Siglo XXI

Depresión TV: hora de apagar las noticias

La avalancha de noticias negativas e ideologizadas puede ser nuestra vía para comprender la realidad, pero también una forma eficaz de angustiarnos con la existencia de un mundo que, según la información diaria, parece fracturarse poco a poco.

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16
septiembre
2022

Suele decirse que las noticias suelen ser más negativas que positivas, al tiempo que comprobamos cómo se ideologiza toda noticia que aparece en la prensa, ya se trate de incendios, delitos de sangre o reyertas. A este respecto, una pregunta parece surgir una y otra vez: ¿existe una fatiga informativa a nivel emocional?

Estas prácticas alertan al público de desastres y amenazas que pueden poner en peligro su supervivencia, pero su éxito no se explica solo por esto. En realidad, también se hace por la demanda que el propio público tiene de noticias negativas: los seres humanos reconocemos y recordamos mejor los eventos negativos y traumáticos. De hecho, en esta premisa psicológica se basaba la enseñanza de los siglos pasados: se aprendía a base de golpes, puesto que el dolor servía de recordatorio. Cada vez que uno no recordase una determinada parte de la lección había de ser castigado físicamente, trauma o golpe que serviría para mejor fijar el elemento a aprender. También en la teoría psicoanalítica de Freud el trauma –o idea fijada– juega un papel esencial como aquello de lo que nunca podemos desembarazarnos por completo.

A través de la monitorización de las miradas de los lectores de periódicos, un estudio de 2014 demostró que incluso aquellos que decían preferir las noticias positivas, permanecían más tiempo analizando los titulares poco edificantes. Quizás esta sea la razón por la que Van Gaal, el ex entrenador del FC Barcelona, se quejaba amargamente en rueda de prensa de que esta siempre hacía una interpretación: «¡Siempre negativa! ¡Nunca positiva!». Otro estudio, que analizó la conducta de personas de 17 países pertenecientes a culturas muy dispares, descubrió que la reacción emocional más potente tenía lugar al leer historias negativas en la prensa. A ello se suma que el ser humano suele tener una visión negativa de su propia existencia, al tiempo que muchas veces puede verse condicionado por sentimientos de inferioridad, por lo que toparse a menudo con noticias negativas que afectan a otros puede resultar paradójicamente gratificante y positivo. En alemán, por supuesto, es posible encontrar un término preciso para este concepto: schadenfreude (o el placer, mayor o menor, que sentimos ante las desgracias del vecino).

Algunos estudios han descubierto que la reacción emocional más potente para el lector siempre tiene lugar al leer historias negativas en la prensa

Las noticias tienden a ser tan negativas que hasta David Byrne, ex cantante de Talking Heads, ha creado, a partir del título de la canción homónima compuesta por Ian Dury, Reasons To Be Cheerful (en castellano, «razones paras estar contento»), una especie de periódico digital que ofrece exclusivamente noticias positivas. Tal como afirman, «contamos historias que revelan que, de hecho, hay una cantidad sorprendente de razones para sentirse alegre. Muchas de estas razones se manifiestan en forma de soluciones inteligentes, probadas y replicables para los problemas más apremiantes del mundo. Estamos aquí para contarte algunas de ellos». Una web que es obra de aquel que en No Compassion cantaba: «Los problemas de otras personas me superan. Dicen que la compasión es una virtud, pero yo no tengo el tiempo… ¿Estás enamorado de tus problemas? Creo que lo llevas todo un poco demasiado lejos. No es tan genial tener tantos problemas».

El otro elemento a la hora de fatigar al espectador, oyente o lector es la ideologización constante de toda noticia. De hecho, siempre que esta es negativa tiende ser interpretada como epifenómeno político: el producto de una opresión sistémica, injusticia social, falta de «mano dura». Pero, como decía Marx, toda sociedad compleja produce necesariamente delincuencia, marginalidad y, en resumidas cuentas, problemas. Un dictamen que el autor judío tomó de la sociología clásica, que entendía la maquinaria social como un organismo que, necesariamente, producía «deshechos» a causa de su imperfección implícita. Hoy, hasta los fenómenos meteorológicos son ideologizados: si, por ejemplo, llueve y se produce un atasco en una ciudad, pronto se le echará la culpa al alcalde de turno.

Esta intención de forzar la máquina ideológica, tanto por parte de la derecha como de la izquierda, es otra fuente de innegable fatiga emocional, en este caso derivada de la polarización. Amplias partes del público seguramente preferirían ser receptores de noticias sin que estas estuvieran necesariamente cargadas ideológicamente, y por varias razones: quizás no estén de acuerdo con la interpretación política del medio concreto; quizás prefieran interpretar tales noticias ellos mismos; e incluso tal vez no quieran ver sus pasiones estimuladas y tan solo aspiren a relajarse. Al fin y al cabo, toda ideología política es una constelación de valores morales y, por tanto, emocionales. Y esa carga que la noticia ideológica pretende aportar puede resultar excesiva para alguien que siga la actualidad.

Aparte de polarizar la opinión pública, por tanto, los medios de comunicación suelen tratar de obtener una reacción emocional del público, el cual puede verse, de este modo, abarrotado de sentimientos políticos que le son proporcionados sin interrupción por medios de comunicación. Por ello es más fácil que un gesto se repita: el de levantar el mando de la televisión y pulsar el botón de apagado.

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