Citizen, puede ayudar en la transformación y activación de estos territorios «utilizando la inteligencia colectiva y la colaboración». Hoy participan en esta iniciativa más de 2.300 personas y la idea ya ha fomentado más de 60 acciones de todo tipo desde 2020, entre las que destaca La Gran Kedada Rural, un encuentro a gran escala alrededor de una ruralidad innovadora.

Borja Lafuente: «Estamos decididos a jugar un papel clave en la lucha contra el cambio climático»

Todo radica en la vitalidad

El directivo de Danone es, además, presidente de Vivaces, una joven alianza empresarial con poco más de un año de vida que nace para impulsar el medio rural mediante tres ejes de trabajo: generar conocimiento sobre el potencial que alberga este entorno; promover sinergias y espacios compartidos con distintas iniciativas de innovación social dentro de los pueblos, y difundir y visibilizar la importancia de la cohesión territorial.

Ocho empresas se han sumado a esta plataforma colaborativa de la que ya han germinado un par de concursos para detectar «proyectos de impacto» en el ámbito rural y un think tank para abordar los distintos retos que tienen por delante los pueblos en cinco dimensiones: sostenibilidad, economía, empleo, salud y bienestar, y digitalización.

No obstante, la esencia de demostrar que la España vaciada es, al contrario de lo que pudiera parecer, un ser con mucha vitalidad queda patente en el anhelo que persigue AlmaNatura con unos «pueblos vivos». Y a ello aspira con el despliegue de distintos programas centrados en el empoderamiento femenino (Gira Mujeres), en la juventud (Proyecto Colabora, Regenera y Gira Jóvenes) o en el apoyo a aquellos urbanitas que quieren cambiar su vida (Holapueblo).

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