Sociedad

Las primeras periodistas de los medios en España

El libro ‘Las primeras periodistas 1850-1931’ (Renacimiento, 2023) de Carolina Pecharromán recupera a las pioneras de la prensa española, reporteras a veces invisibles pero que estuvieron ahí desde el arranque del periodismo moderno en España.

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14
diciembre
2023

La trayectoria de las periodistas del pasado es una de tantas historias que se han quedado traspapeladas en la narrativa colectiva, tanto, que a veces se asume que no estaban allí. Para recuperar su historia y hacerla más conocida existen cada vez más libros e investigaciones que apuntalan biografías y recuperan crónicas del pasado.

Rescatar la presencia en los medios de las periodistas españolas entre 1850 y 1931, conectándolas con las de Reino Unido y Francia, es lo que hace Las primeras periodistas 1850-1931. Profesionalización y activismo, que acaba de publicar Carolina Pecharromán en Renacimiento. Son los años en los que se asienta la prensa moderna tal y como la conocemos— y es un período en el que las firmas de mujeres ya estaban presentes en las cabeceras. Firmaban y eran leídas. «Muchas de las autoras que aparecen en este libro habían sido personajes conocidos o incluso populares y admirados en su época y ejercían una variable, pero importante, influencia social», escribe Pecharromán.

Estos son también los años de popularización de la prensa femenina, que, como recuerda la autora, había arrancado ya en el siglo XVIII en Francia y Reino Unido. A mediados del siglo XIX se consolida en España y las escritoras se convierten en sus creadoras de contenidos. Todavía no eran las directoras de las publicaciones —lo serán unos años más tarde— pero sí sus autoras. Igual que ocurre ahora, estas no eran solo revistas de moda —tampoco la moda es solo moda—y lo que estaban transmitiendo era mucho más que los patrones y tendencias del momento. Lo hacen de forma implícita y explícita, porque el arco temático que abordan toca muchos palos.

Entre 1850 y 1931 no solo se asienta la prensa moderna, sino también la aparición de firmas femeninas en las cabeceras

Para las escritoras románticas españolas, su trabajo coincide con una explosión de la prensa y la industria editorial en el país, como recuerda Pecharromán. Esto lleva a que las poetas de esa época empiecen publicando sus poemas en prensa, o escribiendo columnas y artículos. Robustiana Armiño arranca publicando poesía y acaba publicando artículos, perfiles de mujeres célebres o a fundar su propia revista. Ángela Grassi es otro ejemplo, poeta, novelista y longeva directora de medios. Es curioso además las relaciones que se establecieron entre ellas: una suerte de sororidad profesional de «patronazgo y sostén mutuo». «Ellas no se sentían rivales y hacían lo posible por ayudarse, una solidaridad femenina imprescindible para sobrevivir», escribe.

Las periodistas que siguieron a estas escritoras románticas en el camino de la prensa ya lo hicieron en ocasiones, de hecho, en la dirección y fundación de sus propias revistas, que a veces tenían ya una agenda claramente protofeminista, como demuestra Pecharromán. Son los años en los que figuras como la Baronesa Wilson eran famosas y populares.

La baronesa —Emilia Serrano— tiene una biografía novelesca que ha llegado hasta el presente tamizada por las mentiras que la propia Serrano contó en su momento para hacerla más atractiva y aceptable. El reciente trabajo de la historiadora Pura Fernández, 365 relojes (Taurus), permite separar la verdad de la mentira. Y la verdad es fascinante: Serrano se inventó un marido barón fallecido para ocultar que era madre soltera —el padre de la niña era el poeta José Zorrilla— y darse un caché nobiliario que le ayudó a crear marca personal. La monetizó convirtiéndose en una empresaria de los medios, fundando revistas y dirigiéndolas, y en una ensayista ultapopular que logró triunfar tanto en España como en América Latina.

Sería muy fácil decir que fue una mujer adelantada a su tiempo, pero lo cierto, como demuestra su biógrafa, es que no lo fue. Fue una periodista de su época. «Es un exponente magnífico de lo que fue el siglo XIX», sentenciaba el pasado otoño Fernández al hilo del lanzamiento de su libro. «Es una mujer de entonces que te permite conocer la época». Es, en resumidas cuentas, una muestra de estas mujeres de la prensa.

Estas periodistas fueron siguiendo los vaivenes políticos de esos años, pero ya estaban en la industria y ya no se moverán de ella. «El periodismo como trabajo remunerado se va abriendo espacio en la segunda mitad del siglo XIX en España como una salida profesional para las mujeres de clase media que terminará por permitirles la independencia económica», escribe Pecharromán. Cuando Colombine o Violeta eran las periodistas del momento en el cambio de siglo no estaban en realidad empezando de cero, sino recogiendo la trayectoria de las mujeres que las habían precedido.

Tanto Colombine como Violeta fueron conocidas en su época y profesionales que vivían de su trabajo en medios. Colombine llegó a Madrid decidida a vivir de las letras tras dejar un matrimonio fracasado. Y lo logró. Escribía sobre toda clase de temas —es clave para entender el debate sobre el divorcio en esos años— y era una influyente feminista. Su figura ha sido recuperada en los últimos años, haciéndola cada vez más visible. Violeta lo es menos, a pesar de que sus trayectorias son bastante paralelas. También formó parte de la redacción de un medio, escribió sobre todo tipo de temas y logró ser la primera dircom registrada en la historia de la comunicación corporativa española, en Telégrafos.

En el arranque del siglo XX, las periodistas —como apunta Pecharromán— entraron «en las redacciones de la prensa generalista de información», al tiempo que los medios se abrieron a más temas y más diversos —para llegar a un público lector más amplio y con ello a las mujeres— y emergieron nuevos géneros —como la entrevista o el reportaje— en los que eran bien recibidas como autoras. En los periódicos de esas décadas no es extraño encontrar ‘páginas de la mujer’, que firman y editan ellas. Tampoco se quedan ahí y van ampliando el abanico de temáticas que cubren. En los medios de los años republicanos, Magda Donato o Josefina Carabias eran firmas estrella que hacían reportajes de investigación o crónica parlamentaria.

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