Sociedad

¿El momento más seguro de la humanidad?

En la era moderna, hemos alcanzado un nivel sin precedentes de seguridad y bienestar en comparación con cualquier otro período de la historia de la humanidad. Sin embargo, es irónico que, a pesar de este progreso, la ansiedad y la preocupación sigan en aumento. ¿Por qué esta paradoja? ¿Qué nos dice sobre nosotros y el mundo en el que vivimos?

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03
noviembre
2023

Nuestra búsqueda de seguridad es innata y constante. Desde los albores de la civilización, los seres humanos han buscado protegerse a sí mismos y a sus seres queridos de las amenazas del entorno. Antiguamente, estas amenazas eran físicas y palpables: depredadores, escasez de alimentos y enemigos tribales. A lo largo de la historia hemos desarrollado tecnologías y sistemas para minimizar estos peligros, lo que ha resultado en una mejora significativa de nuestra calidad de vida.

Hoy en día la mayor parte de los seres humanos vivimos en sociedades donde la seguridad física se ha convertido en una norma. Según Steven Pinker y su análisis The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined, disfrutamos de la era más pacífica de la historia humana. La esperanza de vida ha aumentado, la mortalidad infantil ha disminuido y las enfermedades se han vuelto más tratables. En gran parte del mundo, la violencia y la delincuencia son más bajas que en épocas pasadas.

Sin embargo, a pesar de estos avances, enfrentamos una creciente epidemia de ansiedad y preocupación. La explicación radica en que nuestra percepción de seguridad se ha desplazado de lo físico a lo emocional y psicológico. En un mundo donde nuestras necesidades básicas están cubiertas, nuestra atención se centra en amenazas abstractas y a menudo inmateriales, como la inseguridad laboral, la presión social y la incertidumbre sobre el futuro.

Ante la percepción de falta de seguridad, los individuos de las sociedades modernas a menudo buscan refugio en medidas de autoprotección. Esto puede incluir el aumento de la vigilancia personal, la búsqueda de comunidades seguras y la demanda de medidas gubernamentales para restablecer la seguridad, lo que refleja la importancia de este sentimiento en la vida cotidiana.

Nuestra percepción de seguridad se ha desplazado de lo físico a lo emocional y psicológico

Hoy hablar de seguridad (o de falta de ella) es hablar de contaminación ambiental, de enfermedades infectocontagiosas, de drogas y adicciones en general, de violencia de género, de acoso, de discriminación, de salud pública, de alimentación, de riesgos informáticos y tecnológicos, etc. Esta lista nos da una idea de que la seguridad, en un sentido amplio, ya no tiene que ver tanto con la existencia de un supuesto enemigo sino más bien con los problemas de la cotidianidad ciudadana.

La influencia de los medios de comunicación y las redes sociales en este fenómeno es innegable. Estas plataformas bombardean constantemente a las personas con noticias y acontecimientos negativos, creando una sensación de inseguridad constante. Los titulares sensacionalistas y la exposición a tragedias y crisis en todo el mundo pueden hacer que sintamos que el mundo es un lugar mucho más peligroso de lo que realmente es.

La economía también desempeña un papel importante en la creciente ansiedad. Sin estabilidad económica no hay seguridad, tanto a nivel individual como global. Las crisis de los últimos años (covid-19, guerra en Ucrania, etc.) lo han dejado dolorosamente claro. Además, la globalización y la automatización han creado una sensación de inseguridad laboral y de miedo por el futuro económico, ya que los trabajos tradicionales se vuelven más volátiles y cambiantes.

La paradoja de sentirnos inseguros en un mundo más seguro también se puede atribuir al auge de la individualización y la soledad en la sociedad moderna. Tal y como explica José Francisco Jiménez-Díaz, de la Universidad Pablo de Olavide, «pese a estar más conectados que nunca, existe el riesgo de estar más aislados que en el pasado». A medida que nos volvemos más independientes y aislados, nos enfrentamos a mayor estrés y ansiedad. La falta de una red de apoyo sólida puede hacer que los problemas cotidianos parezcan abrumadores.

Vivimos en un momento de la historia en el que nuestras vidas están más seguras y cómodas que nunca

Entonces, ¿qué nos dice esta contradicción sobre nosotros? En primer lugar, demuestra la importancia de la percepción y la psicología en la experiencia de la seguridad. Nuestra realidad puede estar llena de comodidades y avances, pero si nuestra mente está atrapada en un ciclo de preocupación y ansiedad, nuestra sensación de seguridad se verá socavada.

En segundo lugar, esta paradoja pone de relieve la necesidad de una comprensión más profunda de la seguridad. La seguridad no debe limitarse únicamente a lo físico, sino que debe abordar las preocupaciones emocionales y psicológicas. La inversión en salud mental y bienestar es esencial para abordar este problema pues, como indican desde la Confederación de Salud Mental de España, «una sociedad con salud mental es una sociedad con bienestar».

A pesar de las preocupaciones y la ansiedad, debemos recordar que vivimos en un momento de la historia en el que nuestras vidas están más seguras y cómodas que nunca. Apreciar lo que tenemos y mantener una perspectiva positiva puede ayudarnos a encontrar un equilibrio entre la búsqueda de seguridad y la satisfacción en el presente.

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