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Jorge González Cortés: «El capitalismo va a salvar al planeta»

Las energías renovables son el pilar fundamental de la transición ecológica. Ante un cambio climático que ya está mostrando sus efectos es clave tomar conciencia sobre la necesidad de su uso. Conversamos con Jorge González Cortés, vicepresidente de Gesternova, que acaba de participar en el «I Congreso Descarbonización y Sostenibilidad» de Anese.

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Para que la energía verde pueda llegar a todas partes, es clave la existencia de empresas como Gesternova, una compañía española que aglutina toda la cadena de valor de la comercialización de energía verde. Conversamos con su vicepresidente, Jorge González Cortés, que participó recientemente en el «I Congreso Descarbonización y Sostenibilidad» organizado por Anese (Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energéticos) sobre energía, descarbonización y eficiencia energética.

¿Qué es exactamente la «energía verde» y cómo se obtiene?

La energía verde es aquella que proviene de fuentes de energía renovable. ¿Y qué son las fuentes de energía renovable? Son aquellas que son respetuosas con el medio ambiente y que su energía primaria, como es el caso del viento, sol, agua y también biomasa, son renovables a escala humana. Algunos dirán que el petróleo también se renueva porque el petróleo se va generando de forma natural… Esto es así, pero en este caso la realidad es que no hay forma de renovarlo a escala humana y se tardan muchos más años en renovarse.

¿Cómo sabemos que la energía que consumimos es de origen renovable? 

Existe un sistema de garantía en Europa, que es común a todos los miembros de la Unión Europea, que es el sistema de garantía de origen. En nuestro caso como comercializadora y también agente de mercado que lleva a productores de renovables al mercado de electricidad, disponemos de esas garantías de origen de los productores para certificar que el origen de la energía que nosotros ponemos en el mercado es 100% renovable. Es obvio que, una vez que se vierte a la red de distribución y transporte, ya los electrones son indistinguibles. Pero la directiva europea se creó para que la ciudadanía pueda elegir el origen de la energía que quiere recibir en sus casas. Y también como forma de enviar una señal a los políticos y al sector eléctrico de cuál es el origen de la energía que los ciudadanos quieren.

«La mejor energía es la que no se consume»

¿Por qué es importante que toda la población tome conciencia de que puede hacer algo contra el cambio climático y poner nuestro granito de arena?

Porque la solución a los problemas a los que nos enfrentamos con la amenaza del cambio climático primero nos afecta a todos como individuos. Y bien, las empresas o los gobiernos pueden tomar iniciativas, pero al final, tanto los gobiernos como las empresas estamos formadas por personas. Entonces, ser conscientes de nuestras decisiones de compra y tener claro cuál es nuestra manera de influir es lo que puede determinar que consigamos nuestro objetivo de mitigación del cambio climático. Al final somos personas, somos los individuos los que empujamos el cambio. 

Hace unos días participó en el «I Congreso Descarbonización y Sostenibilidad», organizado por Anese, que contó con la presencia de decenas de empresas ¿Cómo de relevante es la implicación de las compañías en el camino hacia la descarbonización?

Yo creo que el camino hacia la descarbonización es unidireccional, es decir, no cabe retroceso. Y la única cuestión en la que podemos diferir las empresas que estuvimos participando en la mesa redonda, quizás sea la velocidad del cambio. Es decir, hay empresas que tenemos más libertad para acelerar esta transición, porque no tenemos que hacer, valga la redundancia, una transición dentro de nuestro negocio: nosotros ya nacimos verdes. Y yo creo que las empresas que vienen de un pasado basado en combustibles fósiles y en otras tecnologías tienen que hacer esa transición de una forma quizá más pesada de lo que nosotros tenemos que hacer. Las diferentes velocidades es lo que destacaría, porque hay muchos métodos y hay muchas formas de hacerlo, no solo por el consumo de electricidad, sino también con la reducción del propio consumo de bienes, de hacer un consumo más responsable de todo lo que consumimos en el día a día. 

Usted intervino, junto a otros expertos, en el «Panel Descarbonización», ¿cuáles fueron las principales conclusiones que sacó de aquellas ponencias?

