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El talento no entiende de diferencias

Las personas con discapacidad suponen un activo de un valor cada vez mayor para algunas empresas, las cuales encuentran en este colectivo no solo la posibilidad de sumar perspectivas alternativas a su negocio, sino infinitas posibilidades para enfrentarse a los retos del futuro.

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Yvonne Redín
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Es una sala amplia con una gran mesa en el centro. Sobre ella, infinidad de telas y materiales. Un grupo de personas toma notas y comenta impresiones. De todas ellas, un hombre de mediana edad es el encargado de acariciar, doblar y estirar los tejidos. Lo hace el primero y pone en ello gran atención, como sintiendo y digiriendo cada uno de los detalles. Se trata de una persona invidente, pero su discapacidad, lejos de reducir el valor de su trabajo, no hace sino reforzar su criterio a la hora de escoger materiales. La sala en la que esto ocurre es parte de las oficinas de Timpers, una marca de zapatillas diseñadas por ciegos y cuya plantilla al completo está formada por personas con algún tipo de discapacidad.

El de Timpers es solo un ejemplo más de una realidad cada vez más asumida: las personas con discapacidad no solo no restan dentro de un ámbito laboral, sino que pueden tener un valor realmente diferencial. «Las empresas se están replanteando qué capacidades necesitan para abordar el futuro. Hoy en día se necesita saber trabajar en equipo y resolver cuestiones desde ópticas diferentes; hay una alineación perfecta entre las personas con discapacidad y las empresas que quieren futuro», explica María Viver, directora de la Fundación Randstad, institución que desde 2004 trabaja con el objetivo de mejorar la vida de las personas con discapacidad a través del empleo.

La población activa con discapacidad se reduce a 600.000 personas, con una tasa de actividad del 35%: la mitad que el resto de la población

Esta relación, la de discapacidad y mercado laboral, ha sido durante muchos años caballo de batalla para numerosas fundaciones e instituciones, las cuales han trabajado incansablemente con el objetivo de eliminar los prejuicios que habitualmente recaían sobre las personas con capacidades diferentes y la falsa idea de que estas no podían desarrollar trabajos con total normalidad. Una realidad que, en los últimos años, ha ido cambiando a pasos acelerados. «Estamos obsesionados con el talento y la sostenibilidad. Cualquier persona que nos aporte valor es bien recibida». Discursos como este, lanzado desde Sacyr, la gran empresa galardonada este 2022 por los premios Fundación Randstad por su trabajo por la inclusión laboral de las personas con discapacidad, son cada vez más comunes en el sector empresarial: se empieza a ver a las personas con discapacidad como un activo muy a tener en cuenta en aspectos como la creatividad o la búsqueda de nuevas perspectivas.

Más allá de lo que a contratación se refiere, las personas con discapacidad también representan un grupo social cuya inclusión en la cadena de negocio puede resultar en un incremento del beneficio para las empresas. Es el caso de Cabify –premio Fundación Randstad a la innovación tecnológica para favorecer la inclusión de las personas con discapacidad–, desde donde se han esforzado a la hora de desarrollar una aplicación que permita a las personas invidentes disfrutar de forma completa de todos sus servicios. «En nuestro viaje queremos que quepa todo el mundo», resumen desde la empresa, que ha visto cómo gracias a este avance no solo brindan un nuevo servicio a las personas con discapacidad, sino que han logrado aumentar con ello su clientela.

María Viver, directora de Fundación Randstad, y Jesús Echevarría, presidente de Fundación Randstad, junto a los galardonados en la 17ª gala de los premios Fundación Randstad.

Un camino por hacer

Al margen de los evidentes avances vividos respecto a la inclusión en la rueda laboral de las personas con discapacidad, de la 17ª edición de los premios Fundación Randstad celebrada el 8 de junio en Madrid también se puede extraer una conclusión que es a la vez reflejo y deber: queda mucho camino por hacer. «La tasa de paro entre las personas con discapacidad sigue siendo muy superior a la del resto de la población», afirma Jesús Echevarría, presidente de Fundación Randstad. Un diagnóstico que, lejos de basarse en impresiones, está totalmente respaldado por los números: en España hay actualmente unas 8 millones de personas con discapacidad –de las cuales 1,7 millones se encuentra en edad de trabajar– y, sin embargo, la población activa se reduce a 600.000 personas, con una tasa de actividad del 35%; es decir, la mitad que el resto de la población, lo que constituye un fiel reflejo de que la inclusión completa se encuentra todavía lejana.

Viver: «Hay una alineación perfecta entre las personas con discapacidad y las empresas que quieren futuro»

Para llegar a esa inclusión, el trabajo de entidades como Fundación Randstad resulta esencial debido a su incansable trabajo por reducir las diferencias entre este grupo social y el resto de la población. Un trabajo con horizontes cristalinos y una premisa que no por evidente resulta menos destacable: la brecha laboral se disminuye con formación y concienciación. Esa es y debe ser la receta, materializada en proyectos como Brecha Digital, una iniciativa a través de la que 200 personas con discapacidad tuvieron acceso a un ordenador y a una formación de seis meses sobre la búsqueda de empleo online y cómo desenvolverse a la hora de acceder a portales de empleo virtuales. «A las dificultades que ya tenían durante la pandemia se sumó la dificultad de acceder a sistemas de tecnología para buscar trabajo», explica Echevarría respecto al germen del que surgió esta idea.

También de la necesidad de visualizar este tipo de proyectos nacen los premios de la fundación. Galardones que en la 17ª edición, además de a las citadas empresas, también sirvieron para reconocer el trabajo de la cadena de restaurantes Dans Le Noir?, donde los comensales pueden disfrutar de su comida en un salón oscuro guiados por personas ciegas o en la terraza atendidos por camareros sordos; la Fundación Inclusión y Apoyo Aprocor, que facilita la inclusión a través de espacios como las cafeterías de La Kantina, atendidas por personas con discapacidad; la Fundación También, desde donde ayudan a normalizar la discapacidad entre los más jóvenes a través del deporte, y el ejemplo de Carlos García Espada, que, con la ayuda de su Team Espada, el ELA no le ha impedido correr maratones o convertirse en coach y ejemplo de liderazgo. Empresas, instituciones y personas que son un ejemplo para la sociedad por haber sido capaces de entender la importancia y el valor capital que representan las personas con discapacidad. Un saber hacer que no hace sino inspirar a otras muchas compañías a seguir por la ruta de la inclusión. Y es que, si hay una palabra ligada al futuro, esa es «integración».

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