Internacional

La lista de los envenenados por Putin

De opositores políticos a periodistas pasando, por espías: existe un amplio repertorio de figuras críticas con el Kremlin que han sido presuntamente envenenadas por su disidencia contra el régimen ruso. El agente Novichok es el componente predilecto, aunque en ocasiones también se ha recurrido al polonio.

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22
noviembre
2022

Praegustator era el nombre que recibían en la antigua Roma los catadores de comida. Su misión era sencilla y peligrosa: probar todos los bocados que fuesen a degustar las altas esferas imperiales horas antes para saber si podrían dañar su salud o, incluso, provocarles la muerte.

Lo cierto es que el veneno como arma política tiene una larga tradición, pero si hay una nación que tiene fama de utilizarlo para eliminar a los enemigos de la patria, esa es Rusia. No es de extrañar, ya que varias fuentes coinciden en que a principios de la década de 1920 se creó una fábrica de venenos del Kremlin por orden del propio Lenin.

En esta institución de investigación, que empezó siendo un secreto de la Checa –la primera de las organizaciones de inteligencia política y militar soviética–, se inventaron nuevos métodos para envenenar a los adversarios del Estado sin dejar rastro. Desde entonces, una larga lista de revolucionarios han sufrido ataques contra sus vidas que, aparentemente, estaban orquestados por el Kremlin.

Alexei Navalny: veneno en los calzoncillos por opositor

El de Alexei Navalny es el último de los casos más sonados de un posible envenenamiento por parte del Kremlin y los motivos son evidentes: es un firme opositor a Putin. El 20 de agosto de 2020, el avión en el que Navalny viajaba a Moscú tuvo que aterrizar de emergencia para que fuese trasladado al hospital. «Alexéi tiene una intoxicación. Vamos al hospital en ambulancia. Suponemos que ha sido envenenado con alguna cosa mezclada en su té. Es lo único que ha bebido esta mañana», informó su portavoz.

Más tarde fue el propio activista, recuperado tras pasar semanas en coma, quien reveló que, en realidad, colocaron el agente nervioso Novichok en sus calzoncillos.

Pyotr Verzilov: el precio de denunciar el asesinato de periodistas

«Los hallazgos que tenemos ahora sugieren que es muy factible que se trate de un caso de envenenamiento», explicó uno de los médicos del centro alemán donde se encontraba hospitalizado en septiembre de 2018 Pyotr Verzilov, activista y miembro de los Pussy Riot. Una vez recuperado, el propio joven comparó su envenenamiento con el de Navalny e insistió en que fue una venganza por investigar los asesinatos de tres periodistas rusos en la República Centroafricana.

Sergei Skripal: «traidor a la patria» para Putin

En marzo de 2018, el agente doble ruso-británico Sergei Skripal y su hija Julia fueron envenenados en Inglaterra con Novichok, según aseguran fuentes del Reino Unido. Y aunque Putin negó toda responsabilidad en este ataque, llamó al agente doble «espía», «traidor a la patria» y «bastardo».

Lograron sobrevivir tras meses de hospitalización, pero el veneno se cobró otra vida: un frasco disfrazado de un perfume caro que contenía el agente nervioso se tiró a la basura y cayó en manos de una mujer que murió tras el contacto con la sustancia tóxica.

Vladimir Kara-Mursa: dos envenenamientos en menos de 18 meses

El opositor Vladimir Kara-Mursa fue envenenado, como denuncia él mismo, en dos ocasiones: la primera en mayo de 2015 y la segunda en febrero de 2017. Ambas veces el también vicepresidente de Rusia Abierta –una oenegé que promueve la sociedad civil y la democracia en su país– estuvo en coma. Aunque el toxicólogo jefe de Moscú negó el envenenamiento, una investigación independiente realizada en Francia encontró rastros de metales pesados en el cuerpo de Kara-Mursa.

En abril de 2022, un tribunal ruso le acusó de difundir información «falsa» sobre el ejército ruso tras un discurso ante la Cámara de Representantes de Arizona (EEUU) donde denunció la invasión rusa de Ucrania. En julio, se presentaron nuevos cargos de cooperación con una oenegé extranjera «indeseable», por los que enfrentaba hasta seis años de prisión. Y en octubre, fue acusado de «traición», por lo que se enfrentará hasta a 20 años de cárcel.

Alexander Perepilichny: morir en plena carrera

En el 2012, Alexander Perepilichny murió con 44 años mientras corría. El primer diagnóstico fue sencillo y creíble: infarto, sino fuera porque el empresario huyó de Rusia unos años antes y estaba ayudando a investigar las actividades corruptas de funcionarios soviéticos.

Semanas después de su muerte, la prensa británica señaló que, en 2011, el nombre de Perepilichny había sido incluido en una lista de objetivos que se querían muertos para encubrir el robo de 230 millones de dólares del Tesoro de Rusia. En 2017, se informó de que Estados Unidos había apuntado a inteligencia del MI6 de que probablemente fue «asesinado por órdenes directas de Putin o personas cercanas a él». Otro informe presentando al Congreso estadounidense afirmó con «alta confianza» que Perepilichny fue asesinado por orden de funcionarios rusos.

Alexander Litvinenko: un té de polonio

Otro de los casos más sonados fue el del exoficial del servicio de inteligencia nacional de la Federación de Rusia, Alexander Litvinenko, envenenado a través de un té en un restaurante de Londres en noviembre de 2006. La autopsia encontró en el oficial fugitivo rastros de polonio 210, un elemento raro y altamente radiactivo.

En noviembre de 1998, Litvinenko y otros oficiales de la KGB acusaron públicamente a sus superiores de haberles ordenado el asesinato del magnate ruso Borís Berezovski. Litvinenko fue arrestado en marzo del año siguiente con cargos de exceder la autoridad de su cargo. Fue liberado en noviembre de 1999, pero se le arrestó de nuevo y los cargos fueron retirados nuevamente en 2000. Huyó con su familia a Londres, donde se le otorgó asilo y trabajó como periodista, escritor y consultor de los servicios de inteligencia británica.

Cianuro en una pistola o un paraguas envenenado

Más allá de los enemigos antipatrios de Putin, durante la Guerra Fría, la KGB también utilizó métodos parecidos (y creativos) contra sus adversarios. En 1959, un agente asesinó al líder nacionalista ucraniano Stepan Bandera con una pistola de cianuro escondida en un periódico. Y en 1979 otro agente asesinó al disidente búlgaro Georgi Markov mientras esperaba un autobús en el puente de Waterloo en Londres. El arma: un paraguas con punta envenenada.

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