Que la descarbonización es irreversible, que es un objetivo que reclaman los ciudadanos, que está definido por las políticas energéticas de la Unión Europea y que requiere un cambio de mentalidad, pero que no es tan disruptivo o tan traumático como la gente piensa. Al final es una evolución en la que todos tenemos claro el destino, sabemos cuál es el objetivo. Es interesante destacar que la descarbonización y la transición energética no son una autopista recta de cuatro carriles por la que podemos circular a toda velocidad. El camino por el que circulamos lo vamos construyendo a medida que va pasando el tiempo y vamos vislumbrando ese objetivo. Tendrá sus baches, tendrá sus curvas, sus estrecheces y sus ensanchamientos, pero es un camino que todos estamos decididos a seguir y queremos recorrerlo.  

«El camino hacia la descarbonización es unidireccional, no cabe retroceso»

Los planes del Gobierno buscan la descarbonización, pero también el abaratamiento de la energía en el mercado para hacer más competitivas a las empresas. ¿Cree que este binomio es factible?

Rotundamente sí. Hay una cuestión: las renovables son el eje de la descarbonización energética en el marco de la Unión Europea, que propone un objetivo de energía barata, limpia y abundante para toda la ciudadanía. Y en ese trinomio solo caben las energías renovables, porque además son autóctonas.

No es ningún disparate afirmarlo, es una cifra objetiva: la forma más barata de producir energía hoy, con una ratio que llamamos el Levelized Cost of Energy (coste nivelado de la energía), es la energía fotovoltaica. La energía fotovoltaica en particular, y las renovables en general, han conseguido ser hoy las más competitivas en precio. Con un abaratamiento que se ha generado a pesar de que el otro conjunto de tecnologías energéticas sigan necesitando externalizar muchos de sus costes para ser competitivas. 

No solo es un objetivo medioambientalmente sostenible, sino que también lo es económicamente. Hay una frase que me gusta repetir en mis redes públicas y es que «el capitalismo va a salvar al planeta». Y lo digo porque suena muy extraño, parece muy agresivo. Pero si nos paramos a reflexionar, la gran inversión en España con el objetivo de descarbonización para el año 2050 va a requerir de más de doscientos mil millones de euros por parte del sector privado. Si no hay retorno en esa inversión por parte del sector privado, es difícil que esa inversión ocurra. Y la mejor prueba es que hoy vivimos en una situación en la que tenemos un gran futuro renovable por delante.

¿Considera demasiado ambiciosos los objetivos fijados de descarbonización en Europa?

Los objetivos tienen que ser siempre ambiciosos, pero también tienen que ser alcanzables y realistas. Yo creo que son lo suficientemente ambiciosos. Se pone el horizonte en una perspectiva muy lejana, en el año 2050, que a medida que nos ponemos a trabajar no resulta tan lejana. Y luego los objetivos parecen grandilocuentes, que si no son alcanzables, desde luego que sí que serán suficientes como para que obtengamos un beneficio con esos objetivos de energía barata, abundante y limpia para todos los ciudadanos de la UE. 

Descarbonizar no solo tiene efectos sobre la contaminación ambiental o la mitigación del cambio climático. Descarbonizar con energía barata también es una oportunidad para que en Europa tengamos una reindustrialización progresiva con acceso a la energía barata y en condiciones de fabricación que sean aceptables desde el punto de vista medioambiental. No sirve de nada que hagamos un gran esfuerzo en Europa y que luego importemos de otros países bienes de consumo que han sido producidos con estándares medioambientales o sociales como las condiciones de trabajo que no son aceptables en Europa. 

¿Cómo ha evolucionado la descarbonización en los últimos años? ¿Qué grandes pasos se han dado?

