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La sostenibilidad siempre deja buen sabor de boca

Las empresas se erigen como agentes clave para afrontar los diferentes retos sociales y medioambientales de las comunidades en las que operan. El programa Soy Frigo tiene como objetivo la inclusión social de los colectivos más vulnerables a la vez que genera un impacto medioambiental positivo.

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Yvonne Redin
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Muchas veces, cuando oímos hablar de sostenibilidad, pensamos únicamente en el compromiso abstracto de la sociedad con el medioambiente. Pero este concepto, surgido en los años 80 tras la publicación del Informe Brundtland de Naciones Unidas, comprende algo más profundo y completo, un compromiso ético con las próximas generaciones en materia medioambiental, social y económica: tres dimensiones interdependientes y necesarias para alcanzar un desarrollo sostenible coherente e integral. Además, la Agenda 2030 reserva un papel esencial a las empresas, que a través de la colaboración público-privada y de sus propias iniciativas deben erigirse como los principales motores de cambio en la transición a un modelo de sociedad más justo y sostenible.

Las empresas privadas tienen como principal objetivo su rentabilidad económica y la generación de beneficios. Pero muchos se equivocan cuando conciben que su única razón de ser debe ser la búsqueda de sus intereses particulares. Los empresarios y directivos cada vez tienen más conciencia de que con el éxito de sus organizaciones contribuyen al bien común en las comunidades en las que se encuentran, a través de la generación de riqueza local, de la creación de puestos de trabajo y de la oferta de productos y servicios demandados en el mercado. Ahora bien, la mera generación de riqueza no es suficiente, y su compromiso con el bien común debe ser mayor y más completo. Las empresas pueden contribuir en el florecimiento de su entorno, ser partícipes activos y creativos en la vida social de las comunidades en las que se encuentran, y ser agentes clave para afrontar los distintos retos sociales y medioambientales.

Por ejemplo, las empresas tienen una enorme responsabilidad en la integración de políticas de igualdad, en fomentar políticas de conciliación con la maternidad y paternidad, y en establecer salarios justos y dignos acordes a la formación y responsabilidad del empleado. Pero también pueden ir mucho más allá. A través de sus políticas de contratación pueden favorecer la inclusión social de personas con pocos recursos, desempleadas, o con alguna discapacidad. Muchas de estas personas se encuentran en un callejón sin salida del cual no pueden salir, pues la falta de formación o de experiencia laboral les imposibilita entrar en el mercado laboral. Otorgar oportunidades, e incluso formación, a quienes muchas veces quedan excluidos en la mayoría de los procesos de contratación puede ser desde luego para ellos la puerta de entrada al mundo laboral y un impulso para su carrera profesional. A través de estas acciones concretas, las empresas favorecen el desarrollo integral y justo de las comunidades en las que se encuentran.

Se trata de un programa que emplea a personas en riesgo de exclusión social o de mayor vulnerabilidad para puestos de venta fijos o ambulantes

En este sentido, la empresa de helados Frigo, bien conocida por hacer disfrutar con sus refrescantes helados en calurosas jornadas veraniegas, viene desarrollando desde hace años a nivel internacional el programa Soy Frigo, que tiene como objetivo la inclusión social de los colectivos más vulnerables (jóvenes en riesgo de exclusión social, mujeres que sufren violencia de género y personas con discapacidad) y generar un impacto medioambiental positivo. Se trata de un programa que emplea a personas en riesgo de exclusión social o de mayor vulnerabilidad para puestos de venta fijos o ambulantes. Todos los participantes en el programa reciben una formación sobre el desarrollo personal y profesional con la finalidad de mejorar sus competencias profesionales y su empleabilidad futura.

Además, pretende que los puestos de venta se conviertan en agentes medioambientales, al incluir multitud de iniciativas para reducir la huella de carbono, alcanzar alianzas en esta materia en su cadena de valor y concienciar a los consumidores sobre la urgencia climática. Este programa, desde 2015, ha dado una oportunidad laboral a más de 6.000 personas en nuestro país, dispone de puestos de venta de helados con mínimas emisiones en Palamós y Roses, y ha desarrollado formaciones medioambientales y campañas de concienciación para fomentar playas y montañas limpias, e iniciativas como regalar conos para evitar que las colillas terminen en el mar.

Soy Frigo es tan solo un ejemplo de la multitud de acciones que emprenden muchas empresas en favor del desarrollo sostenible. Ejemplos cada vez más comunes de acciones que no pierden de vista el auténtico y genuino sentido de las acciones en materia de sostenibilidad puestas en marcha por las empresas: contribuir al bien común de las comunidades en las que se encuentran.

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