«Tenemos que gestionar el cambio desde dentro»

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Borja Rebull
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29
noviembre
2022


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Borja Rebull

Estamos avanzando, pero demasiado lento y dando algunos pasos erróneos. Sin embargo, los últimos años de crisis han demostrado que empresa, administración y sociedad civil no solo tienen la capacidad de coordinarse para responder a grandes retos, sino que pueden hacerlo más rápido de lo esperado. Este es el diagnóstico que Mikel García-Prieto, CEO de Triodos Bank, hace para esta etapa de necesaria transformación hacia la sostenibilidad. En ella, opina, la empresa en general y la banca en particular jugarán un papel fundamental, siempre que cambie su enfoque: en lugar de perseguir la máxima eficiencia, debe buscar la máxima generación de oportunidades.


Fenómenos como la aceleración del cambio climático, la disrupción de la pandemia o la reordenación geopolítica del mundo demandan un cambio de paradigma en el que la sostenibilidad ambiental o el bienestar social se sitúen en el centro. ¿Estamos preparados para enfrentar tal transformación? ¿Las empresas están dando la respuesta adecuada? ¿Y el consumidor?

El desafío lo seguimos teniendo en la acción, en la transformación de toda esta conciencia y objetivos en acciones concretas. Ya sabemos que para reducir tanto las emisiones de CO2 tenemos que movernos de otra manera. Tenemos vehículos eléctricos e híbridos cuando, en realidad, el verdadero cambio en estos momentos consiste en reducir nuestra movilidad. Vamos dando pasos, pero pienso que tarde, lentos e insuficientes para la realidad que tenemos que afrontar en este momento.

«Tenemos más capacidad de cambio de la que realmente estamos siendo capaces de accionar de forma voluntaria»

Triodos es pionera en banca ética. ¿Existe hoy una mayor implicación y sensibilización por parte de los inversores y clientes de banca que hace años?

Triodos empezó en España hace 20 años. En ese momento éramos una banca alternativa, de nicho, pero 20 años después las finanzas sostenibles son el futuro. Hay un gran cambio en cuanto a la percepción de que las cosas hay que hacerlas de otra manera.

En los últimos años, la sostenibilidad ambiental se ha acercado a los núcleos de las estrategias de administraciones y empresas. Sin embargo, las crisis podrían estar moviendo el foco hacia nuevos desafíos. ¿Cabe la posibilidad de que la lucha climática quede relegada a un segundo plano frente a retos como alcanzar la resiliencia económica?

Ahora estamos consiguiendo pasar de un contrato de energía verde a una eficiencia energética con un menor uso de la energía. Esto ha sido a costa de crisis, de forma forzosa y, sin ninguna duda, injusta, pero es una demostración de que tenemos más capacidad de cambio de la que realmente estamos siendo capaces de accionar de forma voluntaria.

«La responsabilidad es en esencia lo que nos va a hacer cambiar»

En un momento de crisis solapadas como el actual, ¿cuál debería ser el papel de la banca para, sin dejar de ser sostenible económicamente, contribuir a que no aumente aún más la brecha de desigualdad?

Ya hemos visto a dónde nos lleva la economía del siglo pasado. Es una economía muy basada en la eficiencia, y eso hace que primen las economías de escala y acabemos teniendo un sistema concentrado en unos pocos, con una actividad donde unos pocos hacen y se reparten la parte más grande del pastel. Yo creo que existe otra estrategia para la banca: que en lugar de la máxima eficiencia, busque la máxima generación de oportunidades. Quizás no vaya a ser la más rentable en el medio y corto plazo, pero sin duda sí va a ser la que dé más diversidad y resiliencia al sistema económico que generemos.

Recientemente se ha aprobado en el Congreso de los Diputados la creación de la figura jurídica de las «empresas con propósito» con la idea de promover un cumplimiento más exigente de los criterios ambientales, sociales y de transparencia por parte de las empresas que voluntariamente quieran adherirse a esta figura legal. ¿Deberían las empresas éticas o responsables convertirse en la nueva norma?

En mi opinión, el hecho de que exista una regulación como esta trae por fin una buena manera de identificar qué empresas se gestionan con un propósito de impacto positivo y cuáles siguen en ese modelo de maximizar el beneficio y la rentabilidad. Yo creo que esta distinción nos va a servir para que luego se puedan generar reconocimientos o incentivos que permitan competir en igualdad condiciones. Más importante aún es no sustituir la responsabilidad por la regulación: la primera es en esencia lo que nos va a hacer cambiar. Y las empresas, y en concreto en el sector financiero, tenemos que gestionar el cambio desde dentro.

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