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Ser o no ser autónomo

Trabajar por cuenta propia o ajena no es una decisión casual, sino una en la que se deben tener muy en cuenta las ventajas y los inconvenientes de ambos formatos. Desde las organizaciones profesionales, como la Mutualidad de la Abogacía, ayudan a que gestionar la vida autónoma sea más fácil.

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Yvonne Redin
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15
diciembre
2022

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Yvonne Redin

En España, según las últimas cuentas del Ministerio de Trabajo (son los datos de septiembre de 2022), 3.347.442 personas son autónomas. La cantidad representa una subida respecto al cierre de 2021, cuando existían en el país 3.328.399 trabajadores por cuenta propia y las organizaciones sectoriales señalaban que se habían alcanzado datos máximos desde 2008 —cuando la crisis económica tuvo un duro impacto en la economía y supuso la destrucción no solo de empleo por cuenta ajena sino también de trabajo por cuenta propia—. Aun así, esa tendencia al alza no sorprende. En la última década, ser autónomo se ha convertido en una opción que cada vez más personas valoran a la hora de tomar decisiones sobre su futuro —y su presente— profesional.

Las razones para hacerse autónomo son muy variadas. Hay quienes acaban recurriendo a convertirse en trabajadores por cuenta propia frustrados ante un mercado laboral en el que no acaban de encontrar su sitio, pero también quienes lo hacen animados por los planes al emprendimiento que se han puesto en marcha a lo largo de la última década o porque este formato de trabajo es el que mejor encaja en sus planes de vida. Como señala Cristina, una autónoma, al otro lado del teléfono, «escoges lo que quieres hacer y lo que no y también cómo organizas el trabajo». Para algunas personas, y mientras las empresas no se ponen al día en conciliación, ser su propio jefe les permite adecuar los flujos de trabajo a sus necesidades familiares y personales. Incluso, hay quien ve en la capacidad de poder escoger con qué clientes se quiere seguir y con quienes no un beneficio frente a lo que ocurre en el universo corporativo, donde un jefe tóxico se convierte en un lastre del que parece más difícil escapar.

María (trabajadora por cuenta propia): «Gran parte del fastidio de ser autónoma es la burocracia»

De todos modos, no todo es perfecto. «Si el mundo asalariado permitiese conciliar mejor, ya no habría ventajas», indica Ana, con más de una década de trabajo autónomo a sus espaldas. Y, por supuesto, los autónomos se enfrentan a cuestiones que quienes trabajan por cuenta ajena no ven jamás en su día a día. «Gran parte del fastidio de ser autónoma es la burocracia», sentencia María, que ha sido autónoma durante gran parte de su vida laboral.

En resumidas cuentas, ante el dilema de elegir una opción u otra resulta crucial plantearse qué supondrá en términos de trabajo —no se debe caer en la trampa del falso autónomo—, qué beneficios reportará, qué ocurre en el sector en el que se trabaja —entre las profesiones liberales ser autónomo parece, en algunas ocasiones, inevitable— y, sobre todo, contar con apoyos y soluciones que ayuden a navegar entre las demandas y obligaciones de este formato laboral.

Esto puede pasar por —como recuerda María, una de las autónomas que han dado su visión de la experiencia,— confiar en un gestor o por aprovechar las propuestas que se hacen ya desde algunas organizaciones sectoriales.

Por ejemplo, la Mutualidad de la Abogacía —la alternativa al Régimen de Autónomos (RETA) para estos profesionales— ha puesto en marcha un plan para ayudar a los emprendedores del sector legal a gestionar todos los retos de la vida autónoma. «Desde Mutualidad de la Abogacía entendemos que el emprendimiento es uno de los pilares básicos del tejido empresarial y un seguro de recuperación económica», explica su presidente, Enrique Sanz Fernández-Lomana. «Es nuestro deber ofrecerles la formación correcta para poder canalizar el talento hacía nuevas alternativas laborales», añade, presentando los beneficios de su propuesta, Soy Autónomo, que define como «transversal» y asegura dota de «todas las herramientas necesarias» para que los nuevos emprendedores legales puedan «iniciar su propio camino».

Con esto, se busca fomentar una cultura de emprendimiento y cambiar las cifras: ahora mismo, según los datos de la organización, solo el 10% de los profesionales de la abogacía ejerce por cuenta propia.

La brecha autónoma

Pero la dificultad de gestionar el proceso y la necesidad de contar con herramientas que simplifiquen las cosas no son las únicas cuestiones clave para entender esa disyuntiva entre ser o no ser autónomo, sea en el sector que sea. Cada grupo demográfico se enfrenta a cuestiones diferentes.

Para los jóvenes, muchas veces el gran lastre de la experiencia autónoma es que no se sabe realmente qué se debe esperar o incluso qué se debe hacer. La sensación de haber ido a Hacienda y haber salido de allí sin haber comprendido nada —o tras recibir versiones enfrentadas de qué se debe hacer— es algo que muchos autónomos jóvenes tienen en común. Por eso, la formación es un pilar importante para llegar a este grupo y lo que funciona como esencia de propuestas como Soy Joven.

Los planes de incentivos para autónomos suelen centrarse en la población más joven, olvidando que el 74,3% de estos trabajadores tiene más de 40 años

De todos modos, posiblemente la brecha autónoma más invisible es la que viene marcada por la edad y no exactamente por la juventud. Los planes de incentivos suelen centrarse en la población más joven, olvidando que el perfil mayoritario del autónomo no es realmente ese. Según los datos del propio Ministerio de Trabajo, el 74,3% de estos trabajadores tiene más de 40 años. Incluso —y aunque los jóvenes crecieron de forma notable entre los nuevos autónomos de la pandemia— la crisis del coronavirus fomentó que los mayores de 55 años se diesen de alta como trabajadores por cuenta propia. Lanzar planes para estos perfiles más senior —como en el caso de Soy Senior— o no limitar los beneficios a la franja de menos edad parece, por tanto, bastante importante; sobre todo, cuando de lo que hagan en esos años un buen porcentaje de esos autónomos marcará lo que ocurrirá en el futuro inmediato con su pensión de jubilación.

Todo ello hace que sea crucial para sobrevivir en el trabajo autónomo dotarse de herramientas y soluciones, porque solo así se podrá disfrutar de los beneficios y neutralizar los problemas de la vida autónoma. «No compensa no tener bajas dignas ni derecho a paro», señala Cristina, recordando que todavía quedan cosas por reivindicar y por trabajar en el universo autónomo.

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