El misterio de las zonas azules
Se trata de zonas que presentan una tasa centenaria tres veces superior al promedio nacional y a las que, sin embargo, solemos ignorar. Pero ¿cuáles son los factores comunes que permiten alargar la vida?
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En los últimos años, los hábitos saludables se han convertido en algo trendy. Tantos conceptos nuevos surgen a diario que uno puede ser actualmente realfooder, practicar el fasting o nutrirse a base de probióticos. El abanico de opciones es inmenso, como también lo es la confusión que puede causar al ciudadano medio. Prácticas como el mindfulness o el yoga se han convertido en algo rutinario para cada vez más personas, pero ¿es esto algo nuevo y revelador? El famoso periodista de investigación Dan Buettner identificó hace años los hábitos saludables de tradiciones milenarias en base a cinco lugares, a los que denominó «zonas azules».
National Geographic llevó a cabo una expedición con el fin de identificar los lugares del mundo en los que la gente vivía más –y con una mayor calidad– para aprender cómo mejorar el estilo de vida estadounidense. Buettner lideró esta expedición junto con un grupo de investigadores que incluía a demógrafos, antropólogos, epidemiólogos y geógrafos. El grupo definió una zona azul como un área que presenta una tasa centenaria tres veces superior al promedio nacional, y tras exhaustivos análisis de archivos históricos, estadísticas y certificados de nacimiento, las encontraron: Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia), Ikaria (Grecia), Loma Linda (Estados Unidos) y Nicoya (Costa Rica). Todas ellas se conciben como paraísos de la longevidad gracias a una serie de factores, pero ¿cuál es su denominador común?
Un estudio realizado sobre parejas de mellizos daneses probó que la esperanza de vida apenas depende de la genética. Estaba en lo cierto: se estima que tan solo un 20% de los años que vive una persona se determina por los genes, mientras el 80% restante depende del estilo de vida. No hay, por tanto, una receta médica que alargue la vida humana, pero sí hay ciertos factores que benefician el envejecimiento. Normalmente, se asume que los hábitos saludables dependen por completo de la responsabilidad de cada individuo, así como de su constancia en hacer deporte y su cautela al diseñar su dieta. Sin embargo, estas regiones nos enseñan que no todo es la dieta: nuestro entorno y nuestra cultura influye de igual forma.
Solo un 20% de los años que vive una persona se determina por los genes, mientras el 80% restante depende del estilo de vida
La primera región que se identificó como zona azul fue Cerdeña, en 2004. Michel Poulain, profesor en astrofísica y experto en demografía, la identificó por presentar la esperanza de vida masculina más alta del mundo. Una de las razones es que esta isla se ha desarrollado sin mucha influencia externa, razón por la cual han mantenido la mayor parte de sus tradiciones. En ella, por ejemplo, cabe destacar una dieta repleta de vegetales, legumbres y lácteos, así como un consumo limitado de carne; la copa de vino tinto, además, es parte de la dieta esencial de los sardos, que destacan por un sentido del humor innato. Otro de sus factores tradicionales también se antoja fundamental: dar mucha importancia a la familia y alabar la sabiduría de sus mayores.
La isla griega de Icaria, por otra parte, presenta niveles muy bajos de enfermedades crónicas entre sus ancianos, lo que se ha asociado directamente a su geografía, cultura, dieta, estilo de vida y aspiraciones. Los iqueños, que viven en la montaña, integran el esfuerzo físico en su día a día, aprovechándose de una dieta mediterránea y de los ayunos que marca el calendario cristiano ortodoxo. Y cuentan con una ventaja especial: siempre sacan tiempo para echar la siesta y tomar un té con sus familiares y amigos.
Okinawa es conocida como «la tierra de los inmortales». No es para menos: alberga a las mujeres más longevas del mundo. Esta isla japonesa tiene un fuerte vínculo con sus raíces, ya que sus habitantes forman siempre círculos de confianza (o moai) para poder garantizar una vejez en compañía. Asimismo, sus ancianos enfocan su día a día en un ikagi, o un propósito en vida, nutriéndose a base de verduras, soja y tofu, y dedican mucho tiempo a la jardinería y al cultivo de plantas medicinales.
En Centroamérica, la península de Nicoya concentra también muchos centenarios: sus ancianos tienen un claro plan de vida, tendiendo a pasar la jornada con amigos, vecinos y familiares. Su vida cotidiana, además, integra duras tareas físicas y les expone diariamente al sol. Se trata de una sociedad religiosa de una amabilidad inigualable. Comparten un lema que representa su hábito a disfrutar de las pequeñas cosas: «pura vida».
Por último, la población californiana de Loma Linda concentra a una sociedad adventista, guiada por una estricta religión que prohíbe el consumo de alcohol y tabaco. Sus habitantes dedican cada sábado a su familia y a sus preceptos religiosos y, además, practican ejercicio y caminatas en la naturaleza de forma rutinaria. A ello hay que sumar el rol de los ancianos de la comunidad, que se ofrecen como voluntarios para ayudar a los demás y poder conservar un propósito.
Con estas expediciones, el proyecto Blue Zones logró agrupar 9 conclusiones que pueden extrapolarse fácilmente. Por ejemplo, existen cuatro pilares clave para una vida longeva y sana: conectar con seres queridos y familiares que den un sentido de pertenencia; integrar el ejercicio físico en el día a día; comer con mesura evitando llenarnos al 100% y aumentar los vegetales y legumbres de nuestra dieta; ingerir una copa de vino tinto diaria; y, sobre todo, encontrar un propósito en la vida, probablemente la tarea más difícil de conseguir para muchos ancianos que viven solos encerrados en una eterna rutina. Al fin y al cabo, ¿no es esencial encontrar el motivo por el que levantarnos cada mañana?
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