Diez cumbres de la arqueología
A lo largo de los años, los arqueólogos han descubierto restos e incluso civilizaciones enteras que han maravillado a la humanidad. Estos son algunos de los más relevantes.
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La arqueología sacude el polvo de la historia. Con sus hallazgos, la humanidad ha podido conocer y reconstruir el relato de culturas extintas: hemos podido saber más sobre los imperios y sus gobernantes, los orígenes de la agricultura, el comercio o la escritura.
Aunque son muchos y día a día siguen apareciendo nuevos restos que explican más sobre nuestro pasado, a veces cambiando nuestra visión sobre él, a continuación se pueden leer algunos de los descubrimientos arqueológicos más importantes de la historia.
Pompeya (Italia)
En 1748, mientras se excavaban las ruinas de Herculano, los movimientos de tierra permitieron encontrar la ciudad de Pompeya, sepultada bajo la ceniza y las rocas volcánicas. El descubrimiento surgió de la voluntad de Carlos VII de Borbón, rey de Nápoles y futuro Carlos III de España, que quería excavar el pasado de sus territorios. Los excavadores encontraron templos, estatuas de mármol, casas, termas, cuerpos, animales y comida que yacían petrificados bajo la erupción volcánica del Vesubio acontecida en el año 79 d.C. El sorprendente hallazgo fue especialmente importante por una razón: dio origen a la arqueología tal como la conocemos hoy.
Tikal (Guatemala)
A pesar de que existen huellas arqueológicas que se remontan al año 750 a.C, hasta mediados del siglo XIX solo había rumores acerca de una ciudad blanca perdida en la selva. No sería hasta la década de 1850 cuando las expediciones de arqueólogos pioneros comenzaron a registrar las ruinas y a dibujar mapas de la ciudad guatemalteca, uno de los mayores yacimientos mayas, con más de 5.000 edificios. Sus pirámides escalonadas y sus altares se asemejan a Chichen-Itzá, en México, el parque arqueológico maya más visitado. Desde 1979, Tikal es Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco.
La tumba de Tutankamón (Egipto)
Hace exactamente cien años, el arqueólogo británico Howard Carter abrió por primera vez la cámara interior de la tumba del faraón Tutankamón. Tras meses de excavación en el Valle de los Reyes, que comenzaron en 1922, los arqueólogos descubrieron, además de miles de objetos preciosos, vestidos y armas, el sarcófago del faraón que reinó en el Antiguo Egipto entre 1334 y 1325 a.C.
El Ejército de los Guerreros de Terracota (China)
Un agricultor estaba cavando un pozo para buscar agua en 1974 cuando, de repente, encontró unos restos antiguos. Fue así como el arqueólogo Zhao Kangmin oyó hablar por primera vez de lo que se convertiría en uno de los mayores hallazgos arqueológicos de la historia. Cerca de la tumba del primer emperador de China, Qin Shin Huang, habían quedado sepultados 8.000 soldados y caballos de terracota de tamaño real, además de carruajes, ballestas, espadas y otras armas de bronce que datan del 246 a.C.
Machu Picchu (Perú)
Planificada y construida alrededor del año 1450 d.C., la ciudadela sagrada de Machu Picchu es uno de los símbolos más importantes del Imperio inca. Ubicada en la cima de los Andes peruanos, no fue hasta 1874 cuando el ingeniero Herman Göhring elaboró un documento cartográfico en el que se presentaban por primera vez los topónimos «Machu Picchu» y «Huaina Picchu». El lugar recibiría la visita del profesor Hiram Bingham en una fecha tan tardía como 1911.
La cueva de Altamira (España)
«¡Mira, papá, bueyes!», exclamó María cuando visitó con su padre, Marcelino Sanz de Sautuola, la cueva de Altamira. Todo comenzó en 1868, cuando el lugareño Modesto Cubillas, que estaba tratando de liberar a su perro –ya que este había quedado atrapado entre unas rocas en su día de caza–, encontró la cavidad. Sanz de Sautuola fue en 1875 y luego regresó con su hija en 1879, quien fue la primera en identificar las figuras de bisontes, caballos y manos. Era el primer conjunto de arte rupestre descubierto del Paleolítico, que data de hace unos 18.000 años.
Angkor Wat (Camboya)
Construido en el siglo XII d.C. como un gran templo dedicado al dios hindú Vishnú, Angkor Wat es uno de los edificios religiosos más grandes del mundo. En el siglo XIII pasó a ser un templo budista. Se le atribuye su descubrimiento –a ojos occidentales– al arqueólogo francés Henri Mouhot en 1860, si bien desde finales del siglo XVI y comienzos del XVII ya había noticias en Europa acerca de una impresionante ciudad perdida en medio de la selva camboyana.
La Piedra de Rosetta (Egipto)
Las tropas napoleónicas estaban reconstruyendo un fuerte cerca del río Nilo en el-Rashid (Rosetta) en 1799 cuando descubrieron, casualmente, una roca en la que estaba inscrito el mismo texto en varias lenguas. Fue Jean François Champollion quien estudió por primera vez los textos, que estaban escritos en jeroglíficos egipcios, escritura demótica y griego antiguo. El descubrimiento de la piedra de Rosetta –actualmente a resguardo en el Museo Británico– fue la clave para descifrar los jeroglíficos y sentar las bases del conocimiento sobre el Antiguo Egipto.
La Puerta de Ishtar (Irak)
Las ruinas de la antigua Babilonia, la ciudad más famosa de Mesopotamia, fundada alrededor del 2300 a.C., yacen al sur de Bagdad, en el actual Irak. Según los historiadores, el ascenso del rey Hammurabi la convirtió en la capital del Imperio babilonio. También fue la cuna de la maravillosa Puerta de Ishtar: consagrada a la diosa babilónica del amor y la guerra, esta fue construida en el siglo VI a.C. por Nabucodonosor II, y daba acceso al templo de Marduk. Actualmente, la puerta se encuentra en el Museo de Pérgamo de Berlín, si bien Irak la ha reclamado para su repatriación.
Los moáis de la Isla de Pascua (Chile)
Son enormes estatuas de piedra –la más antigua fechada en el siglo VI a.C.– características de la Isla de Pascua, un remoto territorio chileno ubicado en la Polinesia, en el Pacífico Sur. Fue en 1722 cuando se documentó el primer contacto europeo con la isla a causa de la llegada del explorador holandés Jacob Roggeveen. Actualmente se conocen más de 900 moáis. Tienen entre 4,5 y 10 metros de altura y todos son distintos, ya que se dice que representaban a los antepasados muertos. Hace pocos meses, de hecho, fue descubierto un nuevo moái en el fondo de la laguna del volcán Rano Raraku. Cómo logró el pueblo rapanui tallar, transportar y levantar estas gigantescas estatuas antropomorfas ha sido objeto de varias teorías, si bien los arqueólogos aún buscan desvelar el misterio.
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