Innovación
El reto del agrotech
La innovación está cambiando el sector agrícola, cada vez más tecnologizado. ¿Qué traerá el futuro y cómo cambiará esto las dinámicas del campo?
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La tecnología lleva décadas transformando la forma en que vivimos. Algunos sectores, como la agricultura, llevan décadas siendo ampliamente intervenidos tecnológicamente para aumentar su eficiencia, productividad y sostenibilidad. Este fenómeno ha llevado al sector a acuñar el término agrotech, que refiere a esta aplicación de la tecnología en las prácticas agrícolas para conseguir un beneficio en alguno de sus ámbitos.
Entre algunas de las ventajas que esta transformación apunta encontramos una mayor eficiencia y productividad, con el uso óptimo de recursos como el agua o la energía, así como una mayor durabilidad y menor desperdicio de los alimentos a partir del uso de fertilizantes y pesticidas. El uso de tecnologías también presenta eficiencias en términos de recursos humanos, puesto que la introducción de algunas nuevas técnicas reduce drásticamente la necesidad de trabajadores, así como permiten la automatización de algunos procesos.
Así mismo, herramientas como el monitoreo a tiempo real y la mayor precisión en los datos recopilados de los cultivos permiten anticipar posibles problemas y tomar medidas preventivas. La agricultura de precisión, los sensores a tiempo real, los drones para el control de los cultivos o la mejora en la iluminación de los invernaderos son algunas de las innovaciones más atractivas para el sector. Es importante que estas medidas también contribuyan, a su vez, a la sostenibilidad ambiental y a una mayor seguridad alimentaria, compromiso que prácticas como la agricultura vertical abren camino.
El sector agrícola representa un excelente escenario donde combinar digitalización y transición ecológica
Pero, como toda transición, la transformación tecnológica de la agricultura no está exenta de peligros. Entre algunos de sus riesgos y desafíos asociados, encontramos la brecha tecnológica que muchos agricultores encuentran, especialmente en los cultivos más pequeños y de zonas más aisladas. En muchas áreas del mundo la agricultura es aún practicada con habilidades y técnicas tradicionales debido a la falta de innovación pero también a la incapacidad de acceder a metodologías avanzadas tecnológicamente debido a los pocos recursos del sector y de las personas que lo practican. Por ello, si bien la innovación técnica puede brindar muchas posibilidades, es importante asegurar que, en el proceso de adquisición e implementación, no son solamente los países ricos y las empresas más fuertes los que puedan acceder a ellas, sino todos los sectores, regiones y franjas económicas, para evitar que la tecnología se convierta en una forma drástica de empobrecer aquellos que no se la pueden permitir.
Además, hay que asegurar que la tecnología tiene los elementos necesarios para desarrollarse de una forma sostenible y eficiente: si tenemos la maquinaria pero, por ejemplo, se adquiere energía de forma muy insegura o precaria, el proceso no resulta sostenible si tenemos en cuenta todo su ciclo de vida. Por tanto, es importante poner atención, también, en todo aquello que tenga que ver con la producción y el manejo de los cultivos.
Así llegamos a otro punto muy importante: las personas. La brecha digital y la desigualdad tienen un gran impacto en las personas que trabajan en sectores agrícolas, puesto que este sector es especialmente fuerte en países de rentas más bajas o en personas con baja formación en estudios medios y superiores. Además, es un sector que emplea a muchas personas migrantes, que tienen muchas otras dificultades añadidas a sus experiencias vitales. Por ello, la transformación tecnológica del sector no puede dejar atrás a estos trabajadores, ya vulnerables, y debe articular respuestas formativas y de adaptación que les permitan sobrevivir la oleada de cambios y encontrar su sitio en el nuevo paradigma.
De la misma forma que con las trabajadoras, el medio ambiente no puede sufrir más daños debido a la introducción de nuevas tecnologías, y cualquier innovación deberá tener en cuenta los costes ambientales y reducirlos tanto como sea posible. Aún más, se debe encontrar la forma de unir la eficiencia tecnológica en el cambio con la lucha contra el cambio climático, esfuerzo que ya muchas startups españolas llevan haciendo desde hace años.
Avanzar técnicamente solamente tiene sentido si no se deja a nadie atrás y se conserva el medio y entorno en el que se desarrollan dichos avances. Sin embargo, todas las cuestiones contempladas tienen una rápida solución: regulaciones adecuadas que promuevan la inclusión, que protejan los derechos de las personas que trabajan en este sector y que fomenten prácticas sostenibles y de resiliencia ambiental que orienten la agricultura hacia un nuevo paradigma ecológico. Las dos grandes transformaciones del siglo XXI son la digitalización y la transición ecológica. El sector agrícola no solo representa un excelente escenario donde combinarlas; también es un fantástico laboratorio para innovar y transformar nuestros sectores productivos hacia nuevas prácticas más inclusivas y sostenibles.
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