Sociedad

Las mujeres facturan

A pesar de todos los cambios y avances, la brecha salarial entre hombres y mujeres sobrevive. Cada año, esta diferencia de ingresos supone que, en la práctica, las mujeres trabajan gratis desde el 28 de noviembre.

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08
marzo
2023

En la viral –y tan analizada– sesión de Shakira con Bizarrap, uno de los versos de la canción se hizo, a su vez, popular en redes sociales: «Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan», un guiño de la cantante al hecho de que, en el desamor, las artistas han empezado a hacer lo que ellos llevaban haciendo décadas, convertir los desengaños amorosos en canciones populares. En las plataformas, en cierto modo, la frase se convirtió en una reivindicación: este es el momento de que las mujeres facturen. 

Es un terreno en el que queda camino por recorrer, ya que la igualdad teórica no se ha convertido exactamente en una igualdad práctica en el terreno laboral. Todavía siguen existiendo techos de cristal y aún se mantienen las diferencias salariales entre hombres y mujeres, por mucho que la ley diga que eso no debe ser así. 

En la jornada Desafíos y oportunidades para un mercado de trabajo sin estereotipos de género, que se celebró en Vigo hace unas semanas, la inspectora de trabajo Mónica González, una de las ponentes, recordaba que siguen siendo pocas las mujeres que ocupan puestos de poder en la judicatura o en la dirección de las compañías del Ibex 35. La experta echaba mano del salario medio por hora para ejemplificar el desequilibrio. Su media parte de datos de Galicia, pero la idea de base se puede extrapolar a todo el Estado. Si la hora trabajada le sale al hombre a 15,79 euros, para las mujeres la cifra desciende hasta los 13,78 euros. Además de la brecha salarial y de poder, también hay una horizontal: las mujeres se concentran especialmente en el sector servicios. 

García: «Tenemos que ir a las raíces para acabar con un mercado desigual»

«Y esto tiene una repercusión», indicaba la consultora especializada en igualdad laboral, María Ángeles García, en cuestiones tan variadas como cómo se ejercen los derechos o cómo se negocian los convenios colectivos. Y si bien «las normas ya están ahí, debemos dar un paso más», recordaba. Pero ¿por qué sigue existiendo esta brecha entre hombres y mujeres en el entorno laboral? «Tenemos que ir a las raíces para acabar con un mercado desigual», apuntaba García. 

Las raíces son complejas y se remontan mucho más allá de lo inmediato. En ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?, Katrine Marçal argumenta que la teoría económica ha ido olvidando durante siglos a las mujeres, invisibilizado sus contribuciones a la riqueza colectiva. La cena de Smith es el ejemplo perfecto: mientras teorizaba sobre la riqueza y lo que importaba en ella, el economista olvidaba que su trabajo dependía de la gestión invisible que su madre, Margaret Douglas, hacía de su hogar. Smith podía dedicar tiempo a ese trabajo precisamente porque Douglas se encargaba de que tuviese todo lo que necesitaba. En el cómputo de lo económico, de lo valioso, su hijo, paradójicamente, no lo tuvo en cuenta.

Las separaciones salariales, de hecho, tienen una historia bastante larga, una de cuyas consecuencias –por mucho que se haya olvidado ese punto de partida– se sigue sufriendo ahora. En la España de hace 100 años, por ejemplo, las mujeres que desempeñaban trabajos tan variados como operadoras de fábrica, telegrafistas u oficinistas tenían salarios más bajos que los hombres que desempeñaban el mismo trabajo o uno paralelo (y en algunas profesiones tenían marcado un límite hasta donde podían ascender: de ahí, las mujeres no podían pasar). Existía un argumento: las mujeres debían ganar menos porque no tenían que soportar el gasto de una familia (lo que ya entonces era un razonamiento muy cuestionable).  

Ahora, la diferencia de salario entre hombres y mujeres hace que, en la práctica, las mujeres trabajen 34 días al año gratis en España, como calculó UGT en 2022. Dado que su salario medio es un 13% inferior al de los hombres, pierden al año mes y medio de sueldo. Es decir, como si a partir del 28 de noviembre no se les pagase por su trabajo.  

Hacia dónde va el futuro

Más allá de atacar a la base del problema y ser conscientes de que este existe, como recomiendan las expertas, ¿pasará el futuro por una corrección de esta situación? 

Dado que su salario medio es un 13% inferior al de los hombres, las mujeres pierden de facto mes y medio de sueldo al año

La última Encuesta Anual de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE) apunta que la brecha se incrementa a medida que avanza la edad: esto es, se pasa de un valor de 1 en la franja de 25 a 34 años a uno de 15,7 en el de 55 y 64 años. Aun así, tampoco se puede simplificar la solución a lo que puede suponer un cambio generacional. Como el propio informe señala, «existe un conjunto complejo y a menudo interrelacionado de factores que originan diferencias salariales de hombres y mujeres dando origen a la brecha salarial de género». Es decir: entran en juego la historia social y cultural, pero también la segregación del mercado de trabajo, los efectos de la conciliación, quién trabaja más a tiempo parcial o cómo se establecen las retribuciones salariales. 

Eso sí, estas cuestiones están cada vez más en el debate colectivo. Según un reciente estudio de Ipsos, el 53% de la población española se declara feminista –9 puntos porcentuales más que hace 5 años– y un 35% reconoce que los temas de igualdad son parte de sus conversaciones diarias con amigos y familia –frente al 18% de 2018–. Y aunque España es también el país con un porcentaje mayor de personas que cree que el impulso de las mujeres está discriminando a los hombres (otro 53%) y han retrocedido quienes aseguran que existe una desigualdad en 7 puntos porcentuales, España sigue siendo el país de Europa en el que más personas son críticas con la realidad. Un 70% cree que existe desigualdad por géneros. Un 59% son optimistas: están convencidos de que esa brecha se corregirá durante su vida. 

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