Medio Ambiente

El planeta es ahora nuestro único accionista

Hace relativamente pocos años la apuesta por la descarbonización empresarial, así como la medición y la reducción del impacto ambiental de las operaciones, eran iniciativas puramente voluntariosas. Hoy , sin embargo, el medio ambiente ocupa una silla en la mayoría de los consejos de administración.

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03
noviembre
2022

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El titular de este artículo fue el que pronunció Yvon Chouinard, presidente de Patagonia, inmediatamente después de anunciar que la propiedad de la empresa quedaría cedida a dos fundaciones de preservación del medio ambiente. Fue noticiable por la disrupción que supone pero, más allá del cambio de propiedad, resulta interesante subrayar las causas y razones que fundamentan la decisión de Chouinard: «Ninguna empresa puede funcionar en un planeta que se extingue». Así, el símil que propone Chouinard es literal: los accionistas son un pilar que sustenta la existencia de una sociedad, y también el retorno que genera dicha organización se revierte a los accionistas. Según el directivo, el éxito de Patagonia se condiciona ahora únicamente a la existencia de un medio natural sano en el que puedan revertir los rendimientos de la empresa.

Si bien la visión de Chouinard es particularmente atrevida, lo cierto es que el medio ambiente ocupa una silla invisible en la mayoría de los consejos de administración. Hace relativamente pocos años la apuesta por la descarbonización empresarial, así como la medición y la reducción del impacto ambiental de las operaciones, eran iniciativas puramente voluntariosas, pero hoy tienen derivadas comerciales (¿los clientes me dejarán de escoger si no minimizo mi huella ambiental?) y también riesgos regulatorios (¿mi negocio va a sobrevivir a las nuevas regulaciones que prohíben los plásticos de un solo uso si no invierto en su eliminación?). Y por supuesto, aquellas marcas que pretenden mantener una conexión con sus consumidores deberán comprender que sus expectativas cada vez más giran en torno a la exigencia de minimizar el impacto ambiental.

Aquellas marcas que pretenden mantener una conexión con sus consumidores deberán comprender que sus expectativas giran en torno al impacto ambiental

En el quinto episodio del podcast Ser B o no Ser, encontramos ambas caras de la moneda. Miquel Garcia Prieto, director de Triodos Bank España, subraya como cada vez más consumidores escogen su banco no solo por el tipo de interés que ofrece sino por cuál es su impacto ambiental, llevándolo incluso al ámbito cuantitativo: «¿cuánto CO2 emite mi banco?». Esa eventualidad está sentada en el consejo de administración, aunque no la veamos –ejerce incluso más presión que un accionista–. Isabel Garro, directora de Sostenibilidad de Acciona, expone la otra cara de la moneda: una empresa como esta, con alrededor de 10.000 proveedores, debe acompañar a cada uno de ellos en la medición de su huella para garantizar que su conglomerado siga cumpliendo las crecientes expectativas de medio ambiente de los clientes, que en parte son administraciones públicas con regulaciones cada vez más estrictas.

Como buen accionista, el fantasma de la exigencia climática ejerce presión. Todas las organizaciones que pretendan seguir existiendo a medio plazo (esto es, salvo empresas oportunistas que buscan el pelotazo especulativo inmediato) están, o deberían estar, midiendo su impacto ambiental y definiendo hojas de ruta para revertir ese impacto. En este sentido, las compañías que ya han recorrido el camino aconsejan abordar el reto de forma iterativa –empezando con alguna herramienta de medición de impacto (existen varias gratuitas, como la Evaluación de Impacto B, entre otras) que arrojará una fotografía del momento actual–.

Que no cunda el pánico en este punto crítico: hay que ordenar las actividades de la compañía de mayor impacto a menor y de más fácil resolución a mayor complejidad

Que no cunda el pánico en este punto crítico: hay que ordenar las actividades de la compañía de mayor impacto a menor y de más fácil resolución a mayor complejidad. Un buen punto de partida es la implementación de medidas para corregir las actividades situadas en el cuadrante de gran impacto y resolución simple.

Igual que un accionista tradicional, la exigencia climática puede dar un puñetazo sobre la mesa del consejo de administración si no se cumplen sus expectativas. Inevitablemente, las organizaciones que hagan una lectura incorrecta del momento actual vivirán previsiblemente cambios forzados de liderazgo tras sufrir decrementos de ventas y rentabilidad, así como crisis reputacionales y desconexión entre el imaginario colectivo y los valores de la empresa.

En definitiva, hemos cruzado la barrera en la que estas sensibilidades no solo no son un elemento voluntarista, sino que se configuran como elemento fundamental para la supervivencia de la organización a medio plazo.


Pau Vila es General Manager de la B Corp LC Paper.

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