Cultura

«Si no has nacido en Francia, ser novelista no tiene forzosamente prestigio»

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03
febrero
2023

Jordi Nadal (Lliçà d’Amunt, 1962) es el editor al frente de Plataforma, pero también es el autor de ‘Libroterapia‘ (Plataforma) y el escritor de la columna de ‘La Vanguardia’ que trata la pasión lectora. Acudimos en busca de respuesta a las eternas preguntas sobre la industria cultural y el arte de editar libros. ¿Son cada vez más los lectores en España? Y una cuestión esencial: ¿son los libros fuente de riqueza y bienestar?


Laureado editor de prestigio al frente de Editorial Plataforma, escritor y, ante todo, lector. Cuénteme: ¿un lector nace, se hace o ambas cosas?

Un lector nace cuando alguien siente curiosidad y ganas de vivir. Yo creo que un lector nace cuando alguien tiene ganas de vivir más vidas que solo su propia vida; cuando alguien siente esa sensación llena de energía y humildad, de querer disfrutar cosas de otros y saber pedir ayuda. Nace un lector cada vez que alguien quiere hacer buena aquella frase de Oscar Wilde que dice que «todos somos como sapos en una charca, pero algunos miran las estrellas». Como le dijo una vez un niño a mi amigo el escritor Emili Teixidor cuando estaba dando una conferencia en una escuela: «Leer es querer que el mundo no se acabe nunca».

¿Qué puede ofrecer un buen libro que no ofrezcan otras formas de cultura o de ocio? ¿Es importante hacer biblioteca propia?

Ser editor consiste en ser intermediario entre el creador y el recreador, ser como Hermes –o como Mercurio–, el mensajero. Es ser el que une lo lejano con lo cercano y el que une lo distinto, o lo intenta unir; es quien invita a comprender, no a tolerar: la tolerancia implica una cierta arrogancia, comprender es más generoso. Ser editor es gastarse dinero en compartir algo que es tu gusto, porque encontrar un buen manuscrito es como, antes de que existiesen los móviles, encontrar un tesoro y buscar una cabina telefónica para llamar a tus amigos. Para mí, ser editor comienza tomando un riesgo y gastando dinero. Mi interés es real. El mundo de Twitter es inmediato, satisfactorio y gratis. En el mío tengo que esperar y gastarme dinero.

¿La lectura puede hacernos mejores? ¿Leer, a secas, como han sugerido algunas campañas de fomento de la lectura, es preferible a no leer?  

Por supuesto. Más vale un buen libro que una mala película, pero también vale más una buena película que un mal libro. Es decir, un poeta malo le decía a otro igual de pésimo: «no me leas que me influyes». A lo que el segundo respondió: «si me lees, te leo» [risas]. Hay que leer cosas buenas y no pasa nada por dejar un libro, nada sucede si un libro y tú no os entendéis. El mundo es grande, tu vida es pequeña, pero puede ser grande sobre todo si lees o estás abierto a dar a los demás –a la conversación, a la belleza, a la bondad y a la verdad–. Por tanto, leer un libro es una buena bisagra entre el mundo y tú.

«Leer es un telescopio y un microscopio: permite ver lo lejano y lo cercano»

Hábleme ahora de su labor como editor. Además de su trabajo al frente del Grupo Plataforma –y antes en Vicens Vives, Edhasa o Random House– ha escrito numerosos libros. ¿Cómo ve la industria en estos momentos? Porque con la pandemia ha aumentado el número de lectores…

Sí, claro que ha aumentado. El mundo está tan mal que la lectura es más necesaria que nunca y, por tanto, nos tenemos que alegrar; no de que el mundo esté mal, sino de que la lectura represente un valor refugio. La pandemia nos acorraló y cuando estás contra las cuerdas lo que tienes que hacer es protegerte, para que no te dé más guantazos la vida, y reaccionar. Reaccionar consiste en apoyarte en tu columna vertebral, la que te da equilibrio y solidez. Y todo lo que es cultural aporta solidez, constancia, aplomo, te hace tocar el suelo y mirar las estrellas. Leer es, de hecho, un telescopio y un microscopio: permite ver lo lejano y lo cercano. Leer es lo más potente del mundo. Por tanto, ¡larga vida a la lectura! Auguro un futuro extraordinario a los libros. Porque del mismo modo que cuando hay un incendio necesitas un extintor, para los incendios que periódicamente causa la vida, que son crisis más o menos grandes, haber leído es muy bueno. Quizá no te resuelva las cosas, pero proporciona muchos materiales para defenderte. Es mucho más que un botiquín de primeros auxilios. Leer no admite oportunismos y, sin embargo, ofrece muchas soluciones. Así que no siempre leer da las respuestas, pero lo que sí ofrece, seguro, son buenas preguntas. Y esto no es poco.

¿Considera importante la labor del autor en la promoción y difusión de su propio libro? ¿Qué opina de fenómenos como la autoedición?

