Sociedad

«No es que España invierta poco en ciencia, sino que el dinero está mal repartido»

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10
enero
2023

«Todo es precario», explica Dido Carrero (Oviedo, 1994). Y parece serlo se mire a donde se mire. Esta doctorada en Biología Molecular y graduada en Historia del Arte, a pesar de ayudar a descifrar el genoma de la llamada «medusa inmortal» y contar con una suerte de ‘galería’ artística itinerante, también afronta un horizonte empañado por la inseguridad. Habla con Ethic sobre los efectos que este descubrimiento puede tener en el envejecimiento –y sus enfermedades asociadas– y su intento de propagar el arte por espacios más cercanos al público.


Acabas de descifrar, junto al resto del equipo liderado por Carlos López-Otín, el genoma de la llamada «medusa inmortal», que es capaz de regenerarse hasta su estado más «joven», su fase de pólipo. ¿Cómo afecta esto al estudio del envejecimiento?

Nosotros lo que hicimos fue secuenciar por primera vez el genoma de esta especie y lo comparamos con otra especie del mismo género pero diferente; es como si fueran hermanas, y al ser tan similares, comparamos esta medusa que puede «volver atrás en el tiempo» con la medusa hermana, que no puede. Esas diferencias que hay a nivel genético probablemente sean responsables de esta capacidad. La comparación nos permitió hallar cambios en genes importantes para el proceso de envejecimiento celular. No obstante, hay que tener en cuenta que entre una medusa y un humano hay una distancia filogenética muy grande. Hacen falta muchos más experimentos. Nosotros hemos sentado las bases para que otros sigan investigando cómo esos genes pueden afectar al envejecimiento.

Hay cierta corriente médica que interpreta el envejecimiento como una enfermedad. ¿Lo enfocáis así?

No, el envejecimiento es un proceso natural y a priori irreversible (y que afecta prácticamente a todos los seres vivos). No es un proceso patológico como tal, pero a medida que pasa el tiempo, nuestras células se van deteriorando y adquiriendo defectos, lo que provoca la aparición de enfermedades como el cancer o las patologías cardiovasculares y neutro degenerativas. En conclusión: no debemos tener miedo al envejecimiento como tal, sino a las enfermedades asociadas.

«Aunque con el tiempo las células se van deteriorando, el envejecimiento no es un proceso patológico»

A pesar de este hito científico, tu futuro es incierto. «Desarrollar una carrera científica en Asturias es muy difícil, por no decir imposible», asegurabas en una entrevista. ¿Cómo de contaminado está el trabajo científico por la precariedad?

Todo es precario hasta que no te haces catedrático con 60 años y si tienes suerte. Yo hice el doctorado con una de las mejores becas que hay del Ministerio, una FPU: el sueldo que ofrece es poco más que el salario mínimo. Después de eso, lo típico sería hacer un posdoctorado y vivir de becas, lo que no es para nada estable. Lo típico para investigar es ser docente en la universidad e investigar al mismo tiempo, pero conseguir una plaza en la universidad es muy difícil y lo sueles hacer de forma estable con 40 y 45 años (y hasta entonces estás cobrando una auténtica miseria). No me siento animada a hacer una carrera investigación, a pesar de que es lo que me gustaría.

La ciencia tiene un fuerte prestigio social, ¿por qué está tan denostada económicamente?

No sé, porque al final es una cuestión del Estado y la inversión es grande. No es que España invierta poco –cada vez invierte más–, sino que creo que está mal repartido: los sueldos no suben aunque se ponga más dinero sobre la mesa.

Hay una larga bibliografía de autores que relacionan las virtudes de la ciencia y el arte. Como si el pincel y el bisturí compartieran un mismo objetivo: crear una forma de interpretar la realidad, diseccionar y, si acaso, en el caso del arte, transmitirla. ¿Es esa la razón por la que, además de convertirte en doctora en Biomedicina y Oncología molecular, decidieras graduarte en Historia del Arte?