El mayor paso que ha dado la descarbonización en Europa es que existe un consenso absoluto, que implica tanto a los ciudadanos con sus decisiones de compra como a las empresas. Aquí, incluso, podemos distinguir dos tipos de empresas. Por un lado ponemos aquellas que están convencidas de que la descarbonización es necesaria. En otro grupo situamos a las empresas que no les resulta tan relevante, pero como es demandado por sus clientes, también se embarcan en esa descarbonización. Y en ambos subconjuntos, el beneficio para la descarbonización es claro, porque incluso el greenwashing, si es que se da en algunas empresas, genera un beneficio y genera una ventaja: no existe camino atrás. Incluso aquellas empresas que por greenwashing vayan dando pasos hacia la descarbonización, benefician a otras empresas y otros consumidores; y establecen ya una senda por la que no pueden retroceder. Entonces, yo creo que la asunción por parte de todos los que están implicados, ciudadanos, empresas y gobiernos, es el mayor avance. Hace 15 o 20 años se podían cuestionar las necesidades de la descarbonización, pero hoy creo que nadie lo discute, hay un gran consenso sobre el objetivo.

«El autoconsumo es la forma más rápida y simple de permitir el acceso a la energía a todas esas personas que hoy no disponen de ese acceso»

Más allá de la descarbonización, ¿qué puntos importantes destacaría del congreso de Anese?

Desde luego que siendo Anese una asociación de empresas de servicios energéticos, se repite mucho en los congresos un mantra que es importantísimo: «La mejor energía es la que no se consume». Es importante que seamos conscientes de que ahorrar energía es clave. Lo segundo mejor es que sea de origen renovable, que sea limpia. Otra cuestión de la que se habló mucho son los famosos CAE, los certificados de eficiencia, que están llamados a ser una pequeña revolución dentro del sector, porque van a generar mucho estímulo de ahorro en las empresas, que al final es de lo que se trata. Reducir nuestra intensidad energética como ciudadanos, como empresas y como países, pues también es un objetivo que debemos cumplir.

Y para terminar, no hay nada más ecológico en el mundo de la energía que el autoconsumo, ¿cómo de importante es impulsarlo en el medio rural, donde quizá sea más difícil que lleguen las tarifas más respetuosas para el medio ambiente?

Antes de nada, matizaría: las tarifas eléctricas llegan a cualquier lugar de España, otra cosa es que sean más o menos conocidas. Pero es cierto, el autoconsumo en los medios rurales es una oportunidad económica porque facilita acceso barato a la energía. También, porque aunque tenemos una red de distribución de transporte que es de las más seguras de Europa en términos de seguridad de suministro, sí que la pequeña distribución tiene un papel relevante a la hora de asegurar el suministro eléctrico en determinadas zonas rurales.

Como digo, abarata el precio, pero sobre todo lo que se plasmará a través de las comunidades energéticas es la posibilidad que tendrán esos medios rurales de mantener un acceso a la energía limpia y barata, de un modo participativo. Es decir, en las comunidades energéticas habrá oportunidades de que empresas y entes locales, incluso los ciudadanos, puedan participar de esa revolución verde. La harán más propia a través de su participación. Y yo creo que eso es una buena oportunidad. 

Hay una cosa que afecta poco a Europa, pero es relevante respecto al autoconsumo, es que si hoy existen en el mundo aproximadamente 950 millones de personas que no tienen acceso a la electricidad, parece que el autoconsumo es la forma más rápida y simple de permitir el acceso a la energía a todas esas personas que hoy no disponen de ese acceso. El desarrollo no va a venir por que vayan a hacer una planta de 500 megavatios en una zona rural de Tanzania. Eso no tiene sentido. Pero ir electrificando, facilitando la vida de la gente en esas comunidades, también es algo que hemos conseguido gracias al desarrollo del autoconsumo. Es una buena forma de entender cómo un esfuerzo que hacemos por abaratar una tecnología termina teniendo un impacto positivo en diversos ámbitos económicos o en países en vías de desarrollo.

De hecho, nosotros formamos parte de una red de comercializadoras eléctricas en Europa, que colabora con EKOenergía, que es una etiqueta ecológica que además permite a los clientes que contratan nuestras tarifas de luz con este sello, la oportunidad de dar un paso extra y contribuir en la financiación de proyectos sostenibles y así combatir la pobreza energética. No vale la excusa de que, como tienen que desarrollarse pueden contaminar sin límite, porque además estas regiones serán las que más sufran las consecuencias de esa contaminación y del cambio climático.

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