Sociedad

¿Tengo un doble en alguna parte del planeta?

Desde el futbolista Sergio Ramos hasta un joven Iosif Stalin: los parecidos pueden resultar tan curiosos como fascinantes. No obstante, no son simplemente anecdóticos. Un parecido físico puede significar, según los últimos estudios, que dos personas comparten un importante material genético.

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29
mayo
2023

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¿Quién no ha escuchado alguna vez, con terror y fascinación en proporciones complementarias, que hay un doble nuestro deambulando por ahí, en algún lugar del planeta? Se trataría de una persona que podría suplantarnos, capaz de equivocar a quienes mejor nos conocen con un aspecto casi duplicado. En alemán existe un término para esta casuística: doppelgänger, palabra que significa «doble (doppel) andante (gänger. No surgió de la nada: fue acuñada por el escritor Jean Paul en 1796 en su irreverente novela Bodegón de frutas, flores y espinas o vida conyugal, muerte y nuevas nupcias del abogado de pobres F. St. Siebenkäs, en la que el protagonista finge su muerte –instigado por su duplo– para comenzar una nueva vida.

La leyenda del doble capaz de reemplazar al original ha seducido a la literatura de toda época. Lo encontramos en La comedia de las equivocaciones, de Shakespeare; El hombre duplicado, de Saramago; El doble, de Dostoyevski; El otro, de Unamuno o El Anfitrión, tanto el texto de Plauto (donde se habla de sosia) como en el de Molière. En el folclore nórdico y germánico resulta un aciago augurio toparse con el doble de alguien. En el ámbito de la psiquiatría nos topamos con el «síndrome de Capgras», en el que el paciente presenta el delirio de que alguien de su entorno ha sido suplido por un impostor. 

Pero regresemos a la cuestión. ¿Existe ese doble? Estudios recientes, como el realizado por la bióloga australiana Tegham Lucas, que examinó una base de datos de más de cuatro mil rostros de la colección pública de fotografías de militares del ejército estadounidense, lo corroboran. La científica utilizó ocho rasgos métricos faciales, midiendo la distancia entre puntos clave como los ojos y los oídos. Su conclusión fue que existe 1 entre 135 posibilidades de que exista una pareja de dobles idénticos. Es baja, pero no nula. Lo que abunda, tal y como se recoge en su investigación, es el parecido asombroso entre personas dispares, semejanza que se reduce al compararlas al natural.

Según la bióloga australiana Tegham Lucas, existe 1 entre 135 posibilidades de que exista una pareja de dobles idénticos

El artista canadiense François Brunelle lleva desde 1999 recorriendo el mundo en busca de dobles para fotografiarlos. El resultado de ese proyecto se plasmó en la exposición I’m not a look-alike (en castellano, «No soy un doble»), formada por 250 retratos en blanco y negro. Los dobles, además de desempeñar su función en el cine, sustituyendo a determinados actores en secuencias que implican cierto riesgo, también se cotizan en política: mandatarios como Churchill, Hitler, Rudolf Hess, Stalin, Ceaușescu o Saddam Husein disponían de uno, tanto para desahogar su apretada agenda como para evitar que el auténtico se expusiera en exceso a situaciones de peligro.

Las consecuencias de este parecido, de hecho, pueden no estar simplemente bañadas por la curiosidad. Según un grupo de investigadores del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, demostraron, las persones extremadamente similares, sin relación de parentesco, comparten características genéticas en los genes encargados de la formación de los rasgos faciales. Esto explica, desde el punto de vista biológico, la aparición de dobles en lugares distantes, lo que podría ayudar a la identificación de personas a partir del material genético, lo que sería de gran interés en la medicina legal y forense.

Asimismo, desde el grupo liderado por el doctor Manel Esteller, analizaron la secuencia de ADN, su perfil epigenético y su composición de microbios, llegando a determinar que los dobles comparten variaciones similares en su ADN, en concreto en los genes involucrados en la formación de boca, nariz, ojos, barbilla y frente. Lo asombroso de este estudio es que, más allá del parecido físico, los dobles también presentaban analogías físicas, de carácter y comportamiento, como el nivel de estudios, la tendencia a determinadas adicciones como el tabaco, el peso o la altura. 

Las redes sociales permiten compartir parecidos no sólo razonables, sino asombrosos. Caso llamativo es, por ejemplo, el del fundador de Ferrari, Enzo Ferrari, y el futbolista alemán Mesut Özil (o incluso entre el futbolista Sergio Ramos y un joven Iosif Stalin). Los dobles, según el estudio coordinado por el doctor Esteller, comparten genes asociados en la formación del rostro, la formación ósea y la retención de líquidos, que diferencia los volúmenes corporales. Sin embargo, difieren en los epigenomas (el conjunto de compuestos químicos en contacto con el ADN, que modifican, o marcan, el genoma) y los microbiomas (los microorganismos que viven en o sobre una zona particular del cuerpo, como la piel o el tracto gastrointestinal). Dobles, sí, pero no del todo: un mismo patrón con variaciones.

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