Siempre le digo a un autor, cuando me visita o nos somete un libro a consideración, que el manuscrito es solo una parte del contenido de un libro. Nosotros vendemos el contenido, pero también el mundo del autor o de la autora. Por supuesto, si el autor es aburrido, si no tiene duende, ni magia, ni labia, ni encanto, pues hombre… He hecho algunos libros que son muy, muy buenos, pero en los que el autor no quiere, no puede o no sabe implicarse. Cuando esto ocurre los libros funcionan menos. Los libros tienen que ser como el eslogan de Editorial Plataforma desde su creación: «libros con autenticidad y sentido. Si no eres auténtico y si no hay sentido y no das la cara, pues estamos mal. Sobre la segunda pregunta. La autoedición es un montón de personas diciéndote «te voy a operar yo, que te digo yo que soy médico». Yo no me dejaría operar por alguien que se haya autoextendido el título de médico. Eso no quiere decir que uno de cada diez mil libros autoeditados sea buenísimo, pero esta excepción confirma la regla.

Hoy aún se sigue considerando la escritura, en parte, como una forma de perder el tiempo. ¿Está relacionado esto con nuestras formas productivas?

Si no has nacido en Francia, ser novelista no forzosamente tiene prestigio. Los franceses valoran mucho la cultura. Estoy caricaturizando, lo sé, pero esto que cuento es bastante así. De todas formas, ¿dónde está escrito que alguien tenga que vivir de lo que es su pasión? Igual a mí me apetece mucho ser bailarín, pero no tengo talento para ser autor. Eso de que cuando uno desea algo fervorosamente el universo se conjura a tu favor y te lo concede es una memez, dicho con todo el cariño del mundo. Porque no es verdad. Entonces seamos serios y seamos profesionales y digamos que uno tiene que ser buena persona, buen profesional, honesto, honrado, trabajador, estudioso y hacer las cosas bien. ¿Por premio? Quien lo hace por premio lo hace porque es pillo, por cálculo. Otra cosa: ser editor en Francia es más fácil que serlo en España porque el contexto cultural, el consumo cultural y el apoyo público y privado a la industria cultural es enorme en comparación. En España se gasta mucho más dinero en restaurantes que en novelas, y en Francia es al revés. Estoy caricaturizando de nuevo, no tengo los datos aquí, pero hay pautas y hay países que de un modo absolutamente manifiesto demuestran que son más proclives a apoyar sistémicamente la cultura. Los finlandeses sabían que tenían un vecino un poco grande e invasivo, y descubrieron que la manera de resistirse a ese peculiar vecino era constituirse como un país con una cultura fuerte. Porque cuando tienes un vecino que se te quiere tragar la única manera de que no desaparezcas es que tengas una cultura propia fuerte. Cuando te lo arrebatan todo, ¿qué te queda? Lo que has aprendido. ¿Y eso qué es? Está bastante cercano a la cultura.

«España no está en el pódium, pero sí en el G-7 de la cultura»

¿Hay diferencias notables entonces entre el sector editorial y el lector de España y otros países, como Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaña, los nórdicos o Estados Unidos?

En el mundo anglosajón a la gente le gusta vender, no se avergüenza de ello y están muy orientados a ganar dinero. Sea por la influencia de Max Weber, por el sistema económico, por el dólar, por su visión del mundo, por la cultura del imperio de la ley. En Alemania la gente lee mucho más que en España. Hace también una temperatura que invita más al recogimiento en casa y a leer. El mundo anglosajón posee una lengua, el inglés, que es la más poderosa de nuestro tiempo. Este hecho le da una solidez muy grande. Cuando la gente dice «es que en Estados Unidos han editado quince mil ejemplares de mi libro», claro, en Estados Unidos hay siete veces más población que en España. Entonces hay que situar las cosas en su contexto. Por ejemplo, solo Hachette en Francia factura más que todo el sector editorial español. La cultura española es una cultura fantástica, pero no puede competir en absoluto con la cultura francesa o la alemana, por ejemplo. El español, por su parte, es una lengua portentosa y maravillosa, pero no nos pongamos estupendo. Hay más premios Grammy latinos que industria editorial que se coma al mundo. ¿Somos buenos en industria editorial? Bueno, tenemos todo un continente que habla la misma lengua y España posee, al respecto, una industria editorial potente. Por tanto, ¿estamos en el pódium? No, pero estamos cerca: estamos en el G-7 cultural. España es un muy buen país para ser editor; ahora bien, es complicado ganar dinero con ello.

¿Es conveniente mantener las ayudas económicas y fiscales al sector, incluido el precio fijo?

Por supuesto. El precio fijo garantiza las reglas del juego donde el más débil en la cadena es respetado. Así que sin duda alguna es conveniente mantenerlo y recibir ayudas. ¡Pero si recibe ayudas todo dios! ¿Cómo no las va a recibir una industria que contribuye al desarrollo? Hasta los nueve años los niños aprenden a leer, y a partir de los nueve años aprenden leyendo: quien no sepa leer no sabrá aprender. Toda industria que fortalece la lectura, la cultura, etc., como la lectura es absolutamente transversal, tiene que ser fortalecida y apoyada. La gente, cuando lee, adquiere cultura, y cuando tiene cultura, aprende, y cuando la gente aprende se produce el progreso social y hay buena salud en todos los aspectos. No es la riqueza la que produce cultura, es la cultura la que genera la riqueza. Es por eso que, en cualquier país inteligente, la cultura y la lectura, las librerías y todo el ámbito tendrían que estar cuidados, mimados y protegidos: la lectura no solo pertenece a los ministerios de Educación y de Cultura, sino que, en un país moderno, pertenece también al de Salud. Una salud física, mental y cívica.

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