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¿Residuo o recurso?

España será referente en circularidad si el nuevo proyecto de ley de residuos favorece el impulso del plástico reciclado. Expertos, economistas, empresarios y activistas reivindican una apuesta más clara del regulador público como factor clave para pasar de un modelo económico extractivo a otro circular.

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Carla Lucena
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10
mayo
2021

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Carla Lucena

«Algo tiene que cambiar». Esa es la conclusión de la última edición del Circular Economy Summit que organiza cada año la marca de agua mineral natural Lanjarón. Cuatro palabras que resumen la preocupación de quienes allí participaron. Organizaciones ecologistas, empresas, economistas y centros de investigación reclaman que el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados impulse un mercado del plástico reciclado (rPET) en España que podría proporcionar grandes beneficios ambientales ya que, coinciden, es el mejor material disponible para los envases. Asimismo, el grueso de los participantes defiende que, si el Congreso de los Diputados apuesta definitivamente por el mercado del plástico reciclado, se crearía empleo de calidad y España podría ser un país referente en economía circular y empleo verde.

La economía circular es una transformación holística que debe afectar a todas las fases de la cadena de valor y, por ende, a todas las capas de la sociedad. Sin embargo, el destino de los residuos plásticos es posiblemente el reto más urgente: no solo porque hoy suponen en todo el mundo el 75% de lo que se consume, sino porque más de ocho millones de toneladas se vierten al mar cada año y más de 240 especies animales están en peligro de extinción por su ingesta. Por eso, el gobierno trabaja a contrarreloj en la concreción de una ley que marcará una nueva relación de ciudadanos, empresas y administraciones con los residuos.

La legislación, que sitúa en 2029 la obligación de que el 30% del plástico utilizado por las empresas sea reciclado

«Sería estupendo que pudiéramos impulsar un mercado nacional de material reciclado (rPET) que sitúe a España como país pionero en el uso de materiales renovables y ponga fin al plástico tal y como lo conocemos», apunta François-Xavier Lacroix, director general de Aguas Danone España. «Y hacerlo de tal forma que de una botella (ya consumida) podamos hacer otra, convirtiendo los residuos en recursos, devolviendo estos materiales al proceso productivo, otorgándoles un valor económico y, por tanto, neutralizando el abandono de envases en el medio». El director de campañas de Greenpeace, Julio Barea, apunta que el problema del plástico es, precisamente, su mal uso: «Lo vamos a seguir utilizando, pero tenemos que cambiar el abuso, especialmente en los envases de usar y tirar».

En Lanjarón son conscientes de esta urgencia y, desde este año, el 100% de sus botellas están hechas de otras botellas. Esta medida adelanta por la izquierda –por mucho– a la legislación, que sitúa en 2029 la obligación de que el 30% del plástico utilizado por las empresas sea reciclado.

Se trata de una reivindicación: la de pasar de un modelo extractivo y lineal a un modelo circular. «Y eso necesita un cambio radical, desarrollar toda una nueva industria, un nuevo ecosistema», defiende Lacroix. Durante el evento, el directivo pasó de las palabras a los hechos y mostró a los asistentes en primicia la botella naked que, fruto de arduas investigaciones, representa un icono en términos de circularidad, ya que está compuesta en su totalidad de material PET reciclado y no tiene etiqueta para facilitar aún más su reciclaje. Lacroix lo dejó claro: «Es un material liviano, protege las cualidades del producto que contiene, su transporte no consume mucha energía y es totalmente reciclable. Y el tapón queda siempre enganchado, como pasa ahora con las latas. De esta manera, evitamos que termine en el mar o en el campo». Una botella cuyo compromiso con el medio ambiente está en sus propios genes: nació en una empresa con propósito, una empresa B Corp. Para seguir avanzando por este camino circular, desde Danone reclaman una mayor colaboración de la Administración: «El mercado de plásticos reciclados tiene un crecimiento exponencial, pero debe ir más rápido porque aún tenemos que comprarlos, en gran parte, en el extranjero».