Siempre me gustó el arte, pero creo que me atrae no tanto el arte como la belleza, que no tiene porque ser una obra: puede ser una calle, un paisaje, un edificio. Un camino por el que podía estar más en contacto con esta idea era estudiar Historia del Arte. Empecé cuando estaba en el doctorado, en parte porque sentía que dedicaba toda mi vida a estar en el laboratorio, que no es un lugar donde haya belleza. Yo apoyo esa idea de que la ciencia y el arte no tienen que ser cuestiones separadas, ni mucho menos tienen que estar una por encima de la otra, como por lo general se suele pensar. Pienso que para el bienestar de la gente es tan importante tener una buena salud física como un buen equilibrio emocional y mental, y eso en parte viene por un acercamiento a la cultura, un enriquecimiento a través de la literatura, arte plástico, música… 

¿Es belleza en un sentido puramente estético o guarda una cierta trascendencia?

A mí es algo que me llena, y tardé mucho en ser consciente de ello y ponerlo en palabras. También me ocurre que, cuando contemplo algo estético, siempre estoy pensando que se va a terminar; lo disfruto, pero al mismo tiempo lo paso mal por ese carácter efímero.

«Todo en la vida es política, pero creo que ya es suficiente»

Dostoyevski decía en El idiota que «la belleza salvaría el mundo», si bien relacionaba el concepto más cerca de la bondad o la virtud.

Siempre se ha relacionado en filosofía la belleza y la bondad. Creo que al menos Aristóteles, si no me equivoco, lo había hecho. Es difícil de explicar, pero para mí es un estado de calma y bienestar, algo más o menos catártico. 

Hay cierta oda al feísmo en la actualidad. ¿Está la belleza en declive?

Sí, sobre todo en tendencias urbanas, aunque la belleza tampoco tiene por qué ser siempre algo canónico, ya que puede haber belleza en muchas cosas. Siento que hay una alabanza hacia lo feo porque se ve como moderno. Como si fuera ir a contracorriente.

Quizás un ejemplo es la marca de ropa Balenciaga, que siempre parece intentar subvertir estos cánones clásicos. Como si trataran de demoler el edificio.

Puede ser. La belleza clásica era armonía y simetría, pero no tiene por qué ser eso.

«Los artistas que suelen triunfar son los que tienen dinero: es muy difícil que salgas de la nada»

Mencionabas antes la filosofía, que siempre se dedicó al estudio de la realidad o la naturaleza. Como si se aunaran ciencias y humanidades. ¿Es donde se condensan tus intenciones?

Ojalá: siempre se me ha dado fatal. Pero sí, claro, los filósofos clásicos y los humanistas se llamaban a sí mismos «polímatas». Es la figura clásica del «hombre del Renacimiento»: aquella que era virtuosa en el estudio de la naturaleza pero también en el estudio del arte.

¿Está el arte está más cerca de la esencia humana que la ciencia?

Depende cómo lo mires. Hubo una época en que hubiera dicho: la esencia humana es el ADN. Pero siempre va a haber una conjunción. Se suele decir que los humanos somos 50% genes y 50% ambiente.

Lideras un proyecto cultural llamado Cerúleo, que es una suerte de galería itinerante cuyo objetivo es «crear experiencias innovadoras» y «ocupar espacios poco habituales». ¿Hay voces sin escuchar?

Es un proyecto bastante difícil de definir. No es una galería per se, ya que estas tienen otras funciones mucho más encuadradas que esta clase de espacios, que al igual que en nuestro caso intenta mezclar diferentes disciplinas artísticas. Mi intención, por un lado, es promover artistas emergentes y darles una oportunidad para que adquieran visibilidad y empiecen a exponer, porque en el circuito habitual de galerías al uso es imposible entrar si estás empezando, al igual que es imposible conseguir un premio de arte, una beca o una residencia si no tienes previamente un poco de currículum hecho. Creo que hay mucho talento sumergido, también porque quizás los artistas no tienen las herramientas para darse a conocer. Me he encontrado muchos que dicen «me gustaría vender mi obra, pero no sé cómo», y es que al final un artista –que probablemente no viva de su trabajo creativo– lo tiene difícil. 

