Salud

«Los ODS son y deben ser ambiciosos: es hacia donde tenemos que ir»

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28
marzo
2023

Según explica Cristina Alonso Alija, Head of ESG en la compañía Bayer, la sostenibilidad solo puede ser cuantificable. Ha de estar «unida a datos que nos demuestren que estamos mejorando». En principio, así es: el Dow Jones Sustainability Index muestra que la industria de la salud, una de las principales áreas de la corporación, es una de las más sostenibles del planeta. Sin embargo, la gran cantidad de retos y desafíos, entre los que se encuentran la accesibilidad a medicamentos y el atajo de la contaminación, continúan presentes en un planeta cuyos sistemas parecen entrar en crisis.


Un año antes del impacto de la pandemia, y según el estudio de la revista Journal of Cleaner Production, el conjunto de las farmacéuticas contaminaba más que la industria automovilística. La industria de la salud, por tanto, no parece saludable. ¿Cómo se explica esta paradoja?

Yo llevo el equipo de sostenibilidad a nivel global y para nosotros el término sostenibilidad significa mejorar la vida de la gente y proteger la salud del planeta. Por eso la sostenibilidad se usa para todos los aspectos: medio ambiente, social y gobernanza. No cuento con esos datos que mencionas, pero para nosotros es esencial tanto el modelo de negocio como la forma en que lo llevamos a cabo. Una empresa con nuestra escala tiene una gran oportunidad de mejorar la vida de la gente y proteger los recursos naturales, que no son infinitos, tal como sabemos. Nuestras prioridades son, por tanto, el clima y los ecosistemas, la seguridad alimentaria y la equidad en salud. La forma en que funciona nuestra compañía y nuestra producción es una parte inherente de nuestra estrategia de sostenibilidad y las mejoras de procesos.

El agua es esencial para la elaboración de casi todos los productos farmacéuticos. ¿Cómo se afronta el peligro de la escasez de agua, cada vez más presente en el horizonte?

Agradezco que el mundo se esté dando cuenta de la importancia del agua y de la necesidad de tomar acción. Ha sido un poco el hermano pequeño del clima, y al final el impacto climático a nivel individual lo percibimos a través del agua. Nosotros acabamos de publicar nuestra Estrategia del agua, y lo que hemos hecho es holísticamente ver dónde podemos realizar un aporte positivo a esta situación. Nuestro aporte más claro es en la agricultura, donde podemos elaborar e innovar con sistemas de producción agrícola que necesiten menos agua. Aunque también es esencial que nuestros procesos de producción sean optimizados. Tenemos plantas de producción en lugares en los que va a haber escasez de agua en el futuro. Es por ello que, por ejemplo, en general, aprovechamos siete veces más el agua que utilizamos en nuestras fabricaciones. Y a ello se suman nuestros sistemas de manejo del agua, que nos permiten mejorar día a día el uso del agua y su calidad. Por ejemplo, recientemente hemos hecho un proyecto piloto en Berlinet, en nuestra planta de Alcalá de Henares, sobre la mejora de agua.

«En la pandemia lo que vimos es que las cosas funcionan cuando hay un objetivo común y una ambición clara»

La industria de la salud es la más sostenible si atendemos al Dow Jones Sustainability Index. ¿Cree que se están tomando medidas eficaces o la sostenibilidad es a veces, como sostienen algunos críticos, una palabra envuelta en marketing?

El término sostenibilidad se ha usado de forma muy amplia en el pasado. Yo soy científica de formación y pienso que lo que puedes medir es lo que puedes mejorar. Es decir, la sostenibilidad tiene que estar unida a datos que nos demuestren que estamos mejorando y que nos enseñen dónde están las dificultades. En el caso de Europa, sabemos que vienen nuevas normativas a nivel europeo que van a exigir a la industria que los datos que emitimos y reportamos tengan la misma calidad y confianza que los datos financieros en la actualidad. Esto es una gran revolución: el lector, los inversores y el público va a poder ver los datos de la misma forma para todas las industrias. Incluso para nosotros, como industria, también va a ser una revolución. Nosotros llevamos años capturando los datos internos de emisiones de carbono, agua, polución, uso de productos… Las grandes empresas tenemos una gran responsabilidad: tanto la de hacer las cosas bien como de liderar los cambios en la industria. 