Emilio Ontiveros, uno de los economistas más reputados de nuestro país y presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI), opina que la apuesta definitiva por el plástico reciclado no solo supone un acto responsable en aras de la sostenibilidad, sino que también promueve la creación de empleo de calidad y crecimiento inclusivo, al tiempo que advierte de que la economía española ha sido de las más dañadas por la crisis sanitaria y que la recuperación beberá del fortalecimiento y la renovación del patrón de crecimiento. «Estamos hablando de hacer un uso inteligente de los recursos: reciclar, regenerar, reusar… Son condiciones necesarias para compatibilizar desarrollo y sostenibilidad medioambiental para garantizar la salud del propio sistema económico», añade.

Políticas públicas y economía circular

«La innovación es todo cambio basado en el conocimiento que aporta valor. En este sentido, la economía circular es la mayor de las innovaciones posibles porque no afecta a un producto, una empresa o un sector, sino al modelo económico en su conjunto», indica Jorge Barrero, director de la Fundación Cotec. Y eso requiere de una regulación que coordine a todos los agentes implicados en la cadena de valor y que sea especialmente ambiciosa. Además, la sostenibilidad ambiental va necesariamente ligada a la económica: «Las empresas que incorporan la economía circular en sus procesos son más competitivas», señala Marylin Martínez, experta en economía circular de la Fundación Ellen McArthur.

«Es necesario que actúen tres vectores sin excepción: administraciones, empresas y el propio ciudadano», apunta Barrero, y explica: «Todo cambio no es solo cambio tecnológico. Todo conocimiento no es solo conocimiento científico y todo valor no es solo valor económico. Por eso la economía circular es un paradigma del tipo de innovación que debemos promover».

Luis Morales, fundador del Centro de Innovación y Desarrollo para la Economía Circular (CIDEC), advierte de que no se debe demonizar el plástico. «Tenemos bienestar porque tenemos plásticos: es el material del presente, ya que es hipoalergénico, ligero, resistente y se puede transformar de infinitas formas. Debemos pasar del modelo de plástico de un solo uso a su transformación de una manera sostenible», señala. Y reclama: «La Administración Pública debe aprovechar la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para crear una industria con perspectiva de género, que sea limpia, que sea verde y que genere empleos de calidad para impulsar el ecodiseño, premiar a las empresas que lo estén haciendo bien y castigar a las que lo estén haciendo mal». A continuación, zanja: «Aprovechemos ahora este plan de recuperación para crear una industria de revalorización y de reciclaje que tenga sentido. Que sea igualitaria, que sea digna y que encima sea exportable a otros países».

Las demandas sociales promovidas por la ciencia solo se materializan si llevan detrás una regulación sólida

En ese sentido, José Luis Sáez, director de TorrePet Veolia, primera compañía en cerrar el ciclo circular de una botella, explica que «de las 330.000 toneladas de botellas que se ponen en el mercado, solo 75.000 son reciclables para hacer nuevos envases. Una de las claves es el ecodiseño, pero esto tiene que estar normativamente reglado». Y sostiene que la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados, como toda ley, tendrá impacto en el entorno y, por tanto, debe tener tres elementos fundamentales: «Ser el primer paso para una transición ecológica reglada, ayudar a prevenir la contaminación y, por último, generar una serie de impuestos verdes que contribuirán a engrosar las arcas estatales e impactarán en los sectores de transformación plástica».

Las cartas están sobre la mesa: las empresas, las organizaciones ecologistas y la sociedad en general saben qué hacer para liberar al planeta de la carga nociva de los recursos plásticos. Ahora es el momento de actuar. «Hoy en día no hay suficientes materiales reciclados en España para hacer un cambio total a la economía circular. El gobierno ha dado un paso con su ley de residuos poniendo impuestos a los materiales fósiles, pero también hacen falta incentivos, invertir el dinero recaudado en desarrollar una economía que permita tener una oferta de materiales reciclados al nivel de la demanda», sugiere Lacroix. Y concluye: «Existe un acuerdo científico sobre que el material reciclado es el mejor para el medio ambiente. Y, por tanto, el mejor para la transición a una nueva economía».

Por desgracia, no es suficiente: las demandas sociales promovidas por las decisiones científicas solo se materializan si llevan detrás una regulación sólida que las apoye incondicionalmente. Y ahí entra en juego la Administración Pública: nos jugamos mucho con la nueva ley.

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