¿Es una barrera de clase? 

Sí, por supuesto. Los artistas que suelen triunfar son los que tienen dinero. Es muy difícil que salgas de la nada.

Entonces, ¿hemos romantizado el talento?

Si no te dan las herramientas adecuadas, puedes tener un gran talento y quedarte siempre escondido; no tienes cómo darte a conocer. ¿Cuántos artistas destacados se comían los mocos mientras vivían? Y, por supuesto, ¿cuántos no conocemos? Y siempre corres el riesgo de que una galería te time. Son un poco tiránicas en ese sentido: hace falta modelos más abiertos. Lo típico es que, al fichar por una galería, firmes un 50% para cada uno y que tú no lo puedas poner ningún sitio más, y eso mata a alguien que necesita visibilidad. También intento que la relación entre el artista, la obra y el público sea mucho más natural y cercana.

«Se está perdiendo el arte por el arte; es decir, la idea del arte como algo que te genera una experiencia estética y ya está, que no es moralizante»

Entonces, ¿es un proyecto divulgativo?

No en ese sentido, pero sí que intento que no dé miedo, como si ocurre con las galerías, que son espacios muy solemnes y en los que nunca parece haber nadie. Hacen falta espacios mucho más amigables. ¿Como vas a acercarte al arte contemporáneo si no te está invitando a que lo hagas? Hay que fomentar un poco de cercanía., tener al artista y que te explique en un entorno relajado cómo lo ha hecho, qué se le pasa por la cabeza, qué quiere expresar… creo que es algo que hay que aprovechar.

¿Hay cierto analfabetismo artístico en la sociedad?

Desde luego. De base, en la enseñanza obligatoria no se enseña nada artístico, y cuando se hace es algo muy memorístico. El arte contemporáneo es especialmente un gran desconocido, excepto para gente que está muy metida en él.

¿Es un mundo muy cerrado?

Y está dominado por gente con dinero, desde los artistas a los galeristas, que tienen una presión económica sobre los primeros considerable. La idea es intentar deshacerse de eso. Lo mismo pasa con la investigación científica: el poder lo tienen las revistas. 

Buscas la belleza, pero ¿qué se debe encontrar en una obra de arte?

Es algo muy difícil, porque hay muchísimas definiciones, y todas con su parte de acierto. ¿Por qué una obra para una persona es arte y la de otra no? 

¿El veredicto lo da el mercado?

Es algo que no me convence. El mercado puede ser alguien que simplemente haya dicho «este hombre es buenísimo y hay que comprarlo». Y ya está, su precio sube. Mi idea está en lo que te haga sentir y lo que tú veas en esa obra. Tampoco creo que un historiador del arte tenga que llegar a decir «esto sí y esto no», porque me parece que es algo muy subjetivo y personal. Cada uno puede sentir una cosa.

Has organizado hace poco una colección virtual de arte para Ucrania. Picasso mencionaba acerca del Guernica que «era un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo». ¿Hay siempre un propósito, consciente o inconsciente, detrás de cada obra? 

La iniciativa surgió por un motivo sencillo: si se puede hacer algo, ¿por qué no hacerlo? Lo que recaudamos, lo donamos a Cruz Roja. Respecto a la pregunta, yo no soy artista, así que no te puedo hablar con precisión desde esa perspectiva, pero pienso que ahora mismo se le da mucha importancia al relato, especialmente al relato político. Creo que se está perdiendo un poco el arte por el arte, es decir, la idea de arte como algo puramente estético, que te genera una experiencia estética y ya está, y que no tenga que ser algo moralizante. Al final, los museos de arte contemporáneo se nutren muchas veces con obras de videoarte sobre los refugiados de Siria o una mujer trans en los años veinte. Y me parece genial y muy necesario, pero joder, ¿por qué no Rothko? Puede que a priori no nos hable de nada político aunque él pueda tener otros motivos, pero lo veo y se me caen las lágrimas. Hay cierta tendencia de politizarlo todo, y todo en la vida es política, el arte también, pero creo que ya es suficiente. 

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