Ciudades
Bienvenido al éxodo urbano
Madrid y Barcelona han perdido población joven, mientras las ciudades pequeñas y los entornos rurales están ganando nuevos habitantes. ¿Es este el principio de un cambio en los flujos de población?
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La migración hacia las grandes ciudades, que desde hace décadas ha tenido como contrapartida la pérdida de miles de habitantes de las zonas rurales, parece que está perdiendo velocidad. Madrid y Barcelona se han constituido tradicionalmente como dos núcleos urbanos fundamentales para el refugio de población, principalmente la más joven, pero en los últimos años la movilidad comienza a enfocarse hacia otros territorios. De hecho, ambas ciudades tienen una tendencia a la baja en lo que a número de habitantes se refiere. ¿Está empezando el éxodo urbano?
En un principio, este descenso se explicó por la pandemia de covid-19, pero el tiempo transcurre y las cifras siguen hablando. ¿Qué puede estar ocurriendo para que la juventud no esté eligiendo estos dos grandes focos urbanos? Resulta lógico pensar que el incremento de los precios de los alquileres y la falta de oportunidades laborales dignas son dos de los motivos principales. Madrid es una de las comunidades autónomas con mayor tasa de paro juvenil, situándose en más de un 30% entre trabajadores y trabajadoras de menos de 25 años. Si a ello se le añaden los precios desorbitados de productos y servicios, todo lleva a considerar si vivir en una gran urbe es la mejor opción.
Pero los motivos económicos no son los únicos que explicarían la preferencia por otras zonas. Hay un elemento que también resulta primordial: la calidad de vida. Habitar en dos grandes ciudades con unos desmedidos flujos turísticos no es la opción más idónea para una población que, en ocasiones, busca un lugar para construir un proyecto de crianza en el horizonte y no encuentra en un entorno urbano el espacio, la naturaleza y las facilidades deseadas. La población más joven comienza a decantarse por un medio rural, donde hasta 2018 el éxodo juvenil era un grave problema. Aunque a día de hoy el abandono de los pueblos sigue preocupando, al menos se observan unos flujos migratorios esperanzadores a nivel estatal: en 2021, el 46% de la población que se asentó en municipios pequeños en España tenía menos de 35 años.
Los elevados precios del alquiler no juegan a favor de las ciudades para mantener a la población joven
La descentralización a la hora de elegir lugar de residencia es un tema, no obstante, con varias aristas. ¿Qué supone para las grandes ciudades que el sector más joven opte por otras ciudades? Sus implicaciones son diversas, pero se pueden resumir en que los grupos de menos edad suelen ser quienes generan mayor volumen de proyectos innovadores y emprendimiento, por lo que puede verse reducido el flujo creativo. No obstante, una menor demanda de vivienda también puede contribuir a disminuir el coste de esta y que, de manera paulatina, su precio se vuelva cada vez más asequible.
Por su parte, la llegada de habitantes jóvenes supone, para las ciudades más pequeñas y los entornos rurales, una revitalización y una oportunidad de paliar la despoblación y de diversificar la actividad. Además, el aumento de la oferta disponible es otra consecuencia positiva de la migración interior: una ciudadanía joven requiere también un incremento de la inversión en políticas públicas enfocadas hacia la educación, la cultura y el ocio.
En cualquier caso, diversificar el entorno laboral en las ciudades más pequeñas o pueblos es todavía un asunto pendiente. En muchos casos, la gente más joven tiene la posibilidad de teletrabajar, y para ello solo precisa una buena conexión de internet. Pero otras veces no existe ese empleo y es el propio entorno rural el que se encuentra con el reto de fomentar un tejido empresarial y un asesoramiento vinculado, en muchos casos, a la agricultura. Y este precisamente es otra de las oportunidades que ofrecen los entornos alejados de las grandes urbes y uno de sus principales retos: conseguir que haya gente que siga interesándose por el trabajo de siembra y propiciar que siga vislumbrándose futuro en los campos.
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