Sociedad

Consensos necesarios

Nos enfrentamos a crisis causadas por la pandemia, la pobreza, la guerra en Ucrania y el cambio climático. Y los consenso son más necesarios que nunca: no podemos permitirnos retroceder en los aspectos más esenciales de nuestro futuro.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
18
julio
2023

En política, volver de mentir es difícil; de tener la razón, prácticamente imposible. Eso explica por qué en periodos electorales decir la verdad y admitir equivocarse no suelen ser piezas de ninguna estratagema. Ser infalible y ser humano son rasgos que no suelen encajar en el mismo candidato. La vida pública, escribió David Trueba, «tiene su propio código, vence quien convence». Y a veces, la persuasión sacrifica la materialidad y lo factual, que suelen ser las cosas urgentes e importantes de la vida.

Más allá de la manida pregunta de «quién ganó el debate», diversas coberturas y análisis del pasado cara a cara entre Sánchez y Feijóo revelaron que falacias e imprecisiones colmaron esos más de cien minutos de histrionismo, frases combativas y poco énfasis en las propuestas de sus partidos para las elecciones generales. Medios, encuestas, tertulianos y tuiteros se dieron a la tarea de desmontar bulos (en lugar de analizar proyectos, que hubiera sido lo propio). Ese encuentro, de por sí tan personal y fragmentario, puso en relieve que el disenso es el medio y el mensaje. Pasado el bochorno, tanto el líder socialista como el popular han insistido en narrativas que tienen el tono de ser incontestables, aunque haya datos que las contradigan.

Un lujo inasumible para esta democracia, siempre en riesgo de erosión, y para la representación política, que no está exenta de tropiezos. Es paradójico que las elecciones ahonden en la desafección de la ciudadanía cuando deberían ser todo lo contrario: periodos de reconexión con el enorme potencial que tiene la participación democrática de alcanzar acuerdos que cambien las cosas para bien.

Lo opuesto a los consensos ya no es disentir, sino mentir para socavar los datos y los hechos

La democracia sigue siendo, de momento, el mejor mecanismo posible para resolver la pugna entre las diversas lógicas de nuestra sociedad y para dar respuesta a un número de conflictos imposible de listar en este texto. La democracia no se ausenta de las cuestiones de la vida cotidiana (todo lo contrario, las reconoce); quienes se ausentan de ellas son las personas que llevan conscientemente el debate político hacia lo inútil, lo personalista y lo ficticio. Lo opuesto a los consensos ya no es disentir, sino mentir para socavar los datos y los hechos. Algo que, por cierto, hemos visto en estas últimas semanas. Esa forma de ejercer la representación es la que suele dejar por fuera de sus márgenes personas, realidades y problemas. Es un «monstruo sociológico» que se devora la confianza en lo político.

Y eso es especialmente preocupante porque no estamos en una coyuntura cualquiera. Los diversos retos sociales derivados de la pandemia, la invasión de Ucrania, la crisis de energía, la inflación, la crisis climática o la desafección de la ciudadanía requieren atender, de forma conjunta y más allá de las divergencias, cuestiones trascendentales. De eso tratan las elecciones generales del 23J, aunque los debates poco reparen en ello.

La transición ecológica y energética, la fiscalidad justa, la sanidad universal, la protección social, el fin del sinhogarismo, los derechos de la infancia, la vivienda y el empleo joven, las migraciones, la lucha contra la violencia de género, los derechos de la comunidad LGTBIQ, la participación ciudadana o la regulación de la inteligencia artificial son algunos de los asuntos en los que urgen consensos políticos y en los que no puede haber margen para el retroceso ni para el rupturismo, tan útil en la propaganda electoral y virulento en internet, como peligroso en el ejercicio de lo público. 

Son necesarios consensos para frenar los discursos que apelan a la violencia simbólica con el fin de señalar sus desacuerdos, que niegan el deterioro latente del planeta, que consideran que europeísmo y patriotismo son conceptos antagónicos, que desconocen esa ira atávica y misógina de la que miles de mujeres siguen siendo recipientes y que signan ciudadanos como enemigos de España por vivir de formas libres o pensar nuevas ideas. 

Necesitamos un inventario de compromisos por el planeta, las personas y la democracia, para que las instituciones y quienes estén al frente de  ellas durante la próxima legislatura puedan gestionar la complejidad y las asimetrías de este país para todas y todos, en el ahora y para ese futuro que no le pertenece solo a unos pocos. 

Son necesarias las voluntades y compromisos manifiestos de todos los partidos y, para ello, la participación de una ciudadanía activa, consciente y exigente. Nuestra sociedad necesita un código de la vida pública distinto, uno en el que converger desde la divergencia sea posible.


Santiago Sánchez Benavides es coordinador de narrativas para Polétika en las elecciones generales 2023.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Mentores y caciques

Juan José Almagro | Longinos Marín

Los acontecimientos de las últimas semanas confirman que los políticos son extraños seres que solo piensan en ellos.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME