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«Si la esperanza en la lucha medioambiental enferma, enferma la voluntad»

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En el tema ‘Blowing in the wind’ de Bob Dylan, hay un verso que dice: «¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y pretender que no ve?» Víctor Viñuales dice que es de aquellos que sí se voltean para enfrentarse al mundo real e intentar cambiarlo. Es cofundador y Director de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), Vicepresidente de la Red Española del Pacto Mundial y fue coordinador de la Agencia Española de Cooperación Internacional en Nicaragua; no obstante, resume su profesión como un «‘intentador’ de mejora del mundo».


Recién inaugurado el 2023 y tras un par de meses de reflexión desde la COP27 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), ¿cómo se afronta la lucha medioambiental este año?

Hay una doble mirada en relación a la situación actual del planeta. La primera es que en la cumbre del clima se debería haber hecho más, mucho más. Cada país debería asumir compromisos a nivel nacional durante un determinado tiempo, y debería haber un reparto de responsabilidades que en la COP no se hizo. Creo que cada país debería hacerse cargo de la parte del problema que generó, y bajo este contexto, los países del sur están diciendo: «yo no he participado en ello y, sin embargo, estoy sufriendo las consecuencias». Tienen razón, y por eso algunos podrían decir que el 2022 acabó en fracaso. Además, Naciones Unidas quiere que las decisiones se tomen por consenso y unanimidad, cuyos votantes son representantes de casi 200 países muy diversos. Si ya es difícil llegar a acuerdos en una comunidad de vecinos, imagínate cientos de personas de culturas opuestas decidiendo sobre el cambio climático.

La segunda mirada, algo más positiva, es que la COP ya no es simplemente una reunión de Gobiernos para trabajar por un objetivo común, sino que también es un espacio de encuentro entre los pioneros de la acción climática mundial. Aquí sí hay más posibilidades de consenso y alianzas. Este sector es un mayor motor de cambio más efectivo. Cabe decir que entre esos pioneros no están representados todos los países, aunque sí la mayoría, y esta es la gente que va a marcar el futuro. Quien quiera conocer la deriva de la economía mundial debería estar muy atento a estos acuerdos voluntarios de las cumbres del clima.

«Estamos viviendo un periodo de multicrisis, y cada crisis divide energías y talentos»

Hace ya cinco años, la crisis climática cobró especial importancia con la irrupción de la entonces adolescente Greta Thunberg. ¿Hemos cambiado algo desde entonces?

La realidad va por barrios, por barrios del planeta. ¿Ha reducido Europa sus emisiones en este tiempo? Sí. ¿Se ha comprometido a hacer la reducción de la mitad de sus emisiones para el año 2030? Sí. Ahora bien, ¿lo ha hecho China? No. ¿Y cómo va Estados Unidos? Peor. La respuesta no puede ser general y hay que matizarla siempre bien. El sector financiero se ha movido, hay muchas más instalaciones de energías renovables, pero la situación es más grave que hace cinco años.

¿Y qué está fallando?

La falta de una respuesta tajante, como la que vimos durante la pandemia, cuando muchos sectores económicos ralentizaron su actividad. Desde que volvimos a la «normalidad», esta respuesta no se está produciendo, en buena parte por el cortoplacismo electoral. Por ejemplo, muchas de las ciudades españolas que no están cumpliendo con las obligaciones de bajas emisiones es porque esa medida les puede restar votos.

Durante el Mundial de Fútbol se criticó a Catar por distintos frentes. ¿Cómo valora a Egipto, país vecino, como anfitrión de la COP?

Catar estuvo en el punto de mira por su gestión medioambiental, claramente, pero sobre todo por el tema de derechos humanos. Con Egipto pasa un poco lo mismo: seguramente se portó muchísimo mejor con los visitantes que con sus habitantes. No es un país que caracterice por ser demasiado democrático. Tienen una doble política, son buenísimos anfitriones con los extranjeros y a los de casa no dejan que se muevan. Al final esto es un problema porque se nos van acumulando asignaturas, como a los estudiantes, y cada vez cuesta más recuperarlas. Tenemos la asignatura global común del cambio climático pero tenemos muchas otras, como los derechos humanos, conflictos religiosos o económicos… Cada asignatura resta energía para resolver la gran causa medioambiental, y las energías que se invierten en paliar una crisis, no se pueden usar para paliar otras. Estamos viviendo un periodo de multicrisis, y cada crisis divide energías y talentos. ¿Estará ahora Ucrania estudiando cómo reducir sus emisiones de carbono? Pues no.

Asumo que una de esas crisis que menciona es la energética, precisamente motivada por la guerra en Ucrania. ¿Cómo repercutirá esto sobre la salud de la Tierra?

Con la guerra hemos visto que se han multiplicado las razones para caminar en la dirección de la sostenibilidad y las energías renovables. Antes, las acciones se tomaban solo por la convicción de que era bueno para el planeta. Después vimos que se sumaron poderosas razones económicas, ya que ahora es mucho más rentable económicamente poner paneles solares o un parque eólico que poner un parque térmico de carbón. También hemos visto que tal y como funcionábamos hasta ahora era muy inseguro. ¿Depender de la energía de lugares lejanos y propensos al conflicto? Claramente las energías renovables son mucho más seguras. Afortunadamente, hoy las soluciones van convergiendo. Desde el punto de vista económico, la sostenibilidad es el camino; desde el punto de vista climático, es el camino; desde la seguridad, es el camino; desde el ético, es el camino.

«Con la guerra de Ucrania hemos visto que se han multiplicado las razones para caminar en la dirección de la sostenibilidad»

¿Se está acabando la era de los combustibles fósiles?

Se está acabando, y cada vez hay más razones para que pase. Incluso los países o empresas que siempre se han resistido –y se resisten– al cambio, no lo hacen negando el futuro; no es que digan que los combustibles fósiles son maravillosos. Ellos creen en el cambio, pero a un ritmo más lento.

La mentalidad ecológica está extendida, o empieza a estarlo, entre Gobiernos y empresas. ¿Existe esta mentalidad también a nivel individual o familiar?

Si llamas a una empresa de instalación de paneles solares para tu vivienda, seguramente te dirán que están muy liados y que te podrán atender en seis meses. Ahora hay miles y miles de personas que por razones económicas y de seguridad están instalando paneles solares. Obviamente, no es lo mismo que tu calefacción dependa del petróleo ruso que dependa de tu propia energía renovable.

Entonces, ¿se sigue confiando en los Acuerdo de París?

Algunos confían y otros no, como en todo. De hecho, algunos países asisten a las COP para frenar acuerdos. Hay centenares o miles de delegados de determinados Gobiernos y empresas que no quieren oír hablar de los Acuerdos de París. En las conferencias suele haber tres sectores: los pioneros de acción climática (que impulsan el cambio y son minoritarios); los que tienen intereses en frenar los cambios (sea por acción u omisión, ya que algunos simplemente creen que lo que se ha hecho siempre es lo mejor. También son minoritarios); y el sector mayoritario es el sector expectante. Según lo que haga la mayoría, ellos harán.

Entre los líderes que estáis en el sector de pioneros de acción climática, ¿se confía en los Acuerdos?

Esto alude a un grandísimo tema, la gestión de la esperanza, clave en la lucha medioambiental. Si la esperanza enferma, enferma la voluntad, porque la esperanza y la voluntad son hermanas. Es muy difícil tener buen ánimo si no tienes la esperanza de que algo se puede lograr. Este es un gran problema porque hay personas que antes no hacían nada porque creían que la crisis no existía, y ahora hay gente que no hace nada porque cree que la crisis es inevitable y no hay nada que hacer. Este es el gran tema de nuestro tiempo.

¿Y por qué enferma la desesperanza?

Porque constatamos la aceleración de los fenómenos atmosféricos extremos y constatamos que frente a eso la generación de alternativas positivas no tiene el ritmo debido. Avanza, pero es como si fuera una carrera entre galgos y tortugas. ¿Estamos haciendo cosas? Sí. ¿Estamos haciendo las debidas? No.

«Muchas veces la información medioambiental es una exposición de catástrofes, no se informa lo suficiente sobre las alternativas»

¿Qué mueve más, el catastrofismo o la esperanza de un mundo mejor?

Mi tesis es que lo segundo. Eso no quiere decir que no hemos de informar con claridad, pero muchas veces la información medioambiental es meramente una exposición de las catástrofes y no se informa lo suficiente sobre la generación de alternativas. Y eso, sin duda, genera un entorno negativo y desesperanzado.

¿Se puede hacer algo desde casa para mejorar la situación?

A nivel individual, todos podemos hacer mucho más de lo que hacemos. Votamos, compramos, invertimos, hacemos muchas cosas. Por ejemplo, puedo preguntar a mi carnicero: «¿Puede asegurarme usted que este cerdo no ha sido alimentado con soja procedente de fincas que han servido para deforestar la Amazonia? Me gustaría saber la respuesta, porque si no, la semana que viene no te compraré. No quiero ser cómplice de esa deforestación». Solo con que esta pregunta la hiciera un porcentaje mínimo de la población, ya habría un cambio radical en el sistema.

Muchos ciudadanos tienen intención de involucrarse en la lucha contra el cambio climático pero nunca llegan a tomar acción. ¿Cómo se consigue que un ciudadano pregunte a su carnicero? 

En los últimos tiempos ha aumentado la preocupación, está claro. Muchas veces porque los temas afectan directamente, como los que no podían dormir en verano por el calor que hacía. El reto es, ¿cómo pasar de la preocupación a la acción? Aquí deberíamos nosotros ser más pedagógicos, y ofrecer herramientas más sencillas de acción para que la gente sepa claramente qué hacer y no sufran de eso que llaman ecoansiedad.

¿Qué tipo de herramientas?

Se me ocurre la plataforma Porelclima.org, un espacio para conectar a los actores que impulsan la acción climática. Por ejemplo, tú puedes ver las pequeñas acciones a las que me he comprometido yo. Me comprometí a no coger ascensores. Esto significa que dejo de emitir siete kilos de carbono al año, que no es mucho, pero esto multiplicado por los 47 millones de españoles, empieza a ser notable. Además, este gesto es un buen ejemplo de cobeneficio. Es bueno para el clima, bueno para mi salud, y en definitiva para la salud de cualquiera. Otro ejemplo puede darse con el carnicero y la carne. La OMS dice que hay que comer menos carne, ¿no? La dieta mediterránea ha de incluir más plantas. Es bueno para nuestra salud, pero también para la preservación de ecosistemas y el clima. Por todo esto, la acción climática no tiene por qué implicar un empeoramiento de la calidad de vida, sino todo lo contrario.

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