La reputación de la industria farmacéutica ha estado bajo el punto de mira con anterioridad a la existencia del covid-19. La encuesta realizada por Gallup en 2019, por ejemplo, mostraba cómo las farmacéuticas ocupaban el último lugar de los sectores económicos favoritos de los estadounidenses. En Europa, la situación es similar. ¿Se espera demasiado de la industria farmacéutica o esta no ha estado a la altura de los desafíos, más allá de la pandemia?

El área de salud es muy compleja y hay que verla de forma integral. Por ejemplo, vivimos en un mundo donde al menos la mitad de los habitantes del planeta no tiene un seguro de salud básico, lo que demuestra esta complejidad. A nivel de industria, uno de los temas más importantes para nosotros es el acceso a medicamentos, la equidad en salud. Como Bayer, participamos en la clasificación de acceso a medicinas en países de medios y bajos ingresos, que evalúan los esfuerzos de las compañías: el año pasado, a nivel mundial, alcanzamos el nivel 9, lo que creo que demuestra que lo consideramos una parte importante de nuestra responsabilidad como compañía.

«Tenemos que buscar la forma de que Europa cuente con una industria fuerte: se lo debemos también a los europeos»

Estos años han dejado entrever las dificultades logísticas que puede conllevar una producción deslocalizada y un continente desindustrializado. ¿Cómo se está afrontando el futuro?

La industria se ha dado cuenta de que las cadenas de suministros son complejas y que esto tiene consecuencias. La forma en que lo veo es que estas cadenas –y la forma en que se evalúan– está sufriendo una transformación de tiempos. Ahora, creo que la resiliencia y la capacidad de ser puntuales son esenciales. En nuestra compañía también evaluamos la sostenibilidad de quien nos suministra: desde el medio ambiente hasta los derechos humanos. En cuanto a la industria de Europa, tenemos nuevas regulaciones que, con una muy buena intención de mejorar la situación ambiental en el continente, tienen un riesgo, y es que Europa vaya a un proceso de desindustrialización. Tenemos que buscar la forma de que Europa cuente con una industria fuerte: se lo debemos también a los europeos. La industria se debe seguir transformando, y hoy esta clase de evoluciones, en la que la digitalización es fundamental, son mucho más rápidas. Como continente no podemos hacernos completamente dependientes en estas áreas. 

¿Ser resiliente es ser independiente?

Sí, es ser capaz de afrontar imprevistos de manera que el resultado final no sea afectado.

La rapidez de los avances farmacológicos y médicos durante la pandemia –las vacunas son el mejor ejemplo– mostró que la industria, en parte gracias a la ayuda y apoyo de los Estados, es capaz de grandes logros. ¿Podemos vivir en el optimismo?

Creo que el deseo de que el mundo sea más saludable y el acceso a medicinas sea más amplio de lo que lo es hoy tiene que ser una utopía que hay que perseguir. Y no es algo que nadie pueda perseguir por sí solo. En la pandemia lo que vimos es que las cosas funcionan cuando hay un objetivo común y una ambición clara.

Hablemos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: uno de ellos, el número 3, pretende garantizar la salud y el bienestar sin ningún tipo de distinción. ¿Se trata de una meta alcanzable o es una utopía?

Los ODS son ambiciosos y deben ser ambiciosos: es hacia donde tenemos que ir. El progreso es posible. Hay muchas oportunidades para llegar allí. El índice de acceso a medicinas, por ejemplo, es una forma de medir el progreso real que se hace desde la industria. Todos los habitantes de este planeta merecen ser tratados de la misma manera, y eso es lo que tiene que guiar nuestra ambición. Y la colaboración es fundamental: cada sector tiene un papel que jugar en la ayuda a cambiar situaciones: hay que entender el papel que uno juega, y entender que uno no lo puede jugar solo